¿Dónde quedó el erotismo?

He de decir, una vez más, que hay muchas cosas que me gustan del cine actual (y por cine actual no me estoy refiriendo al cine de los últimos cinco años, sino al cine de los últimos treinta años), muchas más de las que me gustan, me temo, de los tan venerados años cuarenta y cincuenta, e incluso de los sesenta. Y cualquier con un poco de criterio sabe discernir que los años setenta fueron la Arcadia, y los ochenta fueron una calamidad. Pero hay algo que me disgusta particularmente del cine de las últimas décadas, y es la desaparición de casi todo el erotismo, salvo en excepciones muy puntuales, y el subterráneo puritanismo que ha invadido las pantallas (las de cine, porque las de televisión cada vez están más abiertas a él), con polémicas absurdas cada vez que aparece una película «subida de tono», o con una escena particularmente explícita, abundando en la hipocresía reinante.

Yo por erotismo no me estoy refiriendo a escenas de sexo. No estoy hablando necesariamente de sensualidad ni de voluptuosidad, sino de sugerencia, de ese juego a veces morboso, muchas veces muy alejado de cualquier elemento explícito, que tan bien han manejado algunos cineastas. Por ejemplo Polanski. He puesto arriba del todo una imagen de su filme de 1992, ‘Lunas de hiel’ (‘Bitter Moon’, 1992), que es quizá su filme más explícito en lo sexual, es decir que no es exactamente erotismo, pero la imagen de Seigner sometiendo a Peter Coyote me parecía perfecta para enmarcar este texto. Polanski, más allá de las explicitudes y carnalidades de ‘Bitter Moon’, es uno de los directores que más a fondo y con más con sagacidad ha explorado las posibilidades del erotismo en el cine. Es algo así como un Hitchcock mucho menos reprimido y mucho más sabio, al menos en ese sentido.

El erotismo es parte de la vida, igual que la euforia, el dolor, la pérdida, la alegría, la muerte… Si realmente un artista aspira a crear vida, ha de incluirlo en su repertorio. Y muchas veces vemos muestras de erotismo que queda destruido por ser demasiado evidente, demasiado claro. Pocas cosas deben ser menos evidentes, porque en la vida tampoco lo son, que cuando dos personas se atraen, y el cine es el arte del voyeur por excelencia. Sin embargo mi percepción es que todas las películas que nos llegan carecen de esa arista, y me da la sensación de asistir, una y otra vez, a películas para niños. Cuando veo una película de ‘Los Vengadores’ en la que existe algo de tensión sexual entre el capi y Viuda Negra, o entre ella y Bruce Banner, algo de esperanza surge en producciones mainstream, pero cuando al final todo se resuelve con secuencias dignas de un telefilme, esa esperanza se diluye, y tal cosa sucede en prácticamente todo el cine, incluso de directores de renombre. Pero el erotismo (como la dirección de actores, como los planos atractivos), son la marca de un director de talento.

Pocas secuencias tan eróticas, a mi entender, como aquella que tiene lugar en ‘El hombre tranquilo’ (‘The Quiet Man’, John Ford, 1956), con Mary Kate huyendo de Sean descalza, y luego ambos empapados por la lluvia y besándose (una secuencia imitada mil veces en la historia del cine), y eso a pesar de que no me gusta John Wayne y de que John Ford no es santo de mi devoción. Pocos diálogos más sublimes, y más eróticos, en el cine negro como el famoso de la mancha del iris en ‘Chinatown’ (1974), que concluye con los dos personajes en la cama. Incluso ‘Che?’ (1972), por momentos una película muy sensual, es sobre todo y durante todo el metraje un relato absolutamente erótico, en el que todas las probabilidades de la palabra son exploradas con sensibilidad e inteligencia. ¿Por qué ahora, salvo alguna escena situada de modo comercial, el erotismo parece desterrado incluso de las mejores películas? De hecho se ha convertido en una verdadera rareza encontrar una película en la poder ver el nacimiento de una pasión, o las complejidades de los dobles sentidos, de lo velado y nunca resuelto. Todo parece más obvio que nunca.

Recientemente, en ‘El oficial y el espía’ (‘J’accuse’, 2019), también de Polanski, hemos saboreado algo en los momentos de intimidad entre el capitán francés y su amante. No es necesario una escena de sexo para descubrir la belleza, la sensualidad, de un cuerpo, de dos jóvenes amantes, de un personaje entregado a una espiral de autodestrucción, como en la magnífica ‘Shame’ (2011). Pareciera, en el cine maistream, que en lugar de estar ya en el año 2020, siguiéramos todavía en los años cincuenta, y todavía los personajes femeninos se tapan los senos con la sábana después de una noche loca. Hay que recurrir a los viejos maestros o a los outsiders (y cada vez más a la series de televisión), para encontrar ese anhelado erotismo y sensualidad, sin recurrir a escenas explícitas de sexo, con el que poder descubrir nuestro propio erotismo y nuestra propia sensualidad.

No creo que esto sea un tema menor. Un cine puritano, rígido, conservador, es lo que hemos tenido durante muchas décadas de cine, y quizá uno de los signos de que las cosas no cambian demasiado sea precisamente este destierro del erotismo en el cine, un erotismo que quizá necesitemos más que nunca, en este trágico 2020, para darnos cuenta de que, en el fondo, somos afortunados de seguir con vida.

Una respuesta a “¿Dónde quedó el erotismo?”

  1. ¿Para cuando un listado de, a su juicio, las películas más eróticas de la historia? Ojo! no mezclar con porno barato tipo la francesa «Follame» o mierdas tipo » A serbian film»

    Dejo un listado de lo que consideran como las mejores. No sé si estarás de acuerdo 😀

    https://www.marca.com/tiramillas/cine-tv/album/2020/01/21/5e25e4b922601d4b458b45eb_relacionados.html

    https://www.marca.com/tiramillas/cine-tv/album/2019/09/14/5d7cb21022601d21098b45d4_relacionados.html

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