Que William Shakespeare es un dramaturgo que no se merece estar en el canon lo he defendido aquí en más de una ocasión. Que gente como Harold Bloom, entre muchos otros, lo sitúen al lado de Miguel de Cervantes y de Dante Alighieri es un insulto a la inteligencia. Algunos dicen que está sobrevalorado, yo creo que está muy sobrevalorado. No todo lo suyo es desdeñable, y se le pueden conceder algunas virtudes en su palabrería y en su huera pomposidad dramática, pero desde luego es un poeta bastante superficial, y ninguna de sus obras, ni siquiera sus tragedias, se merecen tanta consideración. Sus treinta y pico obras teatrales y sus ciento cincuenta sonetos no pueden ni acercarse a la obra de un Lope de Vega, un Calderón de la Barca, un Francisco de Quevedo o gente así, pero el imperio británico tuvo que inventarlo para oponerlo al genio de Cervantes, e incluso inventarse que murieron en el mismo día.
Ahora bien, resultaría un ejercicio fútil negar lo evidente: que William Shakespeare es uno de los escritores más influyentes, al menos en lo epidérmico, de la historia de la literatura. Demostrar hasta qué punto esa influencia ha sido más perjudicial que beneficiosa en el transcurso de los siglos, con la repetición ad nauseam de sus trucos dramatúrgicos y de su necesidad de epatar al espectador/lector con sus recalcitrantes giros argumentales, sería una tarea ciclópea (aunque sin duda alguna muy interesante…) que quizá alguien debería plantearse… después de que se consiguiera destruir este mito, porque antes resultaría un ejercicio aún más fútil que el anterior. Esa influencia no se ha limitado al ámbito del teatro, sino que por supuesto se ha expandido a la novela, al cine y a la cultura popular. Muchos artistas y narradores se consideran herederos o por lo menos continuadores de lo «shakesperiano», y ese concepto, lo «shakesperiano», se utiliza a menudo incluso para calificar obras que nada tienen de ello, como ‘The Godfather’ o ‘Deadwood’, mientras que otras obras, como la infravalorada ‘Sons of Anarchy’ son muy deudoras del llamado bardo de Avón, pero sólo en la estructura o concepto general, superando ampliamente sus preceptivas narrativas… si es que algunas tienen las encumbradas piezas del susodicho…
Lo más asombroso, al menos para mí (y me consta que para muchos otros), es que se acepten como magistrales e incluso geniales obras en las que nada de lo que acontece posee la menor coherencia interna, en la que jamás de los jamases puedes creerte lo que estás leyendo o viendo en un escenario, y que además sabes que sólo debes hacerlo porque su autor es Shakespeare, y porque si defiendes lo contrario eres algo así como un pedante o un listillo. Lo que dicen y hacen sus personajes carece de la menor solidez o sentido común, pero hay que aceptar que es lo más grande que se ha escrito… Pongamos por caso ‘La tragedia de Otelo, el moro de Venecia’, representada por primera vez en 1604 en Londres. Para resumir un poco digamos que es una historia de celos en la que el pérfido Yago convence al noble Otelo de que su mujer, Desdémona, le es infiel, para hundirle en venganza por una ofensa pasada, lo que tiene como consecuencia que la mate. Veamos cómo se desarrolla esto: Yago, que está furioso porque no ha sido ascendido por Otelo en favor de Cassio, convence al que se nos ha presentado como el más noble, inteligente y compasivo de los generales, Otelo, de que su mujer le engaña. Pero Otelo era el más noble y confiado de los hombres, y se supone que un gran general, y la forma de engañarle de Yago es la que llevaría a cabo un niño de diez años con otro de cinco.
No te lo puedes creer. Como tampoco te crees las reacciones de Cleopatra con Marco Antonio, ni te crees el modo en que Edmundo engaña a todo el mundo en ‘El rey Lear’, ni la historia de amor en ‘Romeo & Julieta’. Por muy bien que luego lo hicieran los actores, son personajes sencillamente mal dibujados, mal desarrollados, y cuyas acciones te las «tienes que tragar». Ahora bien, volvamos a ‘Sons of Anarchy’, la serie creada por Kurt Sutter y emitida entre 2008 y 2014.
Pocas series en apariencia más «shakesperianas» que esta. En el club de moteros SAMCRO (acrónimo de Sons of Anarchy Motorcycle Club Redwood Original), el vicepresidente Jax Teller, protagonista de la historia, ha de averiguar que el actual presidente, Clay Morrow, mató a su padre, anterior presidente, y se casó con su madre. El fantasma de su padre, claro, vuelve en forma del largo manifiesto que escribió antes de morir en el que deseaba que el club se legalizara y dejara de trapichear con armas, lo que quizá fue la causa principal de su asesinato. Las referencias a ‘Hamlet’ son claras. Y aquí, como suele pasar en los dramas del bardo, las mentiras y los secretos crecen como la espuma. Todo son mentiras, traiciones, dobles verdades, en una compleja intriga en la que sobrevuela la tragedia más absoluta. Pero, amigo, aquí te lo crees. Te lo crees todo, y no todo es mérito de los estupendos actores. Los personajes son creíbles, las mentiras están contadas de un modo persuasivo. Lo vives como una segunda realidad. Que Shakespeare ha influido en esta serie, como en muchas otras, y en muchas novelas y películas, es innegable, pero que el creador, Sutter, ha superado al sobrevaloradísimo bardo, también es innegable.
Y por eso digo que no siempre lo más influyente es lo más excelso… ni lo más excelso lo más influyente. De hecho lo verdaderamente grande es muy difícil que influya a hacer algo de su misma altura, por no decir imposible. Lo genial marca caminos que nadie roturó antes, crea algo que antes no existía. Por cierto, ¿sabía el lector que todas las obras de Shakespeare, absolutamente todas, están basadas en textos previos? Ni siquiera fue original en eso.
6 respuestas a “William Shakespeare: no siempre lo más influyente es lo más excelso”
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Interesante entrada
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Saludos, Massanet, es interesante tus comentarios y la comparación con la obra de Shakespeare y los Hijos de la Anarquía. Excelente análisis, gracias por esta entrada para aclararnos sobre este dramaturgo.
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Gracias a ti por tu comentario
De todas formas lo mejor es que cada cual lea a Shakespeare, todo lo suyo, y saque sus propias conclusiones, que me parece que a poco que se tenga algo de sentido común y buen gusto serán parecidas a las mías.
Un abrazote!
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Saludos, Adrián!!
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[…] preexistentes y que los trasciende para transformarlos para siempre, sea influyente o no (pues no siempre lo más influyente es lo más excelso), que crea algo que no puede ser imitado, y que es un juicio irreprochable sobre el ser humano. Una […]
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[…] envueltos en violencia y negocios turbios. Pero además lo hizo con un claro acento shakesperiano (esta vez sí, no como ocurre en muchos títulos que nada tienen de eso), pues es imposible no establecer […]
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