La sumisión a lo angloparlante en la literatura y en el cine

Es así como puede definirse mejor: sumisión. A todo lo inglés, angloparlante, a lo anglosajón, tanto en literatura como en cine, y el autor de estas líneas, pese a que su intención es precisamente criticar este hecho, no está libre de esta influencia. Influencia que a poco que se reflexione sobre ella resulta particularmente humillante y paradójica, por mucho que no cabe duda de que tanto desde las islas británicas (Irlanda incluida, naturalmente), como desde el otro lado del Atlántico, en la colonia germano-británica más grande del mundo, los Estados Unidos, han llegado grandes obras, algunas de ellas obras maestras tanto del cine como de la literatura. Pero pareciera que ellos son los amos no solamente del universo sino también de las artes narrativas. Y esto sí que no.

Desde que se inventaron a Shakespeare, un fulano de quien se dice que inventó la lengua inglesa (claro, entre otros muchos, porque todavía estaba en formación), y que escribió treinta y siete obras de teatro, si es que las escribió él… una figura creada artificialmente que es probable que ni siquiera existiera como tal sino que una suerte de testaferro literario… pero que en el improbable caso de que hubiera escrito esas obras no puede, ni por asomo, compararse con Dante o con Cervantes (sobre todo con el segundo, a quien se le ha querido oponer como símbolo de un imperio y de una cultura); desde que lo inventaron, digo, y nos hicieron creer a todos que es el mejor escritor de todos los tiempos, estaba el camino abonado para subsiguientes figuras, ideas y obras que si alguno tenía alguna duda de su grandeza se le disiparía en cuanto se certificase su procedencia anglosajona, como una especie de sello de calidad inherente, un marchamo inquebrantable con el que mantener su hegemonía en letras, y luego en cine. Los anglosajones, sus élites políticas y culturales, son muy listos, y lo han conseguido. Así, trescientos cincuenta años después de Shakespeare llegaría Hitchcock, y tenemos que tragarnos todos que es el mejor director, o uno de los mejores directores de todos los tiempos, cuando una vez más se trata de un cineasta muy hábil, muy astuto, como en el teatro lo era Shakespeare, y desde Francia, Italia, y el resto de Europa, con la casi siempre acrítica España a la cabeza, nos lo hemos tragado sin rechistar. Peor aún, ayudando en la tarea.

Porque las cosas son así: Shakespeare es el escritor más famoso de todos los tiempos y Hitchcock (por lo menos hasta el advenimiento de Steven Spielberg, que es básicamente un epígono de Hitchcock, aunque hay que reconocer que mucho mejor director de actores cuando quiere) el director más célebre y «el creador más importante de formas del siglo XX», y punto y se ha acabao. ¿Queremos más pruebas? Ahí están los conspicuos François Truffaut y Harold Bloom para machacarnos durante décadas (sobre todo el segundo) hasta que a nadie albergue la más mínima duda. Que los franceses, que en letras no tienen a nadie, o que otros países, que quizá tengan una cinematografía poco poderosa, comulguen con ruedas de molino podría tener un pase. Pero que en España, precisamente, nos dejemos subyugar por semejantes ideas, me parece del todo humillante. Es patético que un país que tiene a Cervantes, a Quevedo y a Lope, en literatura, se deje convencer en la idea de que Shakespeare pueda acompañar al creador del Quijote o del Persiles en el mismo vagón hacia la eternidad. Y bastante penoso que un país que tiene a Buñuel, a Berlanga y a otros cineastas ilustres, simplemente acepte que Hitchcock (o Ford o Wilder) es superior a ellos. Pero es culpa sólo nuestra. Lo es el no haber visto en muchos casos un filme magistral como por ejemplo ‘Muerte de un ciclista’ (Bardem, 1955), y aún habiéndolo visto colocar filmes inferiores de Hitchcock por encima de ella. Lo es tener ‘El verdugo’ y ‘Plácido’ y pensar que Wilder, con ‘El apartamento’ o con ‘En bandeja de plata’ puede siquiera acercarse a ello. Es la diferencia entre buenos directores, y grandes cineastas. Así de claro.

