Como estamos inmersos en los JJOO de Tokyo, me parece que unos cuantos tiros van a ir en esta dirección… empezando por la cantidad de deportes que hay. No creo ser el único que piense que son demasiadas disciplinas, como si casi cualquier deporte, incluido el billar o el ajedrez, pudiera ser olímpico… Parece claro que el corazón de las olimpiadas son las disciplinas de atletismo, natación y gimnasia rítmica, además de a lo mejor lucha grecorromana y poca cosa más. Ya tenemos demasiadas competiciones anuales de fútbol, baloncesto, tenis y otros, que además eclipsan a lo verdaderamente importante. Pero las olimpiadas (que me entusiasman, vaya por delante, por mucho que me queje) no son otra cosa que un negocio, y todo el mundo quiere ser olímpico, y se aprovechan de eso. Pero si de verdad se trataba de recuperar el espíritu de las grandes olimpiadas de la antigüedad, los creadores de las olimpiadas modernas tendrían que haberles dicho a los jugadores de fútbol y de baloncesto y de tenis que se fueran a paseo, que ya bastante dinero o fama poseen, y que existen otros deportistas en el mundo que se merecen su espacio y su tiempo, además de que incluirles a ellos, y a otros muchos, es un enorme dispendio económico, cada vez más insostenible. Eso es lo que tendrían que haberles dicho, si hubieran tenido coraje, porque ya es demasiado tarde.
Se ha organizado mucho revuelo con la renuncia parcial de Simone Biles (que según veo ha conseguido el bronce en la final de aparatos) por sus problemas psicológicos… y la peña ha reaccionado como era de esperar: unos siendo demasiado condescendientes con la gimnasta, otros atacándola por no saber aguantar la presión. Lo típico. Me gustaría ver a esos que dicen que hay que aguantar la presión (Djokovic a la cabeza, haciendo el ridículo más espantoso en la lucha por el bronce…) siendo Simon Biles cinco minutos. Creo que esta chica ha sido muy valiente. Por lo demás, sin que ello sea contradecirme en modo alguno, me gusta mucho cuando los chulitos de los estadounidenses se vienen abajo y pierden, porque les odio. Como casi siempre han estado arriba en el medallero, son los típicos deportistas que van de sobrados y de superestrellas, y me encanta verles salir derrotados y quedarse con esa cara de «pero, ¿cómo es posible que me esté pasando esto a mí si soy estadounidense?». Así que espero que no ganen el oro en baloncesto, y reciban esa cura de humildad que los prepotentes y los soberbios se ganan cada día de su vida.
Voy viendo que algunas personas compran mis relatos, y mi ensayo de Coppola, pero luego no me dicen ni pío. Es más, les escribo a sus correos (porque al adquirir cualquiera de estas piezas a través de la web has de dejar tu mail), para saber de sus impresiones y darles las gracias, y no me contestan. ¡De verdad que no muerdo! Además: si has pagado los dos o tres euros que te habrá costado, tienes todo el derecho a decirme lo que sea, incluso a dejarme claro que lo mío no es escribir, que vaya desperdicio de dinero, y que deseas que te lo devuelva. No lo entiendo… a lo mejor es que todos esos mails de agradecimiento que he escrito, por la razón que sea, han ido directamente a la bandeja de spam. Sea como fuere, si alguno de los que han pagado por mi trabajo lee esto, que sepas que te estoy agradecido, no tanto por el poco dinero que he conseguido sino por haberte interesado en lo que escribo. Los cuatro relatos que están aquí son los mejores que he escrito nunca, de lejos, y estoy muy orgulloso del ensayo de Coppola. Si tienes tiempo y/o ganas puedes dejarme un comentario aquí. Sólo muerdo a los tarugos, no a los que me dan una oportunidad y usan algo de su tiempo y su dinero en leerme.
A pesar de que televisión veo poca, lo menos que puedo, fui testigo en su momento, hace apenas algunas semanas, de la brutal campaña de promoción que Antena 3, una cadena que jamás se ha caracterizado por su respeto al espectador inteligente, le dedicó a esa serie titulada ‘Tierra amarga’, de la que yo no había oído hablar jamás, pero que resulta que iba a ser el próximo fenómeno social. Me entero luego de que es una telenovela turca, porque ahora se llevan las telenovelas turcas, y al parecer de fenómeno social nada. Echando un vistazo a una escena al azar de esta serie (juro que lo he hecho, muy a mi pesar), me doy cuenta de que en Turquía hacen las mismas telenovelas basura que en Venezuela, México o Colombia, con los mismos argumentos delirantes y con la misma puesta en escena pastosa e inoperante, y me doy cuenta también de que dentro de veinte años volverán a estar de moda las telenovelas, pero esta vez las jamaicanas, o las polacas, ¡yo qué sé!, y serán la misma bazofia, y cuando acaben, pasarán diez años o treinta años o cincuenta años, y volverán a hacer la misma basura, y es que en cine y en televisión a veces parece que estamos en el día de la marmota, y vas pasando canales y todo es la misma bobada para personas sin la menor exigencia, y en cuanto hacen algo interesante sientes que has llegado a un oasis después de tanto desierto.
Volvamos a los JJOO: yo creo que los de Tiempo de Juego (ya saben, Paco González, Manolo Lama), son los mejores a la hora de retransmitir el fútbol en la radio. Ahora bien, te narran la final de Nadal en un Grand Slam o se van a los JJOO y la cosa cambia… Adviertes, porque no eres tonto, los mismos trucos que usan para contarte un partido de fútbol, y que ya no les funcionan tan bien, que en el fondo no son más que unos flipaos (Lama a la cabeza), bastante machistas, bastante egocéntricos, que no tienen mucha idea de deporte, lo que además me reafirma en una idea que a pocos les gustará (pero para eso estamos): que el fútbol no es un deporte de la misma manera que un libro de Ken Follett no es literatura. Y que si estás acostumbrado, llevas toda la vida de hecho, narrando partidos de fútbol, ya no estás capacitado para contar los deportes a la gente. El fútbol es una mamarrachada para chavales millonarios y aneuronales, que sólo gusta además a los que no siguen otro deporte. No es un deporte, es un show, un enfrentamiento de egos, de virilidades. En definitiva, la nada.
Último disparo de este revólver: este fin de semana iniciamos, unos amigos y yo, una aventura más que interesante que contaré aquí a fondo y que espero tenga bastante recorrido. La inicio porque tengo la suerte de contar con buenos amigos, con los que se puede hablar de cosas tan apasionantes como poesía, historia y narrativa. Es imprescindible a veces, para poder crecer, tener delante de ti a un interlocutor interesante, cosa que muchas veces escasea. Con un interlocutor interesante tú creces, él crece, y los temas que te interesan y otros que no conocías empiezan a flotar a tu alrededor y a percibirse con mayor nitidez, empiezas a investigar de verdad, a profundizar en ellos, a elevarte. Durante toda mi vida, salvo en muy escasas ocasiones, he tenido compañeros de trabajo en blogs o en revistas o simples interlocutores, de los que no se podía aprender nada, porque no tenían nada interesante que aportar. Y eso se percibe enseguida. Sabes si tienes delante de ti a un tarugo que se las da de experto en cine o en literatura, o si tienes a alguien que de verdad es inteligente. Y yo tarugos que se creían algo y no eran nada he conocido a espuertas. Alguno incluso estará leyendo estas líneas y saben perfectamente lo que son.