Infiernos y narrativas: La III Guerra Mundial (I)

La gente que nos (des)gobierna en todo el mundo, las élites, están locas de atar. Por qué casi siempre los más cabrones, los sociópatas, llegan a puestos altos de la sociedad, es un tema para otro artículo (que prometo escribir, si no nos morimos todos antes), pero yo creo que esto está fuera de toda discusión. No se salva ni uno, si bien unos (los del otro lado) intentan protegerse de los de siempre, los de este, los poderosos, los imperialistas que creen que el mundo es suyo, que tienen potestad para hacer lo que quieran, que nadie puede toserles. En fin, el malote de la clase, el más chungo y el más cachas, que no sabe, en realidad, con quién se mete.

Y es que lo han conseguido. Ya está el camino allanado. El otro día, viendo una de las pocas películas realmente sólidas de Steven Spielberg, titulada ‘Los archivos del Pentágono’ (‘The Post’, 2017), no podía hacer otra cosa que sonreír a mi pesar: o sea que en 1971 la peña se escandalizó en EEUU porque se descubría que el Pentágono y la Casa Blanca sabían en 1965 que no iban a poder ganar la guerra de Vietnam y aún así siguieron enviando tropas, malgastando dinero público y llevando jóvenes al matadero. Ahora sabemos muchas cosas mucho peores y nadie se escandaliza. Para qué. Los últimos veinte años, los que llevamos de siglo XXI, han sido una catástrofe humana y sociopolítica tras otra. Ya estamos anestesiados. Ya todo da igual. O bien no nos creemos nada o bien nos lo creemos, que nos vamos a ir todos al diablo, y a nadie parece importarle. ¿Se da cuenta la gente de lo que está pasando en Ucrania? Y no me refiero a la guerra y al sufrimiento de civiles y a la crisis energética y alimentaria que se nos viene encima. No. Eso ya de por sí es para echarse a temblar. Pero no me refiero a eso. Ojalá fuera solamente eso. ¿Se da cuenta de lo que significa que Finlandia y Suecia dejen de ser neutrales en todo este carajal perpetrado por los yanquis? La gente… ¿es lela, ha sido estupidizada por las redes sociales y por décadas de comodidad en este frágil «primer mundo»? ¿Qué está sucediendo aquí?

Hasta hace pocos años teníamos un sólo, enorme, problema: dejar de envenenar el planeta (o sea a nosotros mismos) con la emisión de gases a la atmósfera y de vertidos tóxicos al mar. Eso ya de por sí era un reto considerable, porque como básicamente somos una especie imbécil, parece que es imposible dejar de tirar mierda a nuestro entorno. Pero ahora tenemos uno más: sobrevivir a los próximos meses sin llegar a descubrir el (breve) escalofrío que experimentaremos cuando se lancen varios miles de ojivas nucleares desde Eurasia a Europa y EEUU, y desde Europa y Estados Unidos a Eurasia. Unos al leer esto dirán «eso no va a pasar». Otros dirán o pensarán: «eso no va a ocurrirme a mí en el caso de que pasara».

Ya…

Estados Unidos, con la connivencia de Reino Unido, Francia, Alemania e Italia, es el país más asesino de la Tierra (España también está en el ajo, pero al menos ha tenido la sensatez, o la falta de ambición, de no fabricar armas nucleares). Se ha creído eso de que son los amos del universo, y nadie puede hacerles sombra. El problema es que se la hacen: el gigante chino se lo está comiendo en el Pacífico, y como además está básicamente en quiebra económica técnica (para hacerle la guerra a China tendría que pedirle prestado a China…) necesita mucha pasta. ¿Quién se la va a dar? Pues nosotros, claro, que para eso somos sus siervos de la OTAN. Los países europeos estamos duplicando nuestro gasto militar, comprando armas a Estados Unidos en lugar de invertir en cosas tan tontas como sanidad y educación pública, que están para el arrastre. Se preguntan los analistas para qué diablos: si la cosa se pone fea de verdad no van a tener lugar combates con tanques y helicópteros, sino batallas de esas con ordenadores y miras láser a cientos de kilómetros, drones, misiles tácticos, contramedidas y devastación nuclear. Rusia y China saben que el objetivo de EEUU es destruirles para proclamarse, de una vez y para siempre, la dueña del mundo, y no van a permitir que eso pase, lógicamente. Luego, si los tontos quieren demonizarles por intentar sobrevivir, pues que lo hagan. Ellos sobrevivirán y los tontos no.

Bienvenidos al mundo del futuro, en donde se ha demostrado de una vez y para siempre que los gobernados son una panda de menguados mentales a los que no les importa que sus gobiernos se arruinen comprando armas a una potencia extranjera a la que le trae sin cuidado si vivimos o morimos mientras podamos ofrecerle dinero y carne de cañón. Bienvenidos a la inminente III Guerra Mundial, con Ucrania, Finlandia y Suecia servidas como primer plato, y al cielo nocturno como próximo mosaico de lucecitas de colores muy brillantes, mientras Biden se come un helado y mientras Putin y Xi Jinping aplastan sin piedad a este occidente decadente, terminal, comatoso, al que por fin van a cobrarle todas las deudas de su imperialismo, colonialismo y racismo salvaje, mientras suena la Novena Sinfonía de Beethoven.

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