Arturo Pérez-Reverte es la anti-literatura

Sucede, más a menudo de lo que se quiere creer, que los que defienden a muerte cierta idea, o concepto, o universo, o los que se declaran fanáticos o guardianes de algo, muy a menudo son los que más contribuyen a su decadencia y a su más que posible destrucción. El mundo no es un lugar de ideales puros, sino un lugar paradójico, contradictorio, en el los que se apoderan de la bandera que representa algo son los que en secreto lo pervierten, y los que se oponen con todas sus fuerzas contra otro algo son los que finalmente se adhieren a ello. Tal cosa sucede con EEUU y con Francia, por ejemplo, los países en los que más se oye la palabra Libertad, que es muy hermosa en sí misma pero que en manos de esos países ha perdido todo su significado, y sucede también con los que tienen la palabra Amor todo el tiempo en la boca y al final descubres que no tienen ni idea de lo que significa y que lo que ellos propugnan es exactamente lo contrario.

Y tal cosa le sucede a Pérez-Reverte con la Literatura… en realidad prácticamente con todo, pero sobre todo con la Literatura. Se trata de un escritor muy famoso que lleva décadas defendiendo los libros, declarando lo muchísimo que ha leído en su vida, los miles de libros que conforman su biblioteca, su alegría al entrar a formar parte de la Real Academia, su odio contra los que pervierten la educación y la historia en nuestro país, etc… Este hombre no solamente es un novelista de enorme éxito, es también uno de esos a los que nadie ha contratado para el puesto de guardián, pero que se ha apoderado de él con gesto voluntarioso y ánimo férreo, dispuesto a luchar contra los que, en teoría, están más que dispuestos a destruirla. Y sin embargo son tipos como él los que están acabando con ella día tras días, novela tras novela, acto tras acto. Qué curiosa es la vida…

Pérez-Reverte, como él mismo ha declarado alguna vez, nunca tuvo la menor vocación literaria. Un día le entró el gusanillo de escribir, la cosa funcionó comercialmente, y aquí estamos. Como además es un hombre muy listo, ha aprovechado un nicho inesperado: el lector español hodierno. Porque el lector español de hoy es otra paradoja.

El lector español de hoy día no tiene el menor interés en la Literatura, siendo además uno de los países que más ha contribuido al esplendor de la Literatura como una de las bellas artes. Los madrileños se cuentan entre las personas del mundo que menos visitan el madrileño museo de El Prado, la más importante pinacoteca del planeta, y los lectores españoles se cuentan entre las personas del mundo que menos leen las obras de arte literarias escritas en su propio país. ¿No dije que la vida es paradójica? Basta tener algo para no prestarle mucha atención. Y Pérez-Reverte ha aprovechado ese nicho maravilloso para posicionarse como (es un decir) intelectual y autor. Se ha apropiado moralmente (con sus declaraciones, con su desparpajo habitual, con su serie de Alatriste) del Siglo de Oro como si él fuera el adalid mundial de ese tiempo y esa forma de entender la Literatura, ha convencido incluso a los críticos más circunspectos (¡que han llegado a compararle con Cervantes!), y ahí está, en teoría intocable e irreprochable y ahora convertido en algo parecido a un cruce entre el abuelo cebolleta con sus batallitas y uno de esos individuos que te encuentras por ahí que mientras se miran al espejo para confirmar lo guapos que son escupen al suelo de la barra del bar.

Que Pérez-Reverte es la anti-literatura es un hecho porque:

  1. Carece del menor estilo
  2. Escribe como un oficinista mal encarado en el mejor de los casos
  3. o como un cuentista pre-galdosiano en el peor de ellos
  4. Simplemente se pone a contar cosas porque
  5. no tiene ni idea de estructura narrativa a pesar de lo que dice de argamasa narrativa y cosas por el estilo ya que
  6. tampoco tiene el menor oído musical
  7. Ninguna novela suya perdurará en el tiempo
  8. Ningún personaje suyo está realmente vivo
  9. Ninguna idea suya pasa del chascarrillo grandilocuente o del encarecimiento patriótico
  10. Ningún diálogo suyo alberga la más mínima verdad.

