Digo incomprensible a falta de una palabra mejor, porque antes de empezar a escribir estas líneas he creído encontrar la razón más poderosa (habrá más, por supuesto), por la que este gran cineasta, que hace dos décadas estaba en boca de todos los cinéfilos y en las selecciones de los grandes festivales del mundo, ahora, sin que nadie cuestione del todo su talento, se ve relegado como un gran artesano que conoció días mejores, y nadie le presta mucha atención y sus nuevos trabajos, aunque obtienen notables éxitos de taquilla en muchos casos, son ninguneadas como meros pasatiempos preciosistas. Pero ya llegaré a esa razón fundamental, un poco más adelante.

Tuve la suerte de entrevistarle hace varios años, en el Festival de Berlín, en el que él presentaba la estupenda ‘Una mujer, una pistola y una tienda de fideos’, remake del primer filme de los hermanos Coen, ‘Sangre Fácil’, al que él dotaba de una fuerza y un ingenio arrolladores. Y hablé con él (apenas tres preguntas, pero muy enriquecedoras), y noté (notamos los pocos que estábamos ahí) que sabía que sus decisiones de esa década no le estaban renovando el prestigio, precisamente, más bien todo lo contrario, pero él se lo tomaba con filosofía. La película, por supuesto, no ganó ni un solo premio, y creo que en España ni se estrenó. Y si lo hizo habrá sido en dos o tres salas, durante dos semanas como mucho.

Y hace poco tuve ocasión de ver (porque cuando se estrenó en España, 2013, ni me enteré…tampoco era una buena época en mi vida para ese ritual de ir al cine…) ‘Las flores de la guerra’ (2011), al parecer la película más cara de la historia del cine chino, que narra una historia basada en hechos reales, acaecida en Nakin en plena invasión japonesa (lo que se conoce como La Masacre de Nankin, uno de los mayores crímenes de guerra del siglo XX). Y he de confesar que en parte estaba yo todavía influido por la corriente de opinión general, que insiste en que las mejores películas de Yimou quedaron atrás, y que cuando se pone a narrar sucesos de la historia de su país se vuelve nacionalista y maniqueo. Pero a medida que la película iba avanzando me iba dando cuenta de que no. De que la opinión generalizada sobre este director está sustentada en una pila de prejuicios y lugares comunes, y que este hombre es realmente uno de los grandes.

La delicada mirada de un gigante

En mi opinión ‘Las flores de la guerra’ es una obra maestra. Una obra maestra rotunda. No falta quien diga que prefiere ‘Ciudad de vida y muerte’ (2009), de Lu Chuan, por ser una película mucho más sobria con el mismo marco (la invasión de Nankín y posterior carnicería). Y es sin duda una gran película, pero no es imposible valorar ambas. La de Yimou opta por un acercamiento mucho más lírico, más poético, si se quiere, que tiene mucho más que ver con su temperamento artístico., y que por tanto es totalmente coherente con el resto de su apasionante filmografía. Porque además, Yimou no escatima en imágenes espantosas de asesinatos, violaciones y atrocidades, pero sobre todo su propósito con este filme es el de construir un sentido homenaje al sufrimiento de las mujeres en aquella barbarie.

Dicen que fueron violadas más de veinte mil (incluidas niñas y ancianas) residentes de la ciudad y alrededores. La mayoría de ellas torturadas y golpeadas hasta la muerte. Y para Yimou, un director para el que la figura de la mujer es capital (de hecho es el centro de casi todas sus películas), esto es un material que él no podía dejar pasar. Por eso cuenta la historia de estas estudiantes menores de edad de un convento católico que han de convivir con las famosas prostitutas del barrio rojo, acompañadas por un extranjero, un sinvergüenza sin escrúpulos, que ha de pasarse por sacerdote para no compartir su suerte (un gran Christian Bale). Y lo hace con tan sobrecogedor lirismo, con una autoexigencia tan absoluta, con tal manejo de las herramientas y resortes de la puesta en escena, que te deja sin habla.

Cuando la gente desdeña las películas de Yimou, como por ejemplo esta, yo no puedo entenderlo. Muy difícil encontrar algo de esta belleza, de esta hondura, con una fotografía y un diseño de producción tan exquisitos. El relato está presidido por la mirada de la niña protagonista (una fabulosa Zhang Xinyi), más que por el marcado carácter del falso sacerdote (Bale) y la imponente líder de las prostitutas (espectacular Ni Ni), y es esa mirada, entre el espanto, la curiosidad y la extrema inocencia, la que marca el tono trágico de esta inolvidable película, en la que cada plano, o casi, es una obra de arte, en la que el montaje, como sucede siempre con Yimou (no solamente en ‘Keep Cool’, su obra maestra de 1997) es increíblemente creativo, percutante y preciso, y en la que el color, como en todas las películas de este gran artista, es de importancia capital.

