A todos nos gustan esos directores que hacen una película cada dos o tres años, incluso cada año, algunos afortunados, por lo que en dos o tres décadas acumulan la friolera de doce o quince títulos, y es fácil ponerse con ellos y empezar a desbrozar su estilo y a elegir cuáles son sus mejores títulos, y ver sus influencias, y cómo están influyendo ellos mismos… Y más aún cuando consiguen esa fluidez incluso al final de sus carreras, ya con setenta u ochenta años, y empezamos a decir fíjate que gran cineasta y cómo aguanta el tío, a pesar de su edad, y sigue haciendo una película cada año…lo hace porque es un monstruo, un genio, un titán, etc, etc… Y lo cierto es que pensamos todo esto y nos gusta todo esto porque estamos muy mal acostumbrados y vamos un poco a lo fácil, nos guste o no.
Conseguir firmar una carrera que abarque cinco décadas y que en cada década conste de tres, o cinco, o siete títulos, es una verdadera rareza, y tiene mucho más que ver con la suerte que con el genio (aunque solamente los más grandes se mantienen década a década en perfecta forma…). Hay muchos más directores cuyas carreras son francamente irregulares en intensidad de títulos, pero cuyo talento es innegable, y que a lo mejor han firmado en su carrera ocho películas, o cuatro. O una, como es el caso de Charles Laughton con la inolvidable ‘La noche del cazador’ (‘Night of the Hunter’, 1955), y que por tanto nos parecen menos interesantes o por lo menos de un valor más cuestionable, porque…¿cómo va a estar por encima un director de tres títulos a otro que haya filmado veinte películas? ¿Cómo va a ser superior Andrei Tarkovski, que dirigió siete, a John Ford, que hizo más de setenta cortos y mediometrajes, y más de sesenta largometrajes?… Imposible, ¿no?… Pues sucede que es posible.
Y más aún: ¿cómo va a ser más importante un director de carrera truncada que otro que a sus setenta y ochenta sigue disfrutando de las mieles del éxito? ¡Eso suena antinatural! Si ese cineasta experimentó un descarrilamiento en su carrera, algo haría, ¿no? Seguro que no le interesa tanto el cine como a otros. ¿Cómo va a ser más importante John Carpenter que Clint Eastwood o Ridley Scott?… Pues lo es. Por supuesto que hay mucho mediocre que jamás debió dedicarse a dirigir y que nos libró, a sus cuarenta y cinco años, de mayores sufrimientos, pero lamentablemente la historia del cine está trufada de grandes nombres ocultos para el gran público que hicieron grandes cosas y cuya carrera no ha pasado a la historia. Muchos más de los que quizá el inopinado lector de estas líneas pueda imaginar.
Estoy pensando ahora mismo en Todd Field, director de dos únicos largometrajes, después de estrenar una serie de cortos y otros trabajos menores. El primero de esos largos fue nada menos que ‘En la habitación’ (‘In the Bedroom’, 2001), un filme magistral cuyo visionado es obligatorio para todo cinéfilo que se precie. Y el segundo el más que notable filme ‘Juegos secretos’ (‘Little Children’, 2006), que de alguna forma incidía en ese mundo de guetos de lujo que son los barrios residenciales de EEUU, y en los demonios que pueden surgir en los pliegues más confortables de la sociedad. Dos películas magníficas, dignas de un cineasta superlativo. No ha vuelto a dirigir ningún largometraje más. ¿Por qué? ¿Es que se enfrentó a la industria de alguna manera o tuvo algún escándalo sonado? No lo parece. ¿Entonces?…
Otro cineasta que empezó de manera inmejorable fue Frank Darabont, que en 1994 debutó con la impresionante ‘Cadena perpetua’ (‘The Shawshank Redemption’), y luego dirigió otras películas algo menores (desde luego, menores que esa, que era gigantesca), para terminar siendo uno de los creadores de la serie ‘The Walking Dead’, adaptación del cómic homónimo. A pesar de que sus proyectos han tenido bastante éxito, lleva trece años sin dirigir una película… Ya he nombrado el caso de Charles Laughton y su ‘La noche del cazador’. El propio Luis Buñuel estuvo 14 años (entre ‘Las Hurdes’, y ‘Gran Casino’), sin poder hacer ninguna película, aunque ese es un caso extremo, pues se libró de la Guerra Civil casi de milagro y estuvo dando tumbos hasta que por fin consiguió trabajo en México. Iván Zulueta, de vida desastrosa, tiene dos largometrajes, separados por diez años cada uno. Y como ellos, otros muchos, que demuestran que mantenerse como director de cine es mucho más difícil, en realidad, que llegar a serlo. Muchos han llegado y nadie se acuerdan de ellos, y mejor que no lo hubieran hecho nunca. Otros llegan, y quizá hacen una buena película, o dos, y luego desaparecen. Sin dejar rastro.