Comparar a este señor con Cervantes le hace un gran favor a él, y un flaco favor a Cervantes. Él, que se cree un gran conocedor del Siglo de Oro y de la obra cervantina, ha demostrado una y otra vez ser un simple diletante que no comprende lo que significa el genio más grande de las letras universales. Queriendo explicarlo, lo abarata, y queriendo elogiarlo, lo simplifica. Su ignominiosa adaptación de El Quijote, con la que pretendía acercar la obra maestra «a los más jóvenes», lo que consiguió fue mutilar la obra, pero es consecuente con su forma de pensar: no es el público el que tiene que elevarse para acceder a una obra literaria importante, sino que es la Literatura la que debe descender al nivel del público, por muy bajo que pueda ser ese nivel en un momento dado.

Pero así es este hombre. Queriendo acercarse a Cervantes, lo destruye. Queriendo defender a España, revela una y otra vez su profundo afrancesamiento, es decir, su escasa querencia por el plural y complejo carácter español. Queriendo mostrarse humilde y moderno, demuestra su soberbia y su ranciedad. Con cada nueva novela, con cada nuevo éxito, no hace más que derruir la creatividad de sus lectores hasta hacerla picadillo. Pero a él no le importa, porque se sabe rico, famoso, triunfador e influyente. Su nueva novela se llama Revolución. ¿Existe alguien menos apto para esgrimir esa palabra y ponerla como título de una novela? Libertad, Amor y Revolución… Si no significan ya nada es por cosas como esta.

Diré algo, para terminar: Pérez-Reverte sabe, al igual que muchos otros que le imitan o le adulan, que todo esto que digo es cierto. Lo sabe. Sabe que como escritor no vale nada. Lo sabe perfectamente. En el fondo todos sabemos lo que somos. Es un erudito, de eso no cabe duda. Es un triunfador material, de eso tampoco. Es un hombre influyente y un tipo muy listo que ha llegado muy lejos en una industria muy complicada, eso nadie puede negarlo. Pero también es un escritor pésimo, sin estilo, estructura, mirada ni interés, y lo sabe de sobra. Sabe que ha conseguido convencer a mucha gente pero que dentro de no mucho el espejismo desaparecerá y sus libros se verán relegados a lo que son, ficciones baratas de kiosco. Es una putada saber cosas, pero también nos liberan. Y liberarnos de ciertas cosas es algo que necesitamos desde hace mucho tiempo en nuestra vida creativa.

Un día la gente se olvidará de este hombre, y de otros muchos como él, y descubrirá a Cervantes. Y lo ese descubrimiento será algo alucinante en sus vidas. Descubrirán lo que es la Literatura, lo que de verdad es capaz de hacer, lo que es estructura, lo que son personajes y narradores, lo que es una vasta creación intelectual y filosófica. Porque Cervantes se vale por sí solo no solamente para cambiar la Literatura, transformarla y forjarla, sino que lleva 400 años, que se dice pronto, jugando al escondite con los críticos e historiadores, demostrando que otros serán muy listos, pero que él es el Maestro de Maestros, que es la Inteligencia personificada, que está más vivo que los que escriben ahora, los cuales están muertos antes de haber dado el primer teclazo.

8 Comments

  1. Pero a chulo Reverte le gana el manco de Lepanto, cada cual tiene su especialidad, nadie vale para todo y Don Arturo Pérez es un ex-corresponsal de guerra siempre contando batallitas y navegando por mares procelosos, aunque dudo que se aleje mucho de la costa por si las moscas.

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  2. Bueno, ya sabemos que todo lo que triunfa hoy en día, y la literatura también, claro, es lo que vende. Si vende, es triunfo. O sea, el triunfo en nuestra época de rapidez mediática reside en los beneficios pecuniarios, para nada valora el triunfo de la razón, el arte o, en una palabra, la belleza. Y lo que ofrece grandes beneficios es que te hagan creer que eres el dios de cualquier cosa. Eso hay que reconocérselo al señor Reverte. La literatura… La literatura es otro asunto.

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    1. Ya lo he dicho muchas veces: lo que ha logrado este hombre es para quitarse el sombrero. Llegar a la cima de la industria del espectáculo es muy complicado, hay que hacer enrevesadas alianzas, hay que besar los culos apropiados, hay que engañar a los amigos correctos y hay que adular a los enemigos necesarios, y sobre todo es imprescindible traicionarse a sí mismo. Eso no lo logra cualquiera.

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  3. A mí me deja atónita la profunda reverencia con la que se le trata y escucha en cualquier entrevista cuando luego no suelta más que lugares comunes e ideas mal enjaretadas. Todavía no le he escuchado nada que me parezca interesante. Personalmente su éxito mundano me trae al pairo… Y sí, la belleza y la Literatura las dejamos para otro día, como la apelación al «lector con talento» que hace Vila-Matas. Tampoco me sorprende, la vida es así.

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