Sigue llamándome la atención que algunos se lancen a aventuras quizá muy por encima de sus habilidades o posibilidades, en algunos casos, o que se propongan empeños imposibles a los que ellos vuelven aún más imposibles con su ceguera y academicismo. Ocurre en todos los ámbitos, tanto en Literatura como Cine y Televisión. Me pregunto dónde están las mentes verdaderamente inteligentes y profundas. No escribiendo libros, muchas veces, sino seguramente ocupados en otras cuestiones de mayor remuneración…
Viene todo esto a colación porque acabo de leerme este libro:

Está escrito nada menos que por Santiago Muñoz Machado, director de la Real Academia Española de la lengua, y trata de ser la biografía definitiva de Cervantes y el estudio más completo hasta la fecha de su obra magna, Don Quijote. 1037 páginas contiene nada menos, el volumen, y podríamos decir que tiene una primera parte dedicada a la vida del autor, una segunda a la creación del Quijote, una tercera a la figura de Cervantes como creador, una cuarta a la búsqueda del significado profundo de la obra maestra, una quinta y una sexta dedicadas a las fuentes literarias cervantinas, y otras cinco partes en las que da buena cuenta de su intensa investigación sobre la época y la lengua cervantinas. Se trata, por tanto, de un inmenso esfuerzo por convertir este volumen en el trabajo definitivo sobre el que probablemente sea el escritor más genial de todos los tiempos (con permiso de Dante…). El tal Muñoz Machado, del que yo desconocía su existencia hasta haber leído este volumen, por mucho que sea director de la RAE, seguramente ha tardado muchos años en completarlo y tiene mucha fe en él. Ahora bien, se trata a todas luces de un volumen fallido.
Rastrear y dar forma a la vida de una figura tan huidiza como Cervantes, desde luego es muy complicado. Antes se dejaba muy poco rastro del paso por el mundo, y mucho más si eras una persona humilde. Todavía es muy posible que Shakespeare nunca existiera, o que no escribiera él solo muchas de sus (escasas) obras, y que otras figuras nunca sepamos qué hicieron o no hicieron. Pero si eso es muy complicado, construir una teoría sobre la vida de Cervantes, y una teoría sobre su creación literaria, basándose sobre todo, tal como hace Muñoz Machado, en lo que dijo el propio Cervantes en sus prólogos, o en sus cartas, o en las veces en las que habla en primera persona en sus novelas, es directamente un suicidio, porque Miguel de Cervantes era muchas cosas, pero sobre todo era un mentiroso compulsivo del que no hay que fiarse en ningún momento, porque se ríe de ti a cada paso y te hace imposible que puedas tomarle en serio. Y sorprende que un tipo tan preparado como todo un director de la RAE no sepa verlo y que caiga en la trampa en su voluminoso libro… del que por cierto más de 250 páginas son bibliografía… sin ningún orden ni concierto. A unos diez títulos por página estamos hablando quizá de ¡2500 libros o artículos consultados para componer este ensayo! Si de verdad los ha leído y consultado todos, que lo dudo, desde luego no ha sacado nada en limpio.
Hay algo irreprochable: la investigación documental que ha llevado a cabo el autor de ese ensayo para situarnos en un contexto histórico. Como se le presupone, es un erudito que ha sabido enmarcar a la perfección su trabajo. Del lienzo ahora hablaremos, pero el marco es yo diría perfecto. Se dedica páginas y páginas a dejar claro que lo sabe todo sobre aquella época, sobre costumbres, sobre géneros literarios, personalidades de la época, costumbres, objetos, vestuario, enclaves… de todo. La primera parte, la de lo que se sabe de la vida de Cervantes, es por ello la más sólida y defendible. Lástima que la segunda y la cuarta, que son aquellas en las que el autor trata de darle un significado definitivo al Quijote, sean tan desastrosas. Muñoz Machado toma la muy torpe decisión de explicarnos El Quijote desde dentro, desde la lógica cervantina, como si el autor pudiera explicarnos, a través de sus textos, cuáles son sus razones a cada paso literario que da. El problema es que Cervantes, de cada cinco cosas que decía o dejaba por escrito, diez eran mentira, eran un juego laberíntico en el que los más ingenuos, y Muñoz Machado lo es, se perdieran en un concierto de palos de ciego.
Pero donde Muñoz Machado acaba perdiendo definitivamente el norte es cuando decide otorgar el mismo carácter a Cervantes que al narrador del Quijote, desconociendo, por lo que parece, que escritor y narrador son dos figuras literarias diferentes, complementarias, pero que deben ser estudiadas de manera paralela, no idéntica. Obviamente, el que escribe la novela es Cervantes, pero el narrador es un personaje literario (como en toda novela que se precie de serlo) muy distinto al propio Cervantes, que se convierte en su más firme y poderoso valedor, porque es el que mejor miente y el que más toma el pelo al espectador (creando ese concepto de narrador no fiable…), y Muñoz Machado ¡decide creerle en todo cuanto dice, cuenta y narra! Resulta hasta entrañable observar de qué manera en las 750 páginas reales que dura este ensayo el autor se deja llevar de la mano por un tipo tan cínico y tan inteligente como Cervantes, que como se suele decir «se las da con queso» a todo un director de la RAE porque es muchísimo más inteligente que él.
Para terminar, un aviso: no se trata de ensalzar ni de encumbrar la obra literaria de Cervantes. Para eso, las obras maestras del escritor se valen solas. Se trata de elevarnos a nosotros para ponernos a su altura.
No critiques al jefe del 7 machos Reverte que la vamos a liar, además son gente muy antigua que seguro que saben todo de los tiempos de la batalla de Lepanto y alrededores cervantinos.
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Serán machos alfa, pero no se enteran de nada en lo tocante a Cervantes.
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