El arte de la dirección de actores

Una de las disciplinas, o uno de los factores del rodaje de una película menos conocido consiste precisamente en uno de los más importantes: la dirección de actores. Es decir, el trabajo del director con los intérpretes del filme. Y resulta que es una de las dos o tres piedras de toque de un gran cineasta. Ahí es donde verdaderamente se percibe que clase de director tenemos enfrente, aunque es lógico que el gran público no preste mucha atención a eso o desconozca del todo de qué vamos a hablar a continuación. Pero para eso escribo estas páginas, para profundizar en cuestiones a las que casi nunca se presta atención incluso en medios especializados.

Ya he hecho aquí dos entradas más concretas sobre este tema, una sobre el trabajo de Polanski en ‘The Fearless Vampire Killers’, y otra sobre la portentosa interpretación de Matthew McConaughey en ‘True Detective’. Me habría gustado dejar más, pero por el momento he podido dejar esas, y no sé si en ambas ocasiones transmití todo lo que quiero decir sobre el tema, de modo que volvamos a él con un poco más de calma, y sin centrarnos en un ejemplo concreto, para dar una idea más general de lo que es la dirección de actores, que junto con el sentido del montaje y muy pocas cosas más definen el verdadero alcance como artista del director en cuestión.

La partitura del director

La mayoría de las imágenes que vemos del rodaje de una película consisten en el director hablando con uno de los protagonistas, y generalmente señalándole algo con el dedo, algo que él debe tener, por lo visto, muy en cuenta. Muchas de estas imágenes son promocionales, porque queda muy bien ver al director, sobre todo si es famoso, encuadrando con los dedos o señalándole un arbusto al actor. Pero no todas. En algunos casos lo más probable es que el director le esté señalando una marca, o un detalle visual, a su actor, algo que por otra parte puede y debe hacer el ayudante de dirección, siguiendo las indicaciones del director, pero eso es otro tema.

Para no embrollar mucho al lector: en un rodaje, del tipo que sea, la mayoría de decisiones se han tomado de antemano. No se llega al set, o a la localización, y se pone uno a inventar cosas. Todo está trazado, desde los horarios, hasta el atrezzo, los movimientos de cámara y los planos que se van a rodar. Por supuesto que pueden surgir imprevistos, o se puede perder tiempo con nimiedades, o se puede ir muy bien de tiempo y entonces aprovechar para hacer algún plano, o a varios planos, que no estaban inicialmente contemplados. Pero el director, en rodaje, está sentado, esperando que todo el mundo haga su trabajo tal como se ha establecido en las reuniones periódicas. La gente de atrezzo lo está dejando todo como debe, los actores están en maquillaje o esperando también, el equipo de cámara está preparando el plano, el equipo de eléctricos está preparando la luz artificial en caso de haberla, etc.

Eso no significa que el director no haga nada antes de decir ¡acción!. Supervisa todo y responde a un montón de pequeñas preguntas que todo el mundo va a hacerle, y debe hacerle, en cualquier momento, tal como se ve en la maravillosa película de Truffaut ‘La noche americana’, cuestiones derivadas de cualquier cosa imaginable a las que él debe dar el visto bueno. Sin embargo, quizá lo más importante que hace el director en esos momentos, además de contestar preguntas inevitables, es aunar a todo el equipo, es ser el macho alfa, «el tirano amable» que inspire a todos los miembros del equipo en su trabajo. Y llega el momento de la verdad. Se palpa en el ambiente que en pocos minutos, quizá segundos, se vaya a filmar un plano (o varios planos a la vez, si tenemos varias cámaras), y es ese en el cual el director ha de inspirar a otros miembros del equipo, los actores.

Y ha de hacerlo justo antes de decir acción, y no debe permitir que después de su intervención venga el responsable de maquillaje a hacer unos retoques o echará al traste la tensión psíquica que ha tratado de introducir al actor o la actriz. Bien, pero la pregunta es clara: ¿qué diablos le dice un director a un actor?

