Nunca se insistirá lo bastante en el carácter elusivo de la verdad. La verdad, con o sin «v» mayúscula, se nos escapa entre los dedos sobre todo cuando creemos poseerla, y aunque es posible que exista, es mucho más nítida en la ficción que en la realidad operativa. Por eso es más fácil referirse a las cosas que aunque parezcan verdades no lo son, que a aquellas que aunque no lo parezcan puedan serlo…
…a saber:
No es verdad que yo odie a gente como Pérez-Reverte o Gómez-Jurado. Yo, y otros como yo (que me consta que existen), odiamos todo aquello que representan, todo ese show, toda esa farándula, toda esa celebración de la frivolidad, del narcisismo, toda esa prepotencia, esa falsa modestia, esa manera de entender la literatura como evasión… sobre todo viniendo de escritores de tan apabullante carencia de recursos estilísticos, formales y expresivos.
No es verdad que el novelista, el director de cine, o cualquier otro narrador, se haga a sí mismo o aprenda a serlo. El narrador nace, no se hace, aunque luego sea imprescindible aprender a observar para empezar a narrar. Pero, ¿a qué escuela de novelistas fueron Cervantes, Mann, Faulkner? ¿Alguien cree que se puede aprender a hacer ‘El padrino’, o ‘Amarcord’? Como mucho se aprenden ciertas técnicas, pero ¿cuántas personas han ido a talleres o escuelas y luego se han revelado incapaces de hacer nada creativo o narrativo?
No es verdad que uno se haga mejor persona leyendo, o que los problemas de la sociedad se solucionen con más educación. Sería demasiado fácil. Desde luego no viene mal leer, ni viene mal tener una educación que te garantice cierta formación académica. Pero en los últimos tiempos se repite mucho el mantra de que con libros se sale de la brutalidad y del odio, y se olvida que los jerarcas nazis se hallaban entre las personas más cultas de su época. Es mucho más importante ser inteligente que ser culto, y mucho peor ser un memo que un iletrado.
No es verdad que Madrid sea una ciudad fea, clasista y muy derechas. Lo primero lo he leído ya en varios sitios. Madrid es una ciudad muy bonita, la verdad, con zonas nefastas como todas las ciudades, pero a grandes rasgos una ciudad llena de vida y de cosas buenas. En cuanto a clasista y muy de derechas, eso es una parte de la población, en verdad abundante, pero en ningún modo mayoritaria. El problema nunca será la gente de derechas, que va a existir toda la vida, sino la gente que no es de derechas y que se deja convencer, que no cree en el cambio, que no cree que otra forma de vivir sea posible. Ese es el problema. Y Madrid está plagado de ese tipo de personas
No es verdad que por el hecho de saber leer seamos capaces de leer cualquier cosa. En efecto, el alfabetismo ha alcanzado desde hace décadas porcentajes altísimos, casi absolutos, en el mundo occidental, pero se equivocan los que creen que con eso son capaces de leer cualquier obra literaria, porque en lo que respecta a lo estrictamente literario, es necesario aprender de nuevo a leer, desaprender lo que se cree saber, y volver a empezar.
No es verdad tampoco que uno pueda nacer con fundamentos críticos, o con la capacidad de ejercer la crítica cinematográfica o literaria, al contrario que sucede con los narradores. Los narradores pueden serlo sin haber estudiado nada de literatura o de cine (aunque es necesario que hayan leído obras literarias y hayan visto películas… unas cuantas), pero un crítico necesita de una serie de teorías y fundamentos, para luego construir sus propias teorías o fundamentos. Un crítico ha de ser una persona fuertemente formada en arte, o de lo contrario sus críticas carecerán del mínimo rigor.
No es verdad que vivamos en una monarquía parlamentaria, vivimos en una monarquía judicial, en la que la casta más intocable no son reyes ni políticos, sino los jueces que hacen y deshacen a su antojo, y ante los que los demás se arrodillan como si fueran la misma voz de Dios.
No es verdad que los vehículos de motor o las grandes fábricas sean la mayor causa de contaminación en el mundo, demostrado está que son las miles de millones de cabeza de ganado hacinadas para alimentar a la humanidad (y su emisión de gases tóxicos) y los millones de toneladas anuales de grano necesario para alimentarlas y la industria textil las que más contaminan y nos llevan de cabeza al desastre. Para cuando las grandes potencias quieran dejar de jugar a la ruleta rusa con el entorno ya será demasiado tarde.
No es verdad, tal como dice Raoul Peck en la estupenda serie documental ‘Exterminad a todos los salvajes’, que todas las potencias europeas contribuyeran de igual forma al genocidio de las poblaciones indígenas de África y América del Norte y del Sur. Unas más que otras. Y aunque en efecto España, como todo gran imperio, cometió abusos, nada en comparación con lo que perpetraron franceses, alemanes, británicos y holandeses.
No es verdad que Hitler se encuentre sólo en la historia de la humanidad. Otros viajan con él, y son más maestros que alumnos suyos. Animo al lector de estas líneas a investigar sobre el genocidio de británicos contra las poblaciones indígenas de América del Norte, o las prácticas de Napoleón Bonaparte incluso en su propio territorio. Hitler, siendo el monstruo que es, no es más que un aprendiz. Otros lo hicieron mucho mejor, más brutalmente, más encarnizadamente, que él, y el famoso histrión del bigotito lo único que hizo fue tomar buena nota.
No es verdad que estemos tan desarrollados como sociedad. El gran avance del que disfrutamos se debe a un único elemento: el coche. Es decir, la posibilidad de ir mucho más rápido a cualquier parte que con un coche de caballos. Y es posible que en poco tiempo los combustibles fósiles dejen de ser viables. Tampoco el coche eléctrico es una solución, porque contamina mucho más de lo que se cree. Esta sociedad tan evolucionada y tan brillante dejará de serlo en cuanto las carreteras se hagan inservibles, y volverá a un estado cercano a lo medieval.
Y para no alargar mucho esto sólo añadir que no es verdad que vayamos a ser mejores como sociedad tras la Covid-19. Cuando la venzamos, que la venceremos, llegará otra pandemia, y después otra, y puede que más mortíferas. Y cuando eso pase vamos a ver si hemos aprendido la lección y de verdad nos hemos dado cuenta de que el mundo, tal como lo hemos planteado, es indefendible desde cualquier punto de vista, y que más nos vale cambiarlo todo de arriba a abajo y dejar de hacer las cosas como las estamos haciendo si queremos tener alguna oportunidad.
Estimado Adrián:
Interesante artículo pero respecto a Madrid realmente es fea, clasista y muy de derechas a tenor de lo acontecido en los últimos años así como en las últimas elecciones autonómicas 😀
De resto, poco que añadir salvo que tu texto invita a la reflexión humana
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Me alegro que invite a la reflexión, pero no sé por qué Madrid es fea.
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Mucha contaminación y ruido. Además no tiene playa (el intento de playa en Madrid no cuenta xD). También he de decir que arquitectónicamente es impresionante pero lo dicho al comienzo del texto juega en su contra
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