Cuando pienso en algún disco o tema o artista sobre el que escribir, intento siempre que sea uno de esos trabajos que en alguna etapa de mi vida realmente me marcaron, por una razón o por otra, aunque no fuese una etapa especialmente feliz o productiva de mi vida, y aunque volver a escucharlos no me traiga buenos recuerdos. Imagino que para el ocasional lector de estas líneas, la experiencia será muy diferente, y si la escucha de este disco se hace continuada quizá marque a ese lector, y se vuelva importante para él, pero en un sentido muy distinto.
Aunque a veces olvido que del mismo modo que una música determinada no nos afecta a todos con la misma intensidad ni en el mismo momento, también sucede que no para todo el mundo la música es tan importante. Uno tiene a pensar que los demás son como uno mismo, o por lo menos parecido a uno mismo, y que al igual que la escucha de determinado disco o canción a algunos nos retrotrae a situaciones y ambientes y detalles vitales muy definidos, a otros les resbala bastante, o simplemente les trae algún recuerdo y poco más. Cada uno es como es. Pero yo escribo para los que la música sí es una parte importante de sus vidas.
En este caso, sobre el primer LP de estudio del dúo francés Air, titulado ‘Moon Safari’ y publicado por Virgin Records en 1998, y a estas alturas un verdadero clásico de la música electrónica más chill-out, que es como decir música electrónica más relajada, aunque los géneros y subgéneros de la música electrónica son tan laxos, resbaladizos y complejos (por mucho que los expertos digan lo contrario), que una vez más nos encontramos ante un disco de difícil definición, en el que caben sonoridades trip-hop, psicodélicas e incluso jazzísticas, pero también space-rock e incluso ambient, pues este dúo de músicos no asume un género como propio, sino que intenta crear su propio sonido empleando varios recursos genéricos para golpear al receptor de la forma más contundente posible.
Y en el disco que nos ocupa, aunque en posteriores años sacarían trabajos igual de notables, Air encuentra ya su sonido pese a debutar con él (aunque anteriormente publicaron el EP ‘Premiers Symptômes’), lo que es rasgo definitorio de su autoexigencia y su búsqueda formal, para componer los diez temas de este álbum, que son como un recorrido lírico, sensorial y hasta metafísico por todas las sonoridades posibles del chill-out europeo de finales de los noventa, que ellos pasan por su particular filtro creativo. Y aunque sin duda mi canción predilecta de este trabajo es el corte inicial, llamado ‘La femme d’argent’, pues es la que alberga más variaciones, la que propone más subidas y bajadas de intensidad, por muy sutiles que sean a veces, reconozco que todas las canciones me producen una sensación de bienestar difícil de describir y que tienen que ver con ese estado de sosiego y optimismo que sólo la música puede inocularnos al espíritu.
Quizá por eso en directo los ‘Air’ no sean muy interesantes. Porque son ideales para una charla a las cinco de la mañana, ya sea de fiesta o en la intimidad, y sobre todo para uno mismo, en un viaje interior y exterior, que tan bien puede venir en estos días de reclusión forzosa y desesperación latente.