Harold Bloom estuvo durante sesenta años dando la vara conque Shakespeare es el inventor de lo humano, el mayor genio de la historia de la humanidad (conste que esto es verídico…), y un escritor a la altura de Dante o Cervantes. De acuerdo. Que una pléyade de críticos, investigadores, intérpretes y analistas literarios, de Europa, de cualquier parte del mundo, incluido Estados Unidos, no pusiera en sitio a ese engreído soberbio (me refiero a Bloom) y a sus disparates, tiene delito. Porque además de decir todo eso, y unos cuantos delirios más, no lo argumentó de ninguna manera. Cómo me gustó cuando dijo que Poe posee un estilo atroz… ¡Bloom sí que tenía un estilo atroz, una argumentación, si argumentación se podía llamar a eso, capciosa y tendenciosa hasta el infinito, en todos sus libros! (de los que por desgracia me he leído cinco) Y desde España homenajeándole y repitiendo eso de que es el crítico literario más importante del mundo. Ahí es nada.

Y con Hitchcock (y Ford y Wilder y Hawks… y un largo etcétera), lo mismo, desde la crítica francesa (con Cahiers a la cabeza), y desde la crítica española y de gran parte del mundo. El enorme aparato de marketing del mercado audiovisual anglosajón funcionó a toda máquina desde los años cuarenta del pasado siglo, y desde entonces no ha hecho más que perfeccionarse, convenciendo incluso a gente formada y al parecer inteligente (luego la inteligencia hay que sostenerla en cosas como estas…) de que ellos están por encima casi de cualquier otro de su tiempo, y de que filmes increíblemente torpes como ‘Vertigo’, ‘Cortina rasgada’ o ‘Marnie la ladrona’ eran clásicos imperecederos del cine de todos los tiempos. Si son tal cosa, ¿entonces qué son ‘Citizen Kane’, ‘The Magnificent Ambersons’, ‘Touch of Evil’? Welles no apreciaba en mucho a Hitchcock. No me extraña. Él era un genio y Hitchcock no. Hitchcock es un polizonte del mismo modo que lo fue Shakespeare, pero ambos tuvieron la inmensa suerte de trabajar en y para el imperio más enorme y depredador de la historia de la humanidad, que incluso depreda pensamientos supuestamente críticos. Y nosotros, pobres españolitos, tuvimos la inmensa desgracia de nacer en el país más desmemoriado, que peor se cuida, del mundo, y los que no se afrancesaron se americanizaron, y aún lo siguen haciendo.

Así funciona este mundo en el que el eje atlántico (EEUU, Reino Unido, Alemania…) controla no solamente en lo económico sino en lo mental al eje mediterráneo (España, Italia, Portugal, Grecia…), pero no podrá con otros ejes, ni su dominio será para siempre. Y en cuanto a Shakespeare, háganse un favor y lean el ‘Persiles’. El llamado «bardo de Avón» jamás pudo crear algo de esa belleza. Y en cuanto a Hitchcock, que alguno al que no persuadan mis palabras compare sus mejores obras (‘Notorius’, ‘Shadow of a Doubt’, ‘Rear Window’) con las mejores de Antonioni, y que vea lo que hay: que Antonioni era un genio del cine al que hoy nadie recuerda, y que Hitchcock es poco más que un habilidoso, un circense polizonte, en el mejor de los casos, al que un día se le caerá el mito.

7 Comments

  1. Leyendo que Harold Bloom «no argumentó» o lo hizo de forma tendenciosa y/o capciosa la supremacía de Shakespeare, me pregunto que libros has leído de él.

