En el estreno de la última temporada de ‘The Walking Dead’

Estoy convencido de que la gran mayoría de la gente ve series (como ve películas o lee libros) con la extravagante idea de que eso que están «consumiendo» debe ser lo más parecido a una montaña rusa de emociones, un torbellino que les deje extasiados, en el que no deban pensar demasiado, se les de todo hecho y terminen ahítos. También estoy convencido de que los espectadores, en general, no quieren que una serie (o una película o una novela) les impacte de modo anímico y psicológico, sino que lo que quieren es volverse adictos a esa visión o a esa lectura, y como cualquier adicto simplemente seguir consumiendo sin el menor espíritu crítico. Por último estoy convencido de que a la gente le gustan cosas estrafalarias como salir por la tele haciendo el bobo, pero lo que más le gusta a la gente es opinar. De cualquier cosa, repitiendo lo mismo que dicen los demás, con el estilo y las ideas más chabacanas posibles, como para reafirmarse. En el estreno de la última temporada de ‘The Walking Dead’, muchas de esas voces volverán a querer hacerse oír y volverán a decir las mismas cosas de siempre con los argumentos peregrinos y ese estilo tan refinado a los que nos tienen acostumbrados.

Echemos un vistazo a esa página llamada Filmaffinity (en la que por cierto mi querido Bracero igual le pone un 10 a casi cualquier película de Hitchcock que se lo pone a ‘Blade Runner’) que básicamente es el foro donde todos los espectadores del mundo que desean dar su opinión pueden hacerlo, y donde se pueden dejar críticas (siempre no profesionales, es decir comentarios de barra de bar) de cualquier título. Si vamos a ‘The Walking Dead’ encontramos lo siguiente, de un tal YonkiKong: «El problema empieza cuando tenemos que tirar del guión, diálogos, desarrollo de los personajes… un niño de nueve años… espera, ¿que no lo hizo un niño de nueve años?», esto, de un tal Herr Jasper «demasiado relleno para tan poco zombi…», esto otro, de un tal random_play: «en la segunda temporada hablamos. Hablamos mucho. Hablamos un montón. Hablamos de lo mal que está la cosa, de lo chungo que está el futuro, de lo mal que lo estamos pasando, de embarazos, de muerte, de destrucción…». La cosa empieza a ponerse seria con gente como thefrang que escribe: «La historia se centra demasiado en las historias personales, por momentos parece una telenovela venezolana, siendo la única diferencia que mientras en las primeras tenemos despampanantes latinas de pechos grandes, aquí tenemos una vieja marimacho maltratada por su marido», o con otros como paupaipai que sentencia: «definiré bodrío infumable: cuando se dedican a rellenar minutos de serie apelando a los sentimientos, crisis absurdas y flaixbacks (???) vacíos. Cuando estancan a los personajes en un mismo escenario durante temporadas enteras para recortar gastos…» En general lo que veo son dos cosas: que muchos espectadores tenían muy claro lo que esperaban de una serie de zombis, y que no han visto la misma serie que otros como yo.

Luego se supone que la narrativa está hecha por y para la gente… Pero cuando nos adentramos en páginas dedicadas a desgranar películas y series de televisión, la cosa cambia: en lugar de apreciar la obra en su conjunto, y de conectar los detalles entre sí, el escritor de turno se dedica a comentar sus gustos personales y en el caso de TWD a comparar cada nuevo episodio, recién visto, con todo lo anterior o con lo que él esperaría que fuera la serie (es decir, casi lo mismo que los comentaristas de barra de bar de Filmaffinity, pero sin su estilo barriobajero). Unos y otros, cada vez que les leo, me convencen finalmente de una cosa: que casi nadie sabe muy bien qué hacer con esta serie. Los que han leído el cómic la comparan con el cómic, los que se han visto tres o cuatro temporadas la abandonan porque no es lo que esperaban, los que quieren un «apocalipsis zombi» la critican porque tiene poco zombi (y lo dicen en serio…), los que quieren un drama con más enjundia la critican porque tiene mucho zombi, y los que son adictos de otras series la ponen en un ránking muy bajo porque a fin de cuentas cómo de importante puede ser una serie sobre un «apocalipsis zombi».