Aunque el lector no me crea, el director (cuando es un director de verdad…) posee una especie de partitura con todo lo que quiere extraer de sus actores (sus instrumentos musicales), toma a toma, plano a plano, secuencia a secuencia. Evidentemente, no en todos los planos, aunque quizá debería. Pero no es lo mismo una secuencia importante que un plano en el que el actor simplemente sale del coche y entra en su casa, por ejemplo. Ahora bien, en todos ellos debe existir una unidad, un personaje, un carácter determinado y una intencionalidad, o el espectador lo percibirá, y me temo que lo percibimos demasiadas veces…

El director ha de ser también un actor, pero no ha de interpretar la secuencia, para que luego el actor le imite (algo que hacen muchos directores, y es cuando vemos a un actor siendo casi un doble de ese director famoso, que simplemente le ha pedido que le imite), sino que ha de hablar su mismo idioma, igual que cuando luego se va a hablar con el director de fotografía, ha de saber hablar en el idioma de los directores de fotografía. Y cuando se sienta con él, o se levanta de su silla de director y se va a hablar con el actor entre toma y toma, para corregirle, para ampliar ciertos matices o acallar otros, sigue su partitura, consciente de donde viene, qué planos ha habido antes, qué planos va a querer hacer después, y quién es el personaje, al que de conocer, y esto es un hecho, mejor de lo que le conoce el propio actor. ¿Creía el lector que era fácil ser un gran director de cine?

En el teatro el actor es el creador absoluto del personaje, y casi de la puesta en escena. En cine no (salvo en esas ocasiones en que el actor está en un nivel muy superior al director, tanto en categoría como en experiencia y sabe perfectamente lo que tiene que hacer). En cine su presencia, sus movimientos y su voz son meros instrumentos de la imaginación del director, y muchas veces el actor o actriz no tiene todas las piezas, no sabe qué está sucediendo, no comprende al personaje del todo. No importa mientras el director sí lo comprenda y lo tenga todo en la cabeza, o escrito en su partitura.

El director lo primero que ha de hacer es marcarle los movimientos del actor. Casi como un mimo: entras, cierras la puerta, dejas el abrigo sobre la silla, no, no así, así….te pasas la mano por la frente, consultas la hora, te sientas con algo de brusquedad, enciendes un cigarrillo, meneas la pierna con ansiedad… Con este marcaje, que visualiza todo el equipo, se establecen los últimos detalles de luz, de movimiento de cámara en caso de haberlo, de atrezzo, etc. A continuación el director ha de levantarse de su silla (esto no es cine de estudios ni estamos en los años cuarenta, con el director dando voces desde su silla) y motivar al actor, inducirle en el estado de ánimo que es necesario en la escena, y aquí entran todo tipo de técnicas, desde el método Stanilavski, al de William Layton, o al que cada uno tenga en su bocamanga. Pero lo esencial es no dejar al actor solo, sino hablar con él, a veces bastan dos palabras susurrradas al oído, para que esa secuencia tan compleja, tan íntima, funcione.

Y si no funciona hay que repetir la toma. Y si eres un gran director eres capaz de que cada toma, a pesar de estar filmada con la misma luz, los mismos movimientos y desde el mismo ángulo, tenga una tonalidad diferente para que en el montaje dispongas de más opciones. Porque el cine es una realidad troceada, y a lo mejor esa secuencia que le hizo ganar el Óscar a esa actriz está hecha a través de ocho planos, cada uno de ellos con momentos o días diferentes de rodaje, en los que se ha escogido una toma diferente cada vez, cada una de ellas la mejor, la más intensa, pero nunca seguidas, y esa interpretación que parece fluida y extraída en un único momento ha sido un puzzle de grandes momentos en el que se han descartado otros trozos menos brillantes. Así funciona esto.

¿Y cómo distinguir una buena dirección de actores de una que no lo es, o que no es tan buena? Pues no es sencillo, porque todo esto, como es lógico, es transparente para el espectador. Pero con un poco de práctica (práctica consistente en ver muchas películas y en fijarse un poco) se percibe un grupo de actores bien conjuntado, un director que sabe elegir la toma correcta para que todo funcione, un continuo fluir de momentos engarzados en el montaje como si flotaran por la presencia de los actores, un dinamismo que se traduce en sus movimientos, sus voces, sus réplicas y contrarréplicas, sus miradas y sus intenciones. Esto del cine es bastante más complicado de lo que parece.

2 respuestas a “El arte de la dirección de actores”

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