Las editoriales y los escritores de éxito se ríen de todos nosotros

Imaginémonos que Rosalía se presenta a OT y por supuesto lo gana. Imaginémoslo por un momento. Extraño, ¿no es así? No podríamos creer que tal cosa sucediera ni en un millón de años, porque sería en primer lugar absurdo y en segundo una barbaridad. Bueno, pues tal cosa, poco más o menos y salvando las distancias, es lo que sucede con los premios literarios de este país. Los grandes, los importantes, los que salen en las noticias y les procuran a los ganadores cientos de miles de euros.

Viene a cuento, lo del ejemplo de Rosalía, por el reciente fallo del Alfaguara, en el que ha salido ganador nada menos que Guillermo Arriaga… en realidad viene a cuento de muchas cosas, pero esto del Alfaguara es ya el colmo. Guillermo Arriaga, el guionista de éxito internacional de las magníficas ‘Amores perros’. ’21 gramos’, ‘Babel’, ‘Los tres entierros de Melquíades Estrada’…también director de cine, novelista consagrado que ha publicado en su país y en el nuestro, precisamente en la editorial Alfaguara… De verdad, ¿pero es que nadie se sonroja ni siente deseos de clamar al cielo? A ver cómo lo explico: se han presentado seiscientas y pico novelas, bajo plica (esto es, con seudónimo), ¿y sale elegido un tipo muy conocido (y bastante buen escritor, aunque eso es lo de menos), y bastante mediático? Empezando porque nadie se cree que un jurado pueda leerse seiscientas y pico novelas…en el caso en que se lean alguna. Y del puñado que se leerán, justo eligen una que resulta que, oh sorpresa, es de un escritor de Alfaguara que es bastante conocido. Más allá del premio económico, que es sustancioso, y que para mí no tiene importancia, es el hecho del premio en sí.

Basta ya

Esto que digo aquí lo han dicho antes muchos otros, y seguramente mejor que yo (y con más potencia, y con un nombre más conocido que el mío), pero merece la pena decirlo las veces que haga falta: para que esta pantomima de los Nadal, los Primavera, los Alfaguara y los Planeta se sostenga hace falta que la mentira, la falacia, la secunden no solamente las editoriales y los mandamases que las promueven, sino los lectores, la crítica y sobre todo los escritores, que es lo más grave de todo. ¿Cómo es posible que un premio tan importante lo gane siempre o bien un escritor reconocido, publicado en varios idiomas, o bien un periodista o un presentador de televisión? ¿Cómo es posible que Javier Moro, que literariamente no es nadie, gane el Planeta en 2011 y el Primavera en 2018? Y lo mismo Fernando Schwartz, con diez años de diferencia: primero el Planeta y luego el Primavera.

Y podríamos seguir con una larga lista de autores que son reconocidos con importantísimos premios nacionales, dotados con una bolsa muy sustanciosa (el Planeta entrega la barbaridad de 600.000€), entregados a gente como Maxim Huerta, Juan José Millás, Lucía Etxebarría, Fernando Savater, Raúl del Pozo, Nativel Preciado, José Ovejero, la presentadora Ángeles Caso, Maruja Torres… Insisto: gente que literariamente no es nadie. ¿Quién, que no sea fan irredento, recuerda sus novelas ahora mismo? ¿Alguien que lee estas líneas tiene a esos autores en su casa y le parecen tan extraordinarios como un Joseph Conrad, un Graham Greene, un Thomas Mann? Yo creo que no. Pero una y otra vez ganan esos premios por novelas que a nadie le interesa, cometiendo un crimen de estafa absoluta al pueblo español, a la plebe, a todos nosotros, y cuatro o cinco años después salen llorando en televisión diciendo que Hacienda les ha dado un palo por hacer las cosas mal…

Y todo esto la gente ni lo comenta ni le parece mal por una razón muy sencilla: les trae sin cuidado la literatura, concretamente la española. Pero hay muchos, como yo, que piensan diferente, que sabemos que hay muchos autores desconocidos, miles, quizá decenas de miles, que se merecerían obtener uno de esos reconocimientos, pero no por el dinero que procuran, sino por hacerse un hueco en el mundo editorial. ¿Cuándo va a ganar la novela que presentó una escritora totalmente desconocida de 32, o de 49 años, que ha escrito una obra maestra? Estos grandes premios debería estar prohibido que se presentara gente consagrada. Y los que se presentan lo hacen sabiendo que tienen posibilidades de ganarlo. Es decir, que además de estafa cometen abuso de poder. Ellos mismos quizá fueron un escritor desconocido que no sabía como darse a conocer, pero ahora les importa un carajo: los desconocidos, quizá magníficos, que arreen.

Me consta que hay miles de escritores, ahora mismo en Madrid, de un talento increíble, a los que ninguna editorial, ni editor, ni agente editorial, les hace ni maldito el caso. Y presentar algún trabajo formidable de narrativa a uno de esos premios es perder el tiempo, que se rían de ellos con el mayor de los cinismos. Es así, y ellos lo saben. Y si alguno de esos escritores que sabe que su propio trabajo vale la pena me lee, sabrá bien lo que le estoy diciendo: si tu padre no fundó una editorial, si no eres un periodista de un programa de la tele, si no fuiste corresponsal en Beirut, si no tienes un padrino poderoso que por un azar se fija en ti, lo tienes jodido no solamente para publicar, tan sólo para que te hagan el más mínimo caso.