Y otros, incluso, llegan a disfrutar de un grandioso éxito en su carrera, y por imponderables de la industria, por carácter o por impedimentos de modas, en pocos años ven esa carrera venirse abajo, y no consiguen recuperarse jamás. Pocos en ese sentido como John Carpenter, que arrasó en taquilla con ‘Halloween’ y ‘La niebla’, que firmó algunas películas portentosas en los ochenta, pero que desde el fracaso de ‘Big Trouble in Little China’, en 1986, vio como su carrera declinaba de manera irremediable. Su penúltima película fue ‘Ghosts of Mars’…con 53 años. Y para la siguiente, la última que hará nunca, tuvo que esperar 9 años, y ni siquiera fue estrenada en cine.
Pero el rey en esto de ver hundida su carrera, que convierte al resto en aprendices, fue el gran Francis Ford Coppola, que en 1974 firmó su gran éxito ‘El padrino, parte II’, y que a partir de ahí, con el rodaje de ‘Apocalypse Now’ y con la locura de ‘One From the Heart’, jugó durante demasiado tiempo con la suerte y con ser una especie de Ave Fénix del cine, hasta que en 1992, con ‘Bram Stoker’s Dracula’ firmó su última gran película, y desde entonces no ha sido ni la sombra de lo que fue. Esos son los casos más duros para los cinéfilos, cuando constatamos que algunos directores se extinguen, pero muy lentamente, mientras esperamos otra gran película que nunca llega, y que en algunos casos, demasiados, nunca llegarán a ver la luz.
Nos lamentamos, algunos, que a John McTiernan le metieran una temporada en la sombra, con razón o no, y que desde entonces, como es lógico, no haya levantado ni un sólo proyecto, como nos lamentamos de que James Cameron, en todo el siglo XXI (es decir, desde 1997…) sólo haya realizado un largometraje, y de eso hace ya 11 años. De lo que algunos no nos lamentamos es de afirmar que John Ford no es más grande que Tarkovski por haber dirigido veinte veces más películas que él, al igual que Jose Luis Garci no es mejor director que Víctor Erice, pese a que el primero ha dirigido 19 largometrajes, y el segundo 3.
2 respuestas a “Directores en peligro de extinción”
Tarkovski y Víctor Erice, vaya dos genios (me suena que al último comentaste que alguna vez lo viste por la calle, ¿nunca te has animado a hablar con él?).
Prefiero la calidad a la cantidad. Woody Allen, que tiene películas que me gustan, suele tener mucha paja, con temas redundantes hasta el hastío, por ejemplo.
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Me lo crucé varias veces. De hecho si no ando muy equivocado, llegué a vivir delante de él…
No me atreví a decirle nada…¿qué podría decirle? Esas cosas no se me dan bien. En una rueda de prensa le habría hecho muchas preguntas pero en la calle…
De la cantidad muchas veces nace la calidad. Allen es un poco repetitivo pero ya es una leyenda del cine, y a mí tampoco me enamora.
Un saludo!
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