Porque en realidad nadie sabe bien qué hacer con ella, ni con él. Hablamos de la gran literatura y el gran cine, por supuesto, esos que a ojos de la mayoría son los más incomprensibles, o los más inaguantables, o los más aburridos, o los menos seductores. Si supiera qué hacer con ellos, además de dedicarles algo de su tiempo libre, quizá el mundo sería bastante diferente. Ni mejor ni peor… en realidad puede que mucho peor, pero no lo sabemos, ni lo sabremos, de modo que poco importa. Pero digamos las cosas como son: muchos de los que leen libros con asiduidad y muchos de los que ven películas con fervor, una tras otra, no tienen mucho interés ni en la literatura ni en el cine.
Sucede igual que con cualquier otro tipo de arte. Si mañana dijeran que el museo del Prado está en llamas, y que muchas de las obras allí contenidas corren peligro de desaparecer para siempre, la noticia abriría todos los periódicos, sería la cabecera de todos los telediarios y durante unos días no se hablaría de otra cosa… pero después del impacto inicial a nadie le importará un carajo que se haya perdido una pieza de Jose de Ribera o de Diego Velázquez, y si se abriese una fundación para restaurar las obras dañadas, ni siquiera un uno por ciento de los que van a veces al museo a ver un cuadro tras otro moverá un dedo, ni por supuesto donará un solo euro, para ayudar a restaurarlas. No lo harían con la pintura, no lo harían desde luego con la música, y que nadie piense que lo harían por la literatura o por el cine…
… y es así como tiene que ser. Pero luego volveré a eso.
Si sólo quedase una edición del Quijote, y de esa edición se hubiera salvado un único ejemplar, es posible que algunas personas que no moverían un dedo por otro asunto de los ya nombrados, quisieran salvar ese ejemplar solitario, pero lo harían más por un sentimiento patriótico que por el hecho de que les interese esa obra en concreto. No la salvarían por lo que significa para la literatura por el simple hecho de que no saben, ni tienen interés en averiguar, qué significa para la literatura. Y lo mismo sucede con el cine. Si sólo quedase en el mundo entero una copia en Blu-ray de ‘El padrino’ y ninguna posibilidad de conseguir más, muchas personas la salvarían y querrían hacer algo para que no se destruyese, pero no porque sepan lo que significa para el cine, sino porque «se supone» que es una obra importante. Y es por esto por lo que la gente lee ‘El Quijote’ o ve ‘El padrino’, y por nada más.
Y del mismo modo sucede con todas las obras literarias o cinematográficas de importancia. La gente las lee o las va a ver porque les han dicho que son magníficas, excelsas, insuperables, obras maestras… Y al leer o al ver esas obras maestras, la gente a la que no le interesa el cine o la literatura está de acuerdo con esa corriente de pensamiento más o menos predominante, y les parecen a su vez obras maestras… aunque el origen, el sentido y el significado de esa expresión ni les va ni les viene, ni tienen intención en averiguarlo. Y son casi peores los que carecen de la menor formación, sensibilidad y capacidad divulgativa, y se dedican a escribir en blogs y otros sitios semiprofesionales, o en Twitter y otras redes sociales, queriendo hablar sobre las películas que han visto o los libros que han leído. A esos les interesa todavía menos la literatura y el cine, lo único que les interesa es abonar su ego y su narcisismo patológico, demostrando cuántos títulos raros han visto, o cuántas cosas son capaces de descubrir en un plano.
Pero ya lo dije antes: es así como tiene que ser. El arte no es necesario para nada ni para nadie, y el arte narrativo menos todavía. A la gente le sirve para distraerse los fines de semana y para discutir de él en el trabajo o en el metro, pero un porcentaje muy pequeño se pregunta de qué está hecho, cuáles son sus resortes internos, por qué es necesario ver aquella obra maestra, o aquella de más allá, qué se puede extraer de ella, qué lección, qué mirada, qué significa en su ámbito y qué influencias ha provocado o de cuáles ha bebido. Es para esos para los que algunos escribimos: para los que no se quedan en la superficie de las cosas. Es con esos con los que yo quiero hablar y discutir y llegar a sitios, no con los que hablan de las estrellas, o del dinero que ha costado una película, o de los premios Oscar o del premio Planeta.
A la gente no le interesa la literatura porque piensa que es un asunto demasiado complicado, o demasiado elitista, o digno de eruditos. Pero no es nada de eso. De ella, de la grande, se puede aprender tanto como de un libro de ciencias, y con ella se puede ver mucho más que a través del espejo más nítido. La literatura es algo terrible, tóxico y peligroso: deshace las convenciones y las identidades falsarias, y nos devuelve a un estado primitivo del intelecto, nos hace niños otra vez negando nuestras mentiras y dejándonos con la pizarra vacía, con armas ya para enfrentarnos a la realidad y para conocer la muerte.
Y el cine no es muy distinto. El cine es un pedazo de vida atrapada en celuloide o en digital, convenientemente filtrado por la mirada del cineasta, que dispone sus elementos de ficción para crear una realidad más verdadera que la nuestra, pero igual de dolorosa, o de inabarcable, o de irónica
Uno y otra son lo único por lo que el ser humano merece la pena, porque con ellos puede verse por fin a sí mismo.
Una respuesta a “A nadie le interesa la literatura, ni el cine”
Hombre, teniendo que el autor es un erudito en sí mismo, es normal las cosas que planteas pero viene bien y es un placer hablar de cine o literatura con alguien que sabe realmente de lo que habla. Da un punto de vista diferente a las cosas y eso en este mundo de locos, es bien recibido.
Interesante punto de vista 😀
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