Hace pocos días, la autodenominada “revista literaria digital más influyente de este país”, la revista digital Zenda, en colaboración con la revista XL Semanal, que es su promotora, llevó a cabo uno de esos experimentos que tanto gustan, aparentemente, a los sectores culturales europeos más rancios, autocomplacientes y prescindibles: elaborar la llamada biblioteca perfecta, es