    Pd. No he leído ningún libro suyo (llevo unos cuantos también) en el que no explique claramente sus interpretaciones (bastante originales, por cierto) de las tragedias shakesperianas.

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    1. Hola, tenblue10

      Me he leído ‘El canon occidental’, ‘El canon del cuento’, ‘El canon del ensayo’, ‘¿Dónde se encuentra la sabiduría?’, ‘Cómo leer y por qué’ y ‘Shakespeare, la invención de lo humano’.

      Desde luego, si a tí te parece que Bloom explica claramente interpretaciones bastante originales de las obras de Shakespeare no estoy en condiciones de rebatirlo, por supuesto. Es tu percepción, es válida, y poco más se puede añadir a eso.

      Yo sólo puedo incluir la mía: Bloom es el epítome de la crítica literaria anglosajona, para la que la literatura es un conjunto de obras anglosajonas y alguna alemana, rusa, italiana y española. Y todo ello explicado desde una soberbia y una arrogancia que no marida muy bien con sus conclusiones, forzadas y poco convincentes. En resumen: Shakespeare es no solo el más grande escritor de la humanidad, sino el mayor genio de la historia en todas las artes y en todas las disciplinas. ¿Que por qué? Porque lo es, y solamente el haberme convencido a mí de que lo es resulta prueba suficiente.

      No digo que el amigo Bloom no poseyera una verborrea impresionante, capaz de hilar numerosos conceptos y aspectos de una obra. Había leído mucho y sabía engatusar. Fue uno más que se tragó el hecho de que el imperio británico tuvo que inventarse a Shakespeare para poder parangonarlo a Cervantes y Dante.

      Pero un escritor de una treintena de obras de teatro y de unos pocos cientos de sonetos no puede compararse con Cervantes ni con Dante, ni con Tolstoi, ni con Dostoyevski, ni con Lope de Vega, Quevedo, San Juan de la Cruz, y un largo etcétera.

      Las conclusiones de Bloom sobre Shakespeare (a mi parecer, sin querer imponerte mis ideas, porque tú tendrás las tuyas) son del tipo pensamiento mágico: fue el inventor de lo humano, tú no le lees a él sino que él te lee a ti, ¿podemos concebirnos a nosotros mismos sin Shakespeare?, su elocuencia es abarcadora, y su preocupación dramática casi impecable, Falstaff es absolutamente popular…

      Hay que exigir más de un crítico literario, especialmente cuado según decían era el crítico literario más importante del mundo… Y esto no significa que no tuviera ideas interesantes.

      Un abrazo y gracias por comentar en mi página.

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  2. Vale, por partes… No tengo ánimos de venir a tu blog a darte por saco ni de ser polémico pero creo que hay unos cuantos puntos discutibles en lo que dices (sin dejar de ser mi percepción, como tú dices).

    Que Bloom es el epítome de la crítica anglosajona lo comparto con muchos peros, siendo verdad que su centro de interés está en Shakespeare y en escritores anglosajones (como si en España Francisco Rico y Martín de Riquer no se centraran en Cervantes y en literatura española). Que Bloom considere que la tradición anglosajona está más desarrollada que las otras tradiciones europeas (dicho textualmente por él) nunca se ha desviado en algo como que «la literatura es un conjunto de obras anglosajonas y alguna alemana, rusa, italiana y española». Esto es fácilmente rebatible echando un vistazo a su canon occidental o a sus «Bloom’s Studies». Y no solo no es cierto, es que además probó ser un lector fuera del mundo anglosajón bastante sorprendente, reivindicando la última literatura chilena, la literatura catalana, etc. Por otra parte, poco comparable me parece a colegas suyos como Kermode, Eagleton o Angus Fletcher.

    «El imperio británico tuvo que inventarse a Shakespeare para poder parangonarlo a Cervantes y Dante». Esto es lo más sorprendente de tu argumento, la verdad. Una teoría que solo he escuchado a filólogos hispanistas chovinistas y que no tiene ninguna prueba a su favor más allá del resentimiento, o directamente ideólogos ineptos como Jesús Maestro. La poderosa influencia del imperialismo anglosajón y la calidad de Shakespeare son dos hechos aislados, adjudicar lo segundo a lo primero porque sí se me hace una manera bastante perezosa de hacer crítica, de quitarse de encima el verdadero reto que es analizar las obras de Shakespeare.

    «Pero un escritor de una treintena de obras de teatro y de unos pocos cientos de sonetos no puede compararse con Cervantes ni con Dante, ni con Tolstói, ni con Dostoyevski, ni con Lope de Vega, Quevedo, San Juan de la Cruz, y un largo etcétera». Aquí me asalta la duda de si lo descalificas por escribir solo teatro y poesía, o por cuestión de cantidad. Cómo están ahí Lope y San Juan de la Cruz voy a entender que es por cantidad, y si ese es el argumento me sorprende leertelo más aún que el anterior. Supongo que tendremos que dejar de estudiar a Ibsen, Borges, Blake o al escritor del Lazarillo porque una obra pequeña no puede estar plenamente desarrollada o estar entre las mejores del mundo. Lo más curioso es que retorciendo un poco el argumento se podría descalificar del mismo modo fácilmente por lo mismo a Dante, quién pareces valorar más.

    «Las conclusiones de Bloom sobre Shakespeare (a mi parecer, sin querer imponerte mis ideas, porque tú tendrás las tuyas) son del tipo pensamiento mágico». Entiendo esta lectura de Bloom como un primer acercamiento a su obra (fue mi primera reacción también), y la tendencia a la hipérbole de Bloom se le atraganta a cualquiera, pero es solo la superficie: detrás de eso hay lecturas perfectamente válidas
    Bloom tiene el «fallo» de dar mucha lectura por sentado a su lector (seguramente más de la que casi nadie se puede permitir) y de preferir lecturas relacionadas con su gnosticismo al puro close reading. Y para que no se quede en un intercambio de «yo creo que sí» y «yo creo que no», si me permites dejo aquí un pequeño extracto de su crítica de Macbeth, que me parece un buen ejemplo de las capacidades lectores de Bloom:

    «(…) his prophetic imagination, which is far too strong for every other faculty in him to battle. Macbeth’s mind, character, and affections are all helpless when confronted by the strength and prevalence of his fantasy, which does his thinking, judging, and feeling for him. Before he scarcely is conscious of a desire, wish, or ambition, the image of the accomplished deed already dominates him, long before the act is performed. Macbeth sees, sometimes quite literally, the phantasmagoria of the future. He is an involuntary visionary, and there is something bafflling about his ambition to become king. What do he and Lady Macbeth wish to do with their royal status and power, once they have it? An evening with King and Queen Macbeth at court is an aff air apocalyptically dismal: Th e frightened thanes brood as to just who will be murdered next, and the graciousness of their hostess seems adequately represented by her famous dismissal to stay not upon the order of their going, but go! Whether the Macbeths still hope for progeny is ambiguous, as is the question of whether they have had children who then died, but they seem to share a dread of futurity. Macbeth’s horror of time, often remarked by his critics, has a crucial relation to his uncanniest aspect, transcending fantasy, because he seems to sense a realm free of time yet at least as much a nightmare as his time-obsessed existence. Something in Macbeth really is most at home in the world of the witches and of Hecate. Against the positive transcendence of Hamlet’s charismatic personality, Shakespeare set the negative transcendence of Macbeth’s hag-ridden nature. And yet a negative transcendence remains a transcendence; there are no fl ights of angels to herald the end of Macbeth, but there is the occult breakthrough that persuades us, at last, that the time is free.»

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    1. Buenas noches, tenblue10

      Por polemizar no te preocupes, hombre. Al menos tú lo haces con respeto y buenas formas, no como la mayoría. Así que no te cortes en decir aquí siempre todo lo que piensas.

      En cuanto a Bloom y Shakespeare. Hombre, es mucho presuponer que yo me he quedado en una lectura superficial de Bloom. Lo cierto es que le he leído bastante, y he tratado de ver si detrás de toda esa hojarasca y esa palabrería había algo más. No lo hay, solamente la necesidad de establecer su cuestionable magisterio en todo lo relativo a la literatura MUNDIAL, y a dejar bien claro que la que está arriba del todo es la anglosajona, sobre todo la de Shakespeare, claro, con quien el hombre tenía sueños y conversaciones todas las noches, lo más seguro.

      No es cuestión de chonivismo, tenblue10, es cuestión de ver las cosas como son. En efecto Maestro tiene muchas cosas criticables, pero su teoría de la literatura al menos es una. Bloom no tenía ninguna. Eso de la escritura sapiencial no lo explicó ni siquiera en un volumen dedicado estrictamente a eso. Y no solamente críticos chovinistas han cuestionado a Shakespeare, sino muchos otros. Para empezar Tosltoi, en su famosa invectiva, pasando por numerosos críticos, literatos e intelectuales que lo tuvieron bien claro.

      Shakespeare, si realmente existió, que es dudoso, es un dramaturgo hábil, inteligente, pero hueco, pura fanfarria. No puede compararse a Cervantes bajo ningún concepto, salvo por aquellos que no conozcan a fondo al escritor español. En su liga sólo están Dante y algunos pocos más.

      Ese párrafo que tan amablemente pones aquí, me parece un ejemplo perfecto de lo que fue Bloom y lo que es Shakespare: mucha palabrería sin enjundia. Bloom no criticaba ni teorizaba: filosofaba, cavilaba, especulaba. Esto no es crítica literaria, es literatura, farragosa, aséptica, opaca, pétrea, pero literatura. Eso hacía Bloom.

      Por favor, que nuestros puntos de vista tan disímiles en este tema no te quiten las ganas de comentar más en un futuro.

      Un abrazo.

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  3. Si consideras ese texto y a Shakespeare como palabrería, entonces sí, probablemente no reconciliaremos puntos de vista. En una cosa sí te daré la razón: la crítica de Bloom es literatura. Es más, cualquier crítica literaria que crea no ser literatura, o bien es un fraude o se está engañando a sí misma. Por eso (entre otras cosas) Jesús Maestro no puede ser tomado en serio. Y por eso la teoría literaria de Bloom (que sí que existe y explica en «La angustia de la influencia»), junto con la de Kenneth Burke, William Empson y alguno más seguirán siendo influyentes, porque son buena literatura. Y también por eso Shakespeare sigue siendo un sujeto de estudio de académicos rigurosos todos los años. Mientras tanto en España, aunque tenemos un autor a la altura de Shakespeare como es Cervantes, seguimos sin muchos trabajos críticos interesantes sobre nuestro principal escritor (los que puse arriba, Unamuno y dejo de contar). Y, aunque pueda parecer lo contrario, el chovinismo hispanista y antianglosajón contribuye precisamente a esta falta. De las personas contrarias a esta actitud es de donde suele derivar buena crítica cervantina (por ejemplo las clases de Roberto González Echevarría, que por cierto se pueden consultar en Youtube).

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    1. Bueno al menos no te he quitado las ganas de comentar.

      Yo creo firmemente que una cosa es la crítica literaria y otra literatura.

      Cervantes no es a la altura de Shakespeare, está muy por encima de él, en todo. Basta conocer a fondo El quijote, el Persiles, los entremeses y las ejemplares para darse cuenta de ello, sin necesidad de otros trabajos criticos.

      Pero los hay, y de más enjundia que los de Unamuno, como el de Torrente Ballester.

      Cuando digo palabrería me refiero a retórica sin verdadera profundidad, por supuesto.

      Un abrazo grande

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