Infiernos y narrativas: La III Guerra Mundial (II)

El ciudadano medio cree que está informado, que sabe lo que sucede, leyendo la prensa y viendo el telediario. Algunos incluso se toman la molestia de leer varios periódicos de (en teoría) dispar signo ideológico, y varios telediarios, incluso aquello que generalmente no les agrada, por eso de conseguir una mayor pluralidad de pensamiento y tal. Y así, creen que están informados de lo que sucede en cuestiones como la guerra en Ucrania, la economía y otras cuestiones que nos afectan todos. Desgraciadamente, no basta con eso.

El otro día tuve un aburrido «rifi-rafe» con varios tuiteros (todos muy listos y muy defensores de la libertad de expresión y de su derecho a disfrutar de cine-basura y de best-sellers-basura, mientras insultan, atacan y denigran a todo el que piense diferente a ellos y les demuestre lo equivocados que están) en los que unos pocos insistimos en la necesidad de un pensamiento crítico. Ese pensamiento crítico no solamente va a ayudarte a dejar de pensar que el Cine y la Literatura están ahí para divertirte, sino a dejar de vivir en la niebla. Porque vivimos en la niebla, todos nosotros.

El que crea que vive en un mundo libre, no tiene ni idea de lo que dice.
El que crea que la justicia prevalece y el bien al final triunfa, languidece en un cuento de hadas.
Porque estamos en el peor de los mundos posibles.

Creemos que vivimos en una sociedad libre, en la que podemos elegir nuestro futuro, nuestra identidad y nuestro estilo de vida. No es cierto. Desde luego no en las geografías más devastadas del planeta, pero tampoco aquí, en el mundo libre. Ni siquiera en un país que se considera una democracia, como España. España ya no existe. Hace mucho que dejó de existir. No tenemos la soberanía para tomar nuestras propias decisiones como país. Como mucho, la decisión de elegir un gobernante que al final se parece bastante a otros que hemos tenido y que acaba haciendo las mismas cosas que hacen otros en otros países de Europa. Porque Europa tampoco existe. Europa es ya la OTAN: un brazo obediente, armado y sumiso de los EEUU. Y el que piense otra cosa, insisto, vive en un cuento de hadas. En materia económica dependemos de Bruselas, y en materia geo-estratégica, dependemos de EEUU. Ellos deciden y nosotros acatamos. En el supuesto caso de que queramos «desmarcarnos» de ello, salirnos de la OTAN, decirle que no a los abusos de Bruselas, enseguida nos castigarían de tal manera que sería peor aún que este vasallaje humillante: entraríamos en la lista negra de países díscolos, nos calificarían de comunistas (sin serlo, como le pasa a Rusia, China y tantos otros), nos arruinarían y harían de nuestra existencia un infierno. País democrático y libre, sí claro….

Lo que está teniendo lugar desde los años ochenta es una III Guerra Mundial encubierta, ni más ni menos, y no soy el único que lo piensa. Tras el desastre global de la II Guerra Mundial, las conflagraciones ya no van a ser (hasta que no quede otro puto remedio) las mismas de antes. Ya no van a tener lugar grandes movimientos de tropas, tanques y tiroteos y explosiones, por lo menos de la misma manera y con los mismos tiempos de antes. Ya lo dijo George Carlin: «los nazis fueron vencidos, pero el fascismo triunfó». Es una gran verdad. El fascismo se ha adueñado de EEUU, que está dispuesta, incluso a cargarse este puto planeta, para conseguir dominarlo y poseerlo sin la menor oposición. Pero enfrente tiene a Rusia y China, entre otros, que no se lo van a poner tan fácil. Por eso ataca a sus aliados (Yugoslavia, Turquía), por eso crea el ficticio estado de Israel (otros fascistas), por eso oprime a los países más pobres del mundo y forma alianzas dudosas, derriba líderes, crea pobreza, origina inestabilidad económica y energética, presiona de manera criminal a sus adversarios… todo esto blanqueado y maquillado por nuestros medios de comunicación, incluso los más progresistas, porque ellos son los malos y nosotros los buenos. El adoctrinamiento ha vencido, y el Gran Hermano nos vigila, amigos y amigas. Y si no se lo creen, no se lo crean.

Si de verdad estuviésemos en un mundo justo, que buscara el bien de todos, que respeta la declaración de Derechos Humanos, lucharíamos, todos, contra regímenes totalitaristas, que oprimen a las mujeres y a las minorías, lucharíamos contra aquellos que quieren controlar los recursos, haríamos lo indecible para ayudar a países como Palestina, Cuba, el Sáhara, Haití… Pero claro, para hacer eso tendríamos que luchar contra el mismo Estados Unidos, y contra la OTAN. Y no sé a qué estamos esperando para hacerlo. Y si es lo último que hacemos, al menos habremos hecho alguna cosa honesta y valiente en nuestras irrelevantes vidas.

Pero no lo haremos, claro que no. Seguiremos viendo el fútbol, y leyendo novelas idiotas, y enganchados a malas series, sin el mejor pensamiento crítico. Eso se nos da de lujo. Aprovechemos todo lo que nos ofrece la burbuja antes de que estalle. Y estallará, tarde o temprano, y tendremos que elegir bando.

2 respuestas a “Infiernos y narrativas: La III Guerra Mundial (II)”

  1. La gente está en posesión de la verdad, «su verdad»; una opinión, la de todos ellos, mejor o peor expresada, cada uno la suya, como los culos, decía Clint, y nadie valora ni aprecia, ni reconoce. ¿Qué diría Cervantes si tuviese la oportunidad de adaptar El Quijote a nuestra época?

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