Pero esas mismas editoriales, esos mismos editores, esos críticos, esos escritores consagrados que escriben literatura sin el menor interés, y los mismos lectores (ignorantes de que les están engañando) que sostienen todo el tinglado, además se arman de soberbia para decirle a todo el mundo lo que es bueno y lo que es malo, lo que merece publicarse y lo que no, lo que ya representa el insulto final. No me extraña que haya tanto descreído del mundo literario con un talento para escribir que sobrepasa el de todos los autores nombrados juntos y alguno más.

¿Cómo no indignarse, cómo no hartarse?

El ocasional lector de estas líneas, al que tanto agradezco que se pase por aquí de cuando en cuando (más que nada para saber que no estoy tan solo respecto a las cosas que pienso), quizá sea consciente, quizá no, de los diez libros más leídos del 2019. Pido perdón de antemano, pero aquí están:

‘Sidi‘, de Arturo Pérez-Reverte; ‘La cara norte del corazón’, de Dolores Redondo; ‘Loba negra’ de Juan Gómez-Jurado; ‘Terra Alta’, de Javier Cercas (Premio Planeta 2019); ‘Largo pétalo de mar’, de Isabel Allende; ‘Alegría’, de Manuel Vilas (finalista del Premio Planeta 2019); ‘El pintor de almas’, de Ildefonso Falcones; ‘Lluvia fina’, de Luis Landero; ‘Tampoco pido tanto’, de Megan Maxwell; ‘El latido de la Tierra’, de Luz Gabás. Dudo que ninguno de estos libros, salvo la pésima novela de Pérez-Reverte, sea recordado dentro de diez años (o cinco), como ejemplo de buena, de valiosa literatura…y el de Pérez-Reverte quizá lo sea por la indescifrable devoción de sus acólitos….

Y hay que decir que esta lista cambia bastante dependiendo de la fuente, lo que más que misterioso resulta bastante inquietante, pero ese es otro asunto…

Pero ahora llega la verdadera cuestión, y es que sé, me consta, que la gente, la mayoría de la gente, se piensa que un verdadero escritor, que un gran escritor, quisiera ser como uno de estos personajes. Y están muy equivocados. Por supuesto que todos queremos ser leídos y que nuestro trabajo tenga repercusión, pero aseguro al lector de estas líneas que ningún escritor auténtico, de los que están más preocupados por la literatura que por ganar dinero, se entregaría al circo de los premios, de las redes sociales, de los más vendidos, de las filas kilométricas de lectores no habituales que quieren que les firmen el libro.

Pero en realidad, un escritor de verdad (Unamuno, Hesse, Mann, Faulkner, Woolf, Yourcenar, y miles desconocidos que seguirán siendo escritores magníficos pese a ello) jamás se entregaría a este fatuo espectáculo de vanidad, a esta vergonzosa actividad de llenar el twitter de los eventos, las firmas, los éxitos propios, a este continuo babosear a los amigos famosetes para que te retuiteen, a este alabar a los que te encumbran y ningunear a los que te critican, dejándoles como envidiosos o ignorantes. Y lo triste no es que pase todo eso, lo triste es que luego los lectores los consideran sus ídolos, a esos que destruyen su buen gusto, a esos que se ríen de ellos, les toman por imbéciles y les sacan los cuartos. A gente que escribe sandeces como esta:

Arturo Pérez-Reverte@perezreverteMe alegra mucho, @JuanGomezJurado, que seas tú quien me pisa los talones, joven pistolero. Eres un profesional y lo mereces. Qué mayor te haces y qué viejo me hago yo. Por eso es hora de que empieces a cuidarte cuando vayas al bar. Entras en la zona de los tiros por la espalda.

Joven pistolero… Todo esto no tendría mayor importancia si alguna (digo alguna…) novela de cualquiera de los citados valiese algo. Pero no es el caso. Y si alguna vez una escritora o un escritor desconocido, se hiciera con un premio importante, y lo ganara con una grandísima novela, todos los que somos ignorados sistemáticamente por aquello que escribimos nos sentiríamos reivindicados. Y los que quieran seguir con este circo, que lo hagan, pero que no cuenten con los que tenemos la cabeza bien amueblada.

2 respuestas a “Las editoriales y los escritores de éxito se ríen de todos nosotros”

  1. Joven pistolero, dice. Vaya tipo…
    Absolutamente cierto que lo más grave de todo es la aquiescencia de los críticos y escritores que saben que todos esos libros son una basura. Es grotesco: aplauden a esos escritorzuelos, contribuyen a que se enriquezcan y además les ofrecen sillones de la RAE.
    El público es vergonzoso, pero jamás ha estado bien educado: nunca sabe lo que quiere; quienes los saben son los verdaderos artistas.
    No dejes de escribir sobre literatura. Un abrazo.

    Le gusta a 1 persona

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