El reto de hacer ‘The Last of Us’ en HBO

Pues sí, la están filmando ahora mismo, y algunos que hemos tenido la suerte de jugar al primer juego en 2013, y que luego hemos tenido la suerte de jugar al segundo juego en 2020, nos preguntamos qué va a dar de sí esta serie. Y esto lo digo sabiendo perfectamente que por otra parte muchos no es que se lo pregunten, sino que esperan su estreno con vehemencia y al mismo tiempo (sin saberlo) con las garras afiladas por todo lo que en ella no les guste o no les parezca apropiado de ella, en comparación con su idolatrado juego. Desde luego, va a ser un evento interesante.

Hace ya bastantes años desde las primeras adaptaciones de videojuegos al mundo del cine, y no creo que haga falta nombrar aquellos desaguisados narrativos. Pero parece bastante seguro que en el caso de ‘The Last of Us’ (en adelante TLOU) la cosa va a cambiar bastante. Ya he dicho más de una vez que tanto las dos partes de este juego como aquella maravilla absoluta llamada ‘Red Dead Redemption’ son de los pocos ejemplos que se pueden encontrar en los que exista cierto nivel de narrativa pura, ya que la mayoría de los videojuegos son divertimentos sin más, ejercicios interactivos en los que no hay personajes ni narración de ninguna clase, y llegue a dedicarles sendas críticas en las que espero haber explicado la experiencia de zambullirse en estos universos. Ahora que se anuncia que en unos meses podremos ver el primer episodio, es una ocasión magnífica para seguir reflexionando sobre ello.

No va a ser fácil, desde luego, pero habrá que confiar en que HBO y sus socios lleven su material a buen puerto. No suelen equivocarse (aunque no son infalibles, ¿quién lo es?) y su mayor baza, el carisma de estos personajes y de este mundo creado por Neil Druckmann, puede ser también su mayor problema, pues la legión de seguidores de los juegos puede desvirtuar, directa o indirectamente, lo que se propongan hacer con la serie. Y en ese sentido es inevitable referirse a ‘The Walking Dead’ (en adelante TWD), por varias razones, y no solamente porque aquella fue una serie que durante un tiempo estuvo rondando en los despachos de HBO antes de ser desestimada.

De hecho, resulta insoslayable afirmar que ‘TLOU’, el juego, está muy influido por la serie de AMC basada en los cómics de Robert Kirkman. Una de las grandes diferencias, por supuesto, son las criaturas, pues en lugar de zombis son más bien infectados, y los más terroríficos, los chasqueadores, una especie de mutación causada por el hongo que provoca el virus, son una creación muy notable del género de terror. Podría decirse que HBO va a tener, finalmente, su propio ‘TWD’ adaptando ‘TLOU’, quién sabe si arrepentido por haber rechazado la que sin duda es una de las series más famosas en todo el mundo, pero harían bien en llevar a cabo una depuración parecida a la que Frank Darabont, primero, y luego el magnífico equipo de guionistas y directores llevaron a cabo con ‘TWD’ respecto al cómic. Porque parece fundamental llevar a cabo esa depuración y que ‘TLOU’ se desgaje del videojuego, tenga su propia esencia, sus propias reglas y su propio universo, si de verdad quiere ser una buena serie, o quién sabe si incluso una gran serie. Ha de tomar los dos videojuegos como punto de partida y después, por mucho que les pese a su legión de seguidores, traicionarla, construir una imagen y un sistema de ideas diferente, o el fracaso está bastante asegurado.

¿Qué habríamos obtenido de ‘TWD’ si hubiese sido totalmente fiel al cómic en la trama, los personajes y el aspecto visual? Pues algo parecido, probablemente, a esa nadería de ‘300’ (Snyder, 2006), que es básicamente el cómic de Frank Miller puesto en movimiento, pero sin entidad cinematográfica, sin fuerza, sin mirada, sin pulso cinemático. Si ‘TWD’ es, yo estoy seguro, la obra maestra que es y cuya altura sólo va a crecer con el paso del tiempo, es porque inventó (arriesgándose a que sus comentaristas más hueros le achacaran precisamente eso) nuevos personajes, construyó algo por encima del cómic de Kirkman, más realista, más a ras de suelo, más persuasivo y más raerte. Ese es el dilema de las adaptaciones: han de crear algo nuevo a partir del material preexistente, no quedarse en un mero etalonaje de lo ya visto o ya leído, en una ilustración o en un poner en movimiento unas viñetas.

Veremos, dentro de unos meses, si la pandemia no ha hecho mella en el autor de estas líneas o no nos ha caído un pedrusco del cielo, y lo comentaremos aquí, con la esperanza de que el esfuerzo haya valido la pena.

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