Fundamentos críticos ante una obra narrativa (V): ejemplo literario

Voy a cerrar este ciclo de los fundamentos críticos, que es posible que en un futuro alargue con más capítulos, poniendo ahora un ejemplo literario para que el lector pueda apreciar cómo empleo los referidos fundamentos a la hora de valorar dos obras literarias muy dispares, y de extraer de ellas sus virtudes y/o defectos.

Recordemos, antes que nada, que los elementos narrativos fundamentales son tres: narrador, personajes, espacio y tiempo narrativos, a los que se puede añadir otros no tan importantes pero también esenciales para construir esa obra narrativa, ya sea cinematográfica o literaria. En el caso de lo literario, obviamente, es imposible no referirse a cuestiones tales como la prosa, los diálogos, la construcción dramática, la concepción del ser humano y del mundo, sus esquemas genéricos y bastantes cosas más que saldrán ahora que voy a comentar dos novelas: ‘Meridiano de sangre’ de Cormac McCarthy, y ‘Sidi’ de Arturo Pérez-Reverte.

«Alguien tumbó al viejo de un mazazo y los jinetes picaron espuelas y enfilaron el campamento detrás de los perros blandiendo sus porras y los perros aullando como en un cuadro de una cacería infernal, diecinueve partisanos lanzados sobre la acampada en donde dormían más de un millar de almas»
«Desmontó ante la puerta. El explorador que estaba a caballo tenía el rostro grave ,y el que había entrado en el recinto mostraba demudado el color, con restos de vómito fresco en la barba. Se llamaba Galín Barbués y era un aragonés joven, tranquilo y fiable, de los que no se alteraban con facilidad. Estirpe almogávar. Se les había unido en el puente del Arlanzón, sabedor del destierro de Ruy-Díaz, dejando atrás algún incidente del que no le apetecía conversar. Y no era el único. Hombres con asuntos oscuros a la espalda había varios en la tropa. –¿Malo? –le pregunto Ruy-Díaz. –Peor»

Vaya por delante que estoy de acuerdo con Jesús G. Maestro cuando afirma que la literatura española es la más poderosa y original del mundo, pero en este caso he elegido dos novelas, una estadounidense y otra española, y me voy a decantar ampliamente por la estaodounidense muy a mi pesar. Son dos novelas que comparten algunas características temáticas o conceptuales, aunque sea de manera tangencial, y que por tanto me vienen muy bien para intentar explicar cómo me enfrento (y por tanto cómo creo que otros deberían enfrentarse) a una crítica literaria.

El libro de Pérez-Reverte, según reza en su entrada de la Casa del Libro (que a fin de cuentas son los mismos que le publican…), ha sido elegido por la crítica (también por los lectores, pero eso aquí nos importa poco) el mejor de 2019, nada menos. Tampoco especifican si de España o del mundo entero. Sea como fuere ha sido un gran éxito de ventas y ha significado otro triunfo más para su autor pues ha vuelto a convencer a la crítica patria de su altura como escritor y de sus armas a la hora de ponerse con un proyecto histórico y con un personaje tan mítico como El Cid. En ella se nos narra, en primer término, una larga persecución por parte de los hombres de Ruy-Díaz a una partida de moros que, por lo visto, están arrasando con todo a su paso, para terminar entrando, El Cid, al servicio del musulmán rey de Zaragoza. Es por tanto, o quiere ser, novela de aventuras y novela histórica, con personajes y situaciones reales, mucha adrenalina, combates y tensión.

La novela de Cormac McCarthy, ‘Blood Meridian’, no es muy conocida en España, al menos de momento. Se publicó en 1985 y los especialistas (entre ellos Harold Bloom, que la consideraba una de las mejores del siglo XX), la mayoría de ellos, se han rendido ante su magnificencia, pero otros, entre ellos muchos lectores, la han repudiado o bien por su extrema violencia y salvajismo, o bien por su dificultad lectora y conceptual. Narra unos hechos reales, los acaecidos en 1849-1850 en Nuevo Méjico, perpetrados por la infame banda Glanton, un grupo de mercenarios contratados por el gobierno de Chihuahua para traerles cabelleras de indios a cien dólares la pieza. A través de la mirada del chaval, de quien no conoceremos ni su nombre, seremos testigos de algunos de los actos más atroces que imaginar quepa, en una larga travesía por el desierto, un meridiano de sangre, un retablo de posos demoníacos. Es por tanto un western de aventuras, una novela con trazas de historia, y un relato casi metafísico.

La pregunta es obligada: ¿por qué pienso que la novela de Arturo Pérez-Reverte es una inanidad presuntuosa y grandilocuente, un relato pobre de recursos y torpe en su ejecución, un ejemplo de novela inflada por el marketing sin literatura dentro, mientras que por el contrario ‘Meridiano de sangre’ es una obra maestra literaria excelsa? Vamos a verlo.

