Por si la crítica literaria, mundialmente, no estuviera ya fatal de lo suyo, por si los pobres lectores, los que sostienen a las grandes editoriales e impiden que mes a mes se vayan a pique, no tuvieran ya bastantes problemas para saber qué libro leer sin volverse locos con tanta demanda y tanto subproducto literario, aquí está ahora (desde hace bastante tiempo pero con toda la pinta de quedarse un tiempo más) el fenómeno de los booktubers, chavalillos sin nada mejor que hacer, y que en su canal de Youtube se dedican a reseñar libros, ganando algunos de ellos algo de dinero en el proceso y sintiéndose de paso críticos literarios a pesar de que reniegan de ese nombre y de que según la mayoría de ellos lo único que hacen es recomendar libros que les gustan.
A pesar de que Alberto Olmos parece más que dispuesto a otorgarles carta de naturaleza, al igual que otros frívolos como él, sólo son necesarios dos dedos de frente, o una pizca de sentido común, para establecer que no solamente ninguno de esos críos que se pone a pegar brincos delante de la pantalla y a poner caritas tiene obviamente la menor idea sobre literatura, sino que a juzgar por las cuestiones que dicen defender, la forma de hablar, la personalidad que despliegan en la pantalla para regocijo de sus quizá miles de seguidores, nunca la tendrán. Para estos chavales, la literatura es algo tan ajeno como el cine para los actuales o los anteriores redactores de Blogdecine (ahora Spinof), y de hecho me recuerdan a ellos: un grupito de personas sin la menor expresión verbal, con un vocabulario asombrosamente limitado, y con una mentalidad roma y subdesarrollada, pero más que dispuestos a sentar cátedra en un arte tan complejo como el cine. Estos chiquillos, que en algunos casos no llegan ni a los veinticinco años de edad, se lanzan en las redes sociales a juzgar trabajos literarios, y yo llevo media vida, o más, con esa puntual punzada en el bajo vientre que me avisa, la muy cabrona, que a lo mejor no sé de lo que hablo.
Darían pena, o provocarían hilaridad, si no fuesen, muchos de ellos, tan tiernos, sino dieran tanta lástima. La misma que causaría un niño jugando a ser mayor…como por ejemplo jugando a ser profesor, o juez, y encima creyéndoselo. Son a menudo guapos o atractivos, y todos ellos hacen el estúpido delante de la cámara y poseen una nutrida biblioteca a su espalda, de esas adornadas con unos cuantos muñequitos. Dicen que aman la literatura, y aman esto y lo otro, pero en realidad lo que comentan o reseñan son los libros nuevecitos que les mandan las editoriales para darse publicidad casi gratuita, a pesar de que a lo mejor la reseña no sea muy positiva. Son estos, tanto en español como en inglés, desde Hispanoamérica o desde EEUU, los que marcan tendencia de lo que hay que leer y lo que está de moda, y cuando se atreven a hablar sobre un clásico lo hacen con la misma profundidad que lo haría un adolescente en el instituto. Y en realidad están ocupando un espacio que efectivamente podría emplearse para la literatura, pero se emplea en perder el tiempo con libros a los que han editado muy lujosamente, pero que no valen nada.
Youtube podría ser, al igual que la televisión o la radio, el espacio en el que hablar de literatura de una forma adulta, inteligente y realista, ahora que las revistas literarias empiezan a convertirse en objetos en peligro de extinción. Y no está sucediendo eso. Es necesario, ya que muchas cosas pasan por las redes sociales, que los que verdaderamente tienen algo que decir al respecto, los que saben que hay que salvaguardar la sabiduría del pasado, los que tienen muy presente de dónde venimos y dónde estamos a y dónde podemos ir, cojan los micrófonos y se pongan frente a la cámara a hablar. No sé a qué están esperando. Resulta desmoralizador escribir en Youtube la palabra literatura, o crítica literaria, y encontrarse a esta panda de niñatos hablando de libros que dentro de un año seguirán luciendo muy bonitos en una estantería, pero que no habrán aportado nada a ningún lector. Da vergüenza ajena, por no decir ganas de vomitar, ver a estos imberbes hablar de un clásico como El Quijote. Se te quitan las ganas de leer literatura.
Pero estos son los tiempos en los que vivimos, en los que para que alguien tenga algo de interés en los libros hay que hablarle como si fuera imbécil, y repetir ideas sobadas y poco analíticas para tener alguna ocupación en la vida y además obtener cierta celebridad. Pero las personas realmente inteligentes, realmente interesadas en la literatura o en cualquier otra bella arte o soporte narrativo, están por ahí, ignoradas, y por eso vuelvo a pedir, si es que alguna me lee y todavía no lo tiene claro, que lo que tiene que hacer es organizar un podcast, o un canal de Youtube, y junto a un grupo de amigos o compañeros tan inteligentes y preparados como él o ella, y tan poco dispuestos a hacerse los estupendos y los graciosetes con los seguidores, se pongan a hablar de literatura. Muchos se lo agradeceremos…
… y a mí no me llaméis que tengo muchas cosas que hacer y soy muy tímido.
2 respuestas a “Booktubers de mis amores”
Doy fe de que el que escribe este post el SDr. Massanet, es persona ocupada y de timidez probada, yo le conozco bien y no se prácticamente nada de él.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Jajaja, gracias por la confirmación!
¿Cómo que no sabes nada de mi? Algunas cosas sí, hombre.
Un abrazo
Me gustaLe gusta a 2 personas