Sería de agradecer que la gente comentara las obras que ha visto, y no las que no ha visto en su totalidad. En este punto lamento decir que si quieres opinar sobre TWD, en el supuesto caso en que tu opinión le importe a alguien, deberías haber visto las diez temporadas que hasta ahora se han emitido, y estar esperando a ver la última para tener una visión global. De lo contrario no tienes autoridad para comentarla, como no tienen autoridad los que hablan mal de ‘Juego de tronos’ sin haber visto ni un solo episodio (doy fe de que los hay). Aún así puedo entender que personas que se hayan visto las tres primeras temporadas, por ejemplo, puedan decir lo que ha sido para ellas ese visionado, pero no es posible, sencillamente, que hayan visto otra serie distinta a la que le están ofreciendo en la pantalla. Porque lo que están comentando estas personas es, sencillamente, otra serie. El gran problema de TWD es que todo el mundo, desde el que se ha leído los cómics hasta el que tiene debilidad por los «apocalipsis zombis», tiene muy claro lo que quiere y espera ver en la serie, y cuando la serie le ofrece otra cosa ni siquiera se toma la molestia de averiguar qué es esa otra cosa.

Supongo que ya habrá más intérpretes, críticos e investigadores de cine y del audiovisual que lo hayan dicho, pero ‘The Walking Dead’ es una de las series más importantes de la historia de la televisión, y como creación cinematográfica es una de las más excelsas. Es, le pese a quien le pese, historia de la televisión con mayúsculas, pero además, a falta de esta última temporada que va a constar de veinticuatro episodios que concluirán esta larga historia, es una obra extraordinaria a la que si uno accede sin los prejuicios de rigor, es muy complicado sacarle defectos. Ni siquiera el sobado argumento de que han estirado el chicle durante demasiadas temporadas es aquí válido, porque TWD es una gran saga cuya verdadera naturaleza es, precisamente, su carácter de saga, el concepto del paso del tiempo. Y pocas series, por no decir ninguna, ha llegado a la temporada 10 (sin duda una de las mejores) en tan buen estado de forma. La impresión inequívoca que se tiene viendo esta serie con los ojos bien abiertos, es que toda ella está concebida desde un principio como una estructura cerrada, sin improvisaciones (mientras que otras series de cuatro o cinco temporadas dan la impresión de todo lo contrario), que es un mundo, casi un universo, autosuficiente y cerrado en sí mismo, y que sus once temporadas han sido necesarias para contar la historia debidamente. Tanto es así que mucho tienen que haberse equivocado en esta temporada 11 para que finalmente esta obra monumental no sea en su globalidad el hito que ya se advierte que es.

Por suerte para la fantasía y el terror, ‘The Walking Dead’ va a situarse, si la temporada 11 no es un fracaso absoluto (y yo creo que aunque lo fuera), al lado de ‘The Sopranos’, ‘The Wire’ y muy pocas más como lo más memorable y perfecto que se ha hecho en televisión. No puede ser de otra manera cuando temporada extraordinaria tras temporada extraordinaria (con mención especial para la 2, la 5 y la 10, que alcanzan cotas de narrativa y de poética muy difíciles de igualar), su formidable equipo de guionistas son capaces de llevar la experiencia apocalíptica hacia extremos nunca trillados y siempre creativos y sorprendentes, su equipo de directores (con Greg Nicotero a la cabeza) nunca se entrega a un divismo ni a una grandilocuencia vacua, sino que cuenta la historia del modo más austero y doloroso posible, y su enorme equipo de actores es un reparto sin la menor fisura en el que todos y cada uno de ellos jamás interpreta teatralmente sino que viven la secuencia con enorme intensidad y sobre todo verdad… eso sin mencionar el superlativo trabajo de escenografía y la soberbia fotografía (un aspecto casi nunca comentado) que nos dan secuencias de una belleza y de una precisión técnica apabullantes. ¿Se puede pedir más?

Han sido hasta ahora doce años de pérdidas (el verdadero tema de la serie) y de episodios memorables (de los que es inexplicable que la gente pueda decir que es aburrido, o que no sucede nada, cuando no dejan de suceder cosas en cada secuencia), y ahora queda el último año y medio para despedirla y empezar a valorarla en su justa medida… si es que los espectadores más recalcitrantes son capaces de quitarse la venda de los ojos, y los intérpretes más superficiales son capaces de estar a la altura de las circunstancias.

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