En primer lugar, como siempre, el para qué. Un por qué que es un para qué. ¿Por qué cada uno de estos autores decide hacer este libro y no otro? En el caso de Pérez-Reverte, su decisión consiste en sentar cátedra, en dar su visión de un personaje mítico, ponerle su propia voz. ¿Lo logra? Ni por asomo. Sidi, en sus manos, suena igual que Alatriste o que Falcó, o que el mismo Reverte cuando da una entrevista por la tele o la radio. Quiere, también, dar su propia visión sobre la historia de este mito, del Cid, con originalidad y para las nuevas generaciones. ¿Lo logra? En ningún momento, por lo anteriormente dicho y porque no posee aliento épico, ni una mirada humanista sobre la historia, ni una capacidad real de que entremos en ese mito por otra puerta a las ya conocidas. ¿Y McCarthy? ¿Qué pretende? Pretende desmitificar el western, para empezar, pero no como ya hiciera Peckinpah, sino mucho más allá. Con ‘Meridiano de sangre’ accedemos por fin a lo que de verdad pudo ser aquello. Quiere, también, proponernos un viaje infernal, en el límite de lo soportable, una experiencia sensorial y emocional extrema. ¿Lo consigue? Rotundamente sí, gracias a un cariz místico-sensorial de su voz de narrador, y a una capacidad pasmosa para lograr un extrañamiento en el espectador que a su vez le haga creer esa ficción como una realidad.

La prosa que emplea McCarthy es sublime. De hecho, en ninguna otra de sus novelas ha alcanzado esta excelencia. Con un lenguaje que es una mezcla perfecta entre lo arcaico y lo moderno, con una narrativa más cercana a la epopeya que a la novela, resulta en todo momento subyugante, fascinante e hipnótica. ¿Y la de Reverte? En su línea: de oficinista, desganada, convencional, con algunos ramalazos algo más líricos, o que por lo menos lo intentan, pero un conjunto en el que no novela, si no que más bien relata. ¿Y sus personajes? Salvo el Cid, ninguno de ellos tiene especial relevancia o trabajo, ni en sus diálogos (pues todos suenan igual, incluso los del rey de Zaragoza?, ni en su dibujo. Y tampoco el propio Sidi es un personaje notable. Reverte presupone que lo es por ser quien es, pero en su pluma queda desdibujado, opaco, sin fuerza. ¿Cómo son los de McCarthy? Todos, sin excepción, sencillamente arrolladores, empezando por el mefistofélico juez Holden, que es lo más parecido al mal absoluto, con algunos de los diálogos más deslumbrantes y aterradores en muchas décadas de literatura, y por supuesto el jefe John Joel Glanton, esa máquina de matar impávida y despiadada, y por supuesto «el chaval» (que luego será «el hombre»), que en realidad es un reflejo del mismo lector, de cada uno de nosotros individualmente. Sin olvidarnos de Toadvine, John Jackson, David Brown, el capitán White… todos ellos personajes perfectamente definidos y con una forma de hablar completamente diferenciada.

¿Y los tiempos y el espacio narrativos? Reverte no consigue que la Hispania de aquel tiempo resulte especialmente interesante, sin más. Algún momento un poco más inspirado, pero en esos espacios narrativos no hay muchos tiempos narrativos, porque Reverte es incapaz de entrar en sus personajes, y por lo tanto no puede saber, ni hacernos saber, cómo discurre el tiempo, los pensamientos y emociones, la experiencia personal de cada secuencia… Algo que sí consigue McCarthy con creces porque… ¡toda la novela son tiempos narrativos! Los del chaval para ser más concretos. Es su mirada, su pálpito interior, lo que percibimos en cada página, en cada capítulo.

Cuando los críticos se quedan maravillados con ‘Sidi’… ¿qué razones o elementos les inducen a esa maravilla? Aluden mucho a la investigación histórica del autor, lo cual es un hecho. Pero… elementos estético-narrativos, novelísticos, ninguno que yo sepa. Sucede como cuando comparé ‘Alien’ y ‘The Thing’, que la mayoría elige ‘Alien’ por cuestiones tales como la escenografía, o el empaque más superficial. Aquí sucede igual, pero la comparación es mucho más sangrante. ‘Sidi’ es una novelita apta para lectores poco exigentes, que nada aporta y que no alberga ningún tipo de verdadera literatura. Sin embargo, ‘Meridiano de sangre’ es una excepcional obra maestra, una joya que quien se la lee no la olvida jamás, y cuya altura estética sólo crece a medida que pasan los años, sobre todo teniendo el cuenta el solar en el que ahora mismo nos encontramos.

Espero haber desarrollado correctamente mis argumentos y que el lector haya podido extraer algo de ellos.

5 respuestas a “Fundamentos críticos ante una obra narrativa (V): ejemplo literario”

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