Decir de esta maravilla que se trata de otra película del «director del régimen», o que es manipuladora, es no enterarse de nada, o no querer enterarse. Pero supongo que Yimou se esperaría algo de esto cuando dejó de ser un cineasta problemático para el gobierno de su país, y desde que hizo sus grandes películas épicas se convirtió en el director chino más internacional, más universal. Y es un cineasta con poder, pues está absolutamente respetado en China, dirigió la ceremonia de apertura de los JJOO de Pekín, y además de la trilogía wuxia original (conformada por las sensaciones, inefables, ‘Héroe’, ‘La casa de las dagas voladoras’ y ‘La maldición de la flor dorada’, ha realizado ‘La gran muralla’ y recientemente ‘Sombra’. Grandes espectáculos que a los puristas no les convencen, y por las que lo han metido en el saco de lo realizadores ampulosos, preciosistas y comerciales.

Y esa es la razón fundamental: si eres un director de dramas intimistas, y eres capaz de hacer maravillas, obtienes un prestigio, pero si haces grandísimo, exquisito cine de aventuras, eres un vendido al sistema. El gran cine espectáculo nunca podrá obtener un respeto que muchas veces se merece. Porque los géneros no son más que etiquetas. Etiquetar ‘Las flores de la guerra’ como filme bélico o melodrama lacrimógeno quizá pueda impedirte percibir la extrema delicadeza de, por ejemplo, la secuencia en la que las prostitutas envuelven sus cuerpos en telas para disimular sus senos, o las imágenes, fundamentales, de la vidriera del rosetón de la iglesia, a través de cuyo agujero la niña protagonista observa el mundo a hurtadillas. Yimou, como todo gran artista, va creciendo, evolucionando y hollando nuevas formas, sin dejar de ser él mismo. Por supuesto que sus películas de los años noventa no van a volver, pero porque cada título tiene su momento, y Yimou ha seguido haciendo películas extraordinarias.

Lo voy a decir para terminar: sus películas de acción y aventuras son, todas, sin excepción, obras maestras del género, de una fuerza visual, un ingenio narrativo, arrolladores, y de una perfección técnica que deja sin aliento. Ya les gustaría a directores occidentales filmar así, con esa épica y esa grandiosidad. Pero claro, la crítica purista eso no lo va a consentir, y además es chino, o sea que filma de un modo un poco extraño y diferente a lo habitual, por lo que se pueden quitar esos filmes de encima con facilidad. Pero eso sucede porque ni han reflexionado sobre el gran cine de aventuras (que es, en esencia, el cine fundacional), ni realmente quieren valorar la narrativa por sí misma, más que el estilo de la historia que se quiere contar.

Pero si alguien quiere encontrar un sucesor (diferente, contemporáneo, con otras inquietudes y sensibilidades, pero sucesor al fin y al cabo) de Akira Kurosawa, lo tiene en Zhang Yimou. Si quieren ver maravillas intimistas las tienen en ‘Sorgo rojo’, ‘La linterna roja’ o ‘El camino casa’ (esta última una de las mejores películas de su década). Pero si quieren ver una épica que reduce a Peter Jackson y gente así a la nada, tienen también en Yimou un referente ineludible. Por eso, y por muchas otras razones, Yimou es y seguirá siendo, uno de los grandes cineastas del mundo.

4 respuestas a “El incomprensible vacío a Zhang Yimou”

  1. No cabe añadir nada más. A mí Zhang Yimou me enganchó con ‘El camino casa’ cuando estaba empezando a descubrir ese otro cine lejos del industrial Hollywood. Pena que a la mayoría de espectadores no terminen de salir de determinado modelo productivo para descubrir todo lo que esconde el cine asiático en general.

    Ambas películas, ‘Las flores de la guerra’ y ‘Ciudad de vida y muerte’, dejan un panorama del ser humano bastante perturbador, de necesaria divulgación no obstante.

    ¡Gracias por el texto Adrián!

    Le gusta a 3 personas

  2. Pues ahora acabo de ver esta película, la primera que veo de este director, me he quedado anonadado y al leer alguna crítica en filmafinity me he dado cuenta de cuantos van al cine con ideas preconcebidas y no saben disfrutar de esta obra magistral en todos los aspectos, me he pasado un par de horas sublimes aunque en algunos momentos mi cabreo ha sido grande con los Japos, coincido en tu análisis del film al 110% Adrián, un saludo y gracias por recomendármela.

    Le gusta a 1 persona

Deja una respuesta

Por favor, inicia sesión con uno de estos métodos para publicar tu comentario:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: