Sé perfectamente que una de las razones de que ciertos lectores «no me traguen», o por lo menos no me tragaran en un pasado, cuando escribía en algunos blogs muy visitados, consistía en que algunas veces (menos de las que me gustaría) he insistido en ciertas ideas que no calan muy bien pero de las que estoy cada día más convencido, si es que no lo estaba ya antes: que el cine USA –repito, USA, y lo seguiré repitiendo para que no haya lugar a error, es decir el cine hecho en ese país (o lo que sea…) a veces por realizadores extranjeros, que emigraron allí por guerras o catástrofes personales– de los años 30, 40 y 50, es decir, el cine que habitualmente es el llamado «clásico estadounidense» –aunque más que «clásico» (referente a una época de esplendor) habría que referirse a él como «académico»— si bien reviste de su innegable importancia, y dado su poder financiero y el reclamo del star-system pudo, como no podía ser de otra manera, atraer a grandes directores, y cuenta con grandes películas, no es para tanto… No puede parangonarse, bajo ninguna circunstancia, con el cine hecho en Europa y en Asia precisamente durante esas tres décadas, y tuvo que esperar hasta los años 70 para hacerse adulto.
Si para ti el cine es John Ford, Howard Hawks, Billy Wilder y Ernst Lubitsch, y ese es el prisma desde el que lo miras todo, pues lógicamente el cine actual te parecerá una porquería. Pero a lo mejor sería bueno, en pro de una mirada crítica más acerada, de cambiar de prisma…
Esta es mi idea principal. Y si me estrujo las neuronas y me pongo a hacer una lista, no exhaustiva, con lo mejor de aquellos años hecho en EEUU, me sale algo como esto:
It’s a Wonderful Life, de Frank Capra, 1946
Shadow of a Doubt, de Alfred Hitchcock, 1943
Gone with the Wind, de Victor Fleming, George Cukor y Sam Wood, 1939
The Grapes of Wrath, de John Ford, 1940
How Green Was My Valley, de John Ford, 1941
Citizen Kane, de Orson Welles, 1941
The Magnificent Ambersons, de Orson Welles, 1942
Touch of Evil, de Orson Welles, 1958
The Bad and the Beautiful, de Vincente Minnelli, 1952
Lust for Life, de Vincente Minnelli, 1956
All Quiet on the Western Front, de Lewis Milestone, 1930
The Bride of Frankenstein, de James Whale, 1935
Scarlet Street, de Fritz Lang, 1945
Freaks, de Todd Browning, 1932
Invasion of the Body Snatchers, de Don Siegel, 1956
The Apartment, de Billy Wilder, 1960
Rear Window, de Alfred Hitchcock, 1954
Sunset Boulevard, de Billy Wilder, 1950
To Be or Not to Be, de Ernst Lubitsch, 1942
West Side Story, de Robert Wise y Jerome Robbins, 1961
In the Heat of the Night, de Norman Jewison, 1967
The Graduate, de Mike Nichols, 1967
Midnight Cowboy, de John Schlesinger, 1969
The Hustler, de Robert Rossen, 1961
In a Lonely Place, de Nicholas Ray, 1950
Butch Cassidy and the Sundance Kid, de George Roy Hill, 1969
The Wild Bunch, de Sam Peckinpah, 1969
Bad Day at Black Rock, de John Sturges, 1955
Vera Cruz, de Robert Aldrich, 1954
To Kill a Mockingbird, de Robert Mulligan, 1962

…seguro que me dejo algunas en el tintero… Claro, ahí estaba el gran Orson Welles, que lo cambió todo, pero también filmes excelsos como It’s a Wonderful Life, All Quiet on the Western Front, The Bride of Frankenstein, Scarlett Street… Otros, la mayoría, no son tan excelsos, sólo grandes películas. El cine de EEUU siempre ha estado más pendiente del público que de los autores, de la forma. Así mismo, muchas de las películas consideradas clásicos, que indudablemente están bien hechas y bien interpretadas (…para su época), son más bien teatro filmado y albergan escaso cine neto. El cine de EEUU quería hacer películas más grandes que la vida, grandes historias, grandes actores, grandes éxitos de taquilla… epatar, conmover, hacer soñar. Lo de siempre, vaya: la gran fábrica de sueños. Pero un día todo eso empezó a cambiar. En los años sesenta, sin ir más lejos. Con la Guerra de Vietnam y con el despertar de una ciudadanía que ya no estaba porque le contaran milongas, ni pelis de indios, o de buenos y malos, o relatos que ensalzaran el «sueño americano»…
Ahora tenían que contar la verdad, o intentarlo por lo menos. En Europa y Asia lo hacían, ¿por qué ellos no? Ese fue el cambio fundamental. No contar grandes sueños, sino contar la verdad. Creo que he leído en alguna parte que eso es lo que tiene que hacer el arte narrativo. Y eso fue lo que pasó a partir de lo que pasó en los años setenta. Y no solamente eso, sino que la interpretación y dirección de actores y el montaje y la fotografía, evolucionaron hasta convertirlo en un arte mucho más autónomo y definido, sobre todo en EEUU, que pasó de contar películas, a contar la verdad. Y de ahí las obras maestras o únicas o geniales, que hemos tenido en EEUU desde entonces:
The Godfather Trilogy, de Francis Ford Coppola, 1972-74-90
Apocalypse Now, de Francis Ford Coppola, 1979
The Conversation, de Francis Ford Coppola, 1974
Lost Highway, de David Lynch, 1997
Goodfellas, de Martin Scorsese, 1990
Barton Fink, de los hermanos Coen, 1991
The Terminator, de James Cameron, 1984
Aliens, de James Cameron, 1986
Terminator 2, de James Cameron, 1991
Titanic, de James Cameron, 1997
Eternal Sunshine of the Spotless Mind, de Michel Gondry, 2004
The Thin Red Line, de Terrence