Arturo Pérez-Reverte y Juan Goméz-Jurado jamás se cansan de hacer el ridículo

Lo cual es bueno, al menos para aquellos que consideramos que sus novelas son un aburrimiento absoluto (por mucho que ellos quieran hacerlas trepidantes y magníficas), ya que son de esos personajes que te dan mucho juego y de los que jamás te cansas de escribir, así quieras olvidar que existen escritores semejantes.

Quiero pensar que algún día, dentro de algunas décadas, fenómenos sociológicos (no literarios) como ellos desaparecerán, y darán paso a verdaderos/as grandes creadores, o por lo menos creadores/as honestos, inteligentes, humildes y sabios. De momento, me temo, tenemos que seguir soportando este circo…

Y a mí, lo prometo, me encantaría ser de esos lectores/críticos agradecidos, mansos y felices a los que les parece maravilloso cada nuevo engendro de estos dos señores, y celebran sus publicaciones como si a ellos les aportara algo, y llaman «maestro» a Pérez-Reverte, o le llaman «Don Arturo», y le ríen las gracietas y las bobadas de chaval de doce años a Gómez-Jurado en las redes sociales. Pero no puedo. Y no puedo no porque les odie o les envidie (puesto que no hay nada que envidiar en ellos y no les conozco personalmente para odiarles), pero sí odio lo que representan: la Literatura convertida en mercancía, concretamente la Literatura Española, en tebeos baratos con los que pasar el rato y sentir que lees libros, el autor convertido en fantoche, en vende-humos, en caricatura de los medios de comunicación para poder vender, para estar siempre en el candelero.

P-R y G-J. G-J y P-R. Tal para cual, uno ya setentón y otro ya cuarentón, pero colegas y amigos y compadres en esto de vender libros, en eso de echarse capotes y de babosearse mutuamente en las redes sociales, con G-J convertido poco menos que en un servil admirador de su «maestro», y con P-R llamando a G-J «joven pistolero» y mamarrachadas por el estilo. Ambos se creen cosas que no son: Pérez-Reverte se cree Conrad redivido y un digno epígono nada menos que de Cervantes (ya hablaré sobre eso otro día), con la inestimable ayuda de críticos rancios entre los que incluyo a Alberto Olmos, al que poco menos le falta poner un cuadro enorme de P-R en su dormitorio. G-J se cree el S. King español, y un más que probable heredero del trono de P-R en eso de ser el autor español con más ventas. Ambos, además, se creen la hostia de graciosos y la hostia de atractivos. El narcisismo es un tema excelente en Literatura, pero en la vida real no es más que una tara que no se cura ni yendo a terapia.

Los dos estudiaron periodismo y desde allí lograron sus (cuestionables) contactos para ponerse a publicar. P-R es el preferido de los hombres mayores de sesenta años, G-J es el preferido de la chavalada, por llamarla de alguna manera, que no abre un libro de verdad ni de casualidad. Los dos se lucen a menudo diciendo barbaridades y fanfarronadas, pero a veces es necesario glosarlas para certificar que son eso, fanfarronadas dignas de personas que no merecen que nadie les lea.

He aquí la de P-R, repetida hasta la extenuación en varias entrevistas, como si fuera una idea genial:

Yo no tengo ideología, tengo biblioteca

Y he aquí la G-J, proferida en el último Todopoderosos de este mismo mes:

En análisis de estructura, soy uno de los mejores del mundo

Lo de P-R es como esa gente que no es de derechas ni de izquierdas, ni fascista ni anti-fascista, ni feminista ni machista… Es decir, que es de extrema derecha.

Y lo de G-J va en la línea de eso que dijo que de tenía matrícula de honor en crítica cinematográfica y en crítica literaria (no se sabe en qué escuelas… pero deberían devolverle el dinero). Una fanfarronada más que él se cree por la única razón de que sus libros venden muchos ejemplares. Nada más. No hay ligas de a ver quién es el mayor experto mundial en estructura, salvo en la cabeza de este buen muchacho.

Pero las cosas son muy diferentes. G-J, que lo único que tiene que decir sobre El Quijote es que fue «el primer best-seller», que carece, como su compadre P-R de imaginación, de inteligencia creativa y de expresividad artística de cualquier clase, no puede ser ningún conocedor de estructura narrativa porque, tal como él mismo ha afirmado, y al igual que P-R, además de poseer un estilo atroz, además de escribir como un oficinista chusquero, no tiene ni pajolera idea de música (aunque tener nociones musicales tampoco te garantiza nada, como le sucede a Rodrigo Cortés). Y la música es la base de todo, incluso de la Literatura y el Cine. Eso es un hecho tan elemental como que en cuanto P-R desaparezca del mapa literario muchos que ahora le prestan atención se olvidarán muy pronto de él, porque no escribe más que farfolla literaria, y como que G-J en unos pocos años será otro escritor de best-sellers desesperado por seguir consiguiendo éxitos económicos, si es que no está completamente marginado por una industria de ficción que solamente busca pelotazos y libros dignos de lectores poco exigentes.

Es lo que pasa cuando eres un escritor envanecido y fanfarrón al que lo único que le importa es ganar dinero.

5 respuestas a “Arturo Pérez-Reverte y Juan Goméz-Jurado jamás se cansan de hacer el ridículo”

  1. «Aturo Pérez-Reverte y Juan Gómez-Jurado jamás se cansan de hacer el ridículo»…, bueno no sé si es, divertido desde luego que sí, por lo menos para los que leemos este blog. La verdad es que si por separado ya tienen los suyo, como pareja son descacharrantes. El arte y la literatura están llenos de fenómenos así. Lo que sucede es que, al final, el tiempo cae a plomo y pone a cada uno en su sitio. Un abrazo, Adrián.

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