Sobre eso de «destrozar la opinión» del otro

Es una cosa que, he de admitir, antes me impresionaba. Y bastante. Me impresionaba cómo es posible que algunas personas puedan decir que otros les «destrozan la opinión». Esto me ocurría hace como quince o dieciséis años, cuando empecé a escribir en algunos medios digitales y comenzaba mi (muchas veces ardua, todo hay que decirlo) interacción con los lectores, con comentaristas y con cualquier otro que pudiera leer lo que yo escribía. Ahora, unos cuantos años más tarde, lo cierto es que impresiona menos, pero me sigue sorprendiendo. Y yo creo que a cualquiera debería sorprenderle que por el hecho de cuestionar una película o una novela, alguien a quien pueda gustarle esa novela o esa película pueda cabrearse, pueda sentirse ofendido, atacado o que le están «destrozando la opinión», y que acto seguido, la mayoría de ellos, contraataquen con saña furibunda.

Funcionamos, casi siempre, pensando que los demás serán un poco como nosotros mismos, y actuamos o interactuamos en consecuencia. Si yo jamás me ofendería porque alguien me dijese (y me lo han dicho unos cuantos a lo largo de los años) que Tarkovski es un puto coñazo, pienso que nadie se va a ofender si digo lo que pienso sobre tal película o sobre tal novela. Es lo más normal. Como mucho (como muchísimo) pienso que la persona que tengo delante, o cuyas líneas estoy leyendo (en un libro, en un artículo, en Twitter) está profundamente equivocado, y quizá trate de debatir con él. Poco más. No intento convencer a nadie porque nadie está dispuesto a dejarse convencer, ni a escuchar a los demás. Intento, más que nada, demostrar que otras ideas son posibles, o demostrar que los argumentos de mi interlocutor son cuestionables o poco elaborados, y ya. La mayoría de las veces lo único que quiero es decir mis ideas tan alto y tan claro como las ha dicho otro, y la respuesta que obtengo, que he obtenido decenas y cientos de veces en mi vida es: «me estás destrozando la opinión».

He de decir algo, en este punto: cada vez estoy más convencido de que la gente sabe, intuye de alguna manera, cómo son las cosas. Es decir, cuáles son los artistas más grandes, cuáles son las obras más valiosas. Y al revés: cuáles son los artistas menos valiosos, cuáles son las obras más prescindibles. Aunque les gusten a ellos. Y lo creo por dos razones: la primera es que nunca, en toda la historia, se ha tenido tanto acceso por tan poco dinero a tantas películas y tantos libros, y al final las cosas caen por sí solas. Y la segunda es que basta rascar un poco, hablando incluso con la persona más obcecada, para que acabe admitiendo siquiera de manera tangencial que simplemente defiende gustos viscerales, y no hechos consumados. ¿Y qué tiene esto que ver con lo que estaba intentando decir? Pues que esa puede ser la razón de que tanta gente se sienta atacada o diga que le «destrozan el gusto», porque sabe, intuye, que no tiene argumentos, que aquello que defiende con tanta pasión es más un gusto infantil que un verdadero conocimiento de hallarse ante algo verdaderamente grande.

Puedes encontrarte –a mí me ha pasado– con gente que te diga que «no le gusta» Miguel Ángel. O que no le gusta ‘Las meninas’, por ejemplo. Que no le gusta y punto. Pero ante el hecho de la extraordinaria habilidad de Velázquez para la caracterización de los personajes de su cuadro, ante su capacidad sobrecogedora de captar el movimiento con su pincel (el pequeño Nicolás Pertusato pateando al mastín que ni se inmuta de la esquina inferior derecha) y sobre todo la manera en que resuelve el gran problema de la profundidad de campo en el arte de la Pintura con tres secciones de luz perfectamente empleada para darnos la sensación de que podemos entrar en el cuadro… todo eso, además de lo enigmático del cuadro y de la imposibilidad de integrarlo en un marco genérico, es inapelable, y es la verdadera razón de la genialidad de esta obra maestra. Y eso ningún gusto de nadie lo puede apelar.

Sucede lo mismo en cualquier arte. Continuamente, la gente apela a los gustos personales, a que el arte es lo que cada uno quiere que sea… o a la imposibilidad de establecer qué es lo mejor y qué es lo peor, dónde está la genialidad y dónde no…. y otros nos pasamos la vida defendiendo y tratando de argumentar que precisamente eso es lo más fácil del mundo de demostrar… para el que quiera entenderlo, claro. Lo grandioso en ‘Las meninas’, o en el ‘Ulysses’ de Joyce, o en ‘Blood Meridian’ de McCarthy, o en ‘La vie d’Adele’ de Kechiche, o en ‘Melancholia’ de Von Trier, es perfectamente explicable, argumentable e interpretable. Por supuesto que cada uno experimenta con el arte lo que a cada uno le parece mejor, pero si de verdad queremos encontrar qué hay de maravilloso en unas obras, y qué falta en otras, es tan sencillo como saber interpretar cómo se han solucionado, técnica y narrativamente, los problemas conceptuales que se han propuesto en dichas obras. El arte no va de encontrar lo que de bonito o mágico tiene una pieza, y que cada cual encuentre lo mágico en el detalle que le parezca. El arte va de entender cuáles son las herramientas poéticas o compositivas de cada disciplina, y cómo los artistas en cuestión han resuelto esos problemas. En el caso de Velázquez y ‘Las Meninas’, la profundidad de campo y el tratamiento de la luz. En el caso de ‘El Quijote’ la creación de un nuevo paradigma, expresivo y crítico, de la realidad novelística de su tiempo. En el caso de ‘The Godfather’ la combinación de las técnicas audiovisuales europeas y estadounidenses para crear un nuevo paradigma del cine negro y la tragedia. Y así hasta el infinito.

No se trata, en realidad, de destrozar el gusto o la opinión de nadie, sino de debatir, y debatiendo llegar a sitios alejados de fanatismos, de filias y de fobias, y de empezar a ver las cosas como son, no como se quiere que sean.

2 respuestas a “Sobre eso de «destrozar la opinión» del otro”

  1. Sin ánimo de destrozar tú opinión…
    El ser humano siempre va culpando a los demás de las cosas que le suceden en la vida.
    A mi personalmente la opinión de los «críticos» de las cosas me parece absurdo ya que las cosas son porqué alguien dijo que eran así y alguien le hizo caso, en este caso hablo de lo que es bueno o no de una película o arte.. Entonces honestamente creo que cada uno ve la vida como la ve y opina lo que le da la gana.. Y que los debates estos en cuestión es una mera forma de entretenerse como el que juega a la play, puro entretenimiento, ahora sí a alguien le influye lo que piense el otro que se lo haga mirar y se lo trabaje, porque hay gente que si que le afecta a niveles muy muy altos. Una opinión es sólo una opinión… Y aquí dejo la mía sin ánimo de destrozar a nadie. Sólo por puro entretenimiento feliz día.

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