Los luminarias de este país

Hace pocos días, la autodenominada «revista literaria digital más influyente de este país», la revista digital Zenda, en colaboración con la revista XL Semanal, que es su promotora, llevó a cabo uno de esos experimentos que tanto gustan, aparentemente, a los sectores culturales europeos más rancios, autocomplacientes y prescindibles: elaborar la llamada biblioteca perfecta, es decir, configurar una lista con 100 libros (más el obligado ‘El Quijote’) que formarían esa biblioteca, todo ello elegido por ciento treinta y tres (¿por qué no doscientas o quinientas’) personalidades, a las que luego han venido a llamar «expertos», todos los cuales votarían diez títulos cada uno. Me parecería muy interesante, a priori, elaborar una lista con cien o doscientos imprescindibles de la historia de la literatura, pero cuando descubres a esos «expertos» empiezas a darte cuenta del tinglado, que es el de siempre, porque contar nada menos que con Chicote, Andrés Calamaro, Chema Alonso, Jacinto Antón, Mercedes Milá, Máximo Huerta, el presidente del gobierno Pedro Sánchez o el principal político de la oposición Pablo Casado (junto a otros novelistas, cineastas o intelectuales algo más solventes) es una de esas sublimes chorradas que sólo aquí puede tomarse como algo serio.

El probable inductor de tamaña estupidez, el ínclito Arturo Pérez-Reverte, escribía un editorial al respecto titulado «Cien más uno», en el que, con una soberbia bien adiestrada con décadas de práctica, declaraba que era una lista «que quien se considere lector debería, más o menos, tener en casa, conservada en la memoria, prevista como objetivo futuro», o bien que «se trataba tan sólo de confeccionar una lista útil, una buena guía de referencia para todos aquellos que piden orientación sobre títulos y autores importantes». En otras palabras, se trata de ayudar al pobre y huérfano lector que no tiene ni idea de qué leer, pero no explicándole por qué ha de leer esos títulos, supuestamente universales, y no otros, simplemente dándole una lista sin más, seguramente porque carecen de argumentos y de la capacidad de llegar más allá, de establecer una verdadera teoría de la literatura, que en verdad, tal como dice Jesús G. Maestro, es irreductible (y por tanto muy superior) al concepto actual de cultura, y por supuesto a lo que tengan que decir sobre ella los que de ella se aprovechan para mantener su estatus y su privilegiada posición social. Es una lista adoctrinadora, no crítica, como corresponde a una secta cultural también adoctrinadora.

En 1999 el periódico Le Monde efectuó una encuesta para dilucidar sobre los mejores libros del siglo XX, encuesta realizada a miles de franceses, de la que salió una muy discutible lista en la que de los veinte primeros nada menos que doce eran francófonos. Zenda, siendo «la revista literaria más influyente del mundo en español», ha querido superar aquella ridiculez de lista y lo ha logrado.

La única forma posible de hacer una lista de 100 o 200 títulos de las obras más geniales de la historia de la literatura, en este país de luminarias o en cualquier otro, sería acudiendo a los críticos literarios (y entre ellos no se encuentra Alberto Olmos, me temo) y a los intelectuales más preparados y exigentes. Al menos la lista, que sería tremendamente imperfecta, tendría algo más de respetabilidad. Hacerla tal como plantea Zenda y ese gurú de la postmodernidad cultural llamado Pérez-Reverte es un insulto a los lectores y a la literatura, concepto del que no tienen la menor idea aunque vendan millones de libros (y un libro no es necesariamente literatura, como parece que algunos no acaban de entender). Esta que han hecho ellos, en la que se incluyen, cómo no, libros del propio Pérez-Reverte gracias al voto de gente como Gómez-Jurado o Juan Eslava Galán, es una estrategia más de la maquinaria editorial, de la industria de la cultura pop, que gota a gota, año a año, avanza en su objetivo de borrar del mapa todo lo que no sea fácil, comercial y edulcorado, por muy inteligente y documentado que parezca.

De hecho, la crítica mundial, los teóricos más preparados, que viven y respiran literatura mucho antes que «cultura», llevan elaborando esa hipotética biblioteca perfecta desde hacer vario siglos, sin que nadie, o casi nadie, les haga maldito caso. Incluir en una biblioteca perfecta a ‘El Quijote’, o a Dostoievski, o a García Márquez suena más a incluir lo que se supone se tiene que incluir, que a que realmente conozcan esas obras a fondo, hayan estudiado su genealogía y sepan que es ineludible incluirlas. Es decir, suena más a gustos personales, esta lista, mezclados con postureo cultural, que a verdadero conocimiento, a saber de qué diablos se está hablando. E incluir alguna novela de Pérez-Reverte para una biblioteca perfecta de cien o doscientos títulos es la prueba de estulticia definitiva.

5 respuestas a “Los luminarias de este país”

  1. ¡¡¡Excelente foto de portada ¡¡¡ Pues si, es como un concurso amañado en que hay mas felaciones que literatura, pero bueno lo de Zenda es así y no va a cambiar porque la gente no lee demasiado y todos estos cantamañanas se ven obligados a promocionarse unos a otros como buenos hermanos aunque lo que salga de sus plumas sea pura basurilla literaria y noveluchas altamente prescindibles, a fin de seguir ganando unos dinerillos, no tenemos prácticamente intelectuales, en este país tenemos grandes oportunistas y lame traseros pero eso si muy profesionales en lo suyo de mentir y agradecerse mutuos favores.

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