En realidad casi ninguna red social me convence, aunque hay algunas que me parecen especialmente detestables y dañinas, como por ejemplo Facebook, a la que yo considero la peor de todas, no solamente por el sujeto que la inventó, sino por sus propias características. Todas las redes sociales significan, por un lado, una intromisión intolerable en tu vida privada y un uso ilegal de tus datos personales, y por otro lado una narcisista, compulsiva e ingenua exhibición de esa vida privada para que cualquiera pueda no solo conocerla, sino juzgarla y hurgar en ella. Nunca he tenido Facebook (aunque en cierta ocasión no sé quién hizo una página dedicada a mi trabajo crítico…) y nunca me he arrepentido de ello. Pero sí he tenido, y vuelvo a tener, una cuenta de Twitter, y estoy empezando a pensar que es una pérdida de tiempo absoluta, por mucho que me insistan en que no es así.
Twitter sirve para tres cosas, principalmente: para contar tu vida a cualquiera que pueda leerla, como si tu vida pudiera interesarme a mí o a cualquiera de los otros quinientos millones de usuarios; para escribir chistes, algunos mejores y otros peores; y para mentir desaforadamente, ya sea descorchando tu odio hacia una idea, un partido o una persona, contra las que se verterán todo tipo de injurias y falsedades, o haciéndote el estupendo y esforzándote por demostrar tu magisterio en cualquier tema imaginable, o para inventarte un personaje y vender tu mierda (generalmente libros y discos) al personal, o para publicitar tu trabajo, dando la vara al personal. También se me dirá que Twitter sirve para informar, ya que es el medio más rápido con el que conocer noticias. Y se me dirá que es una aplicación con la que conocer gente e intercambiar ideas. Ambas afirmaciones las pongo bastante en cuarentena. Twitter no informa, sino que dada su inmediatez (pues si un medio está conectado a Twitter en cuanto publique una noticia aparece en su timeline…), te lleva a lugares de información, pero existen muchas herramientas que hacen eso mismo, si es que eres uno de esos ávidos de noticias las veinticuatro horas del día…
Y si te ayuda a conocer gente o a intercambiar ideas, que hasta cierto punto puede ser, sobre todo te ayuda a conocer a todo tipo de fauna intragable y a todo tipo de ideas, que te hacen convencerte, si es que no lo estabas ya, de que el género humano está terriblemente sobrevalorado. Twitter es un basurero, justo el que se merece este mundo globalizado y mediocre, en el que todo el mundo vierte su bilis, su soberbia, sus carencias. Por cada uno o dos que escriben cosas interesantes, hay mil o cinco mil que no escriben más que paridas. E incluso muchos que se nota que están preparados y que quizá tuvieran algo interesante que decir, acaban cayendo en esa espiral de conversaciones de besugos, de proselitismo y confrontaciones infantiles. ¿De qué otra manera iba a ser una red social que es como una inmensa arena en la que todas las ideas valen lo mismo y en la que cualquier puede decir lo que le dé la gana sin grandes consecuencias, salvo quizá que te bloqueen la cuenta? Imaginemos que existiera un gigantesco anfiteatro, en el que cupieran quinientos millones de personas, y en el que a todos pudiera oírseles por igual. ¿Podemos imaginarnos el gallinero? ¡Pues eso, exactamente eso, es Twitter!
Con el agravante de que la mayoría de las veces, dado que se trata de doscientos ochenta caracteres, la voz de quien escribe, sea del tema que sea, nos suena prepotente, arbitraria, jactanciosa y fatua. Pareciera que esos doscientos ochenta caracteres son un pedestal en los que todo el mundo quiere subirse a soltar sus ideas, y que esas ideas se sostienen ya con dejarlas ahí, lo cual es una falacia manifiesta. Leo a decenas y decenas de supuestos expertos en arte y literatura, en cine y televisión, lanzando proclamas de cien o doscientos caracteres, como si con eso bastara para argumentar una idea. Leo incluso a gente que ha ido a la escuela de cine, o que son profesores o críticos (pseudo-críticos la mayoría…) de cine y literatura, dejando una sentencia y quedándose tan a gusto. Twitter es la tiranía de las ideas sin fundamento y del postureo tan en boga en esta época. Ni siquiera con un hilo de tweets puedes demostrar una idea, sólo puedes densificarla, pero eso no te da autoridad ninguna.
Me insisten, de vez en cuando, en que emplee Twitter para dar a conocer mi trabajo como escritor y crítico, pero no me convence la idea. Sí, supongo que si lo empleara atraería todavía a más personas a mi página y llamaría la atención sobre mis libros, pero también significaría tener que pagar un caro peaje. Yo no puedo estar pendiente de relacionarme con la gente en esa red social, ni para inventarme un personaje con el que interactuar (porque todos los que interactúan allí, lo quieran o no, crean una máscara que no es su personalidad real), ni para babosear al personal insistiendo en que me lean. Es un mundo en el que no creo, y en el que no quiero participar. No quiero ser un escritor más de esos que tiene una cuenta en la que está todo el día, todos los días, vendiendo su trabajo, hablando de su trabajo, publicitando su trabajo. Tengo cosas mejores que hacer… por ejemplo escribir otra novela u otro relato. ¿Para qué voy a escribir mis ideas en tan pocos caracteres si yo tengo los conocimientos, y el coraje, de escribir un artículo, un ensayo, o una crítica literaria o cinematográfica de mil, dos mil o tres mil palabras? Es lo mismo que en esa red social, pero bien hecho, y cualquiera puede leerme o detestarme, si así lo desea. Si hasta gente tan inteligente como Rodrigo Cortés se rebaja a escribir memeces en Twitter, ¿para qué uno más?
Tengo una cuenta en Twitter pero es anónima. Con ella sigo a unas cuantas personas y me entero de las noticias. Leo algunos chistes muy buenos (y otros muy malos) y a veces me aventuro a ver el timeline de novelistas grotescos, y las bobadas que escriben pseudocríticos de cine que en su feudo (su cuenta) se sienten muy listos, y las sentencias de sesudos historiadores y teóricos de cine de los que no se aprende absolutamente nada. Y no voy a participar más a fondo en ello. Twitter es un medio terriblemente antipático, feo, gris, caótico, que no vale nada, y que es el perfecto símbolo de estos tristes tiempos que nos toca vivir, en los que por fin se demuestra que cualquier paleto puede escribir sobre las cuestiones más elevadas y sentirse importante, y en la que los pocos con ideas interesantes son aplastados por la mediocre mayoría.
Tu a tu blog y no pierdas el tiempo en las redes sociales, eso déjanoslo a los que nos cuesta juntar palabras, pero somos hábiles juntando chistes, bueno,s malos y demás tonterías, jajaja
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Jaja sí, eso pienso hacer
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Buena reflexión sobre Twitter, yo uso cuenta pero me da pereza a veces justamente por todo lo que has dicho.
La única red social que uso, Facebook aparte por mi familia a distancia, es LinkedIn que es la única realmente considero que es muy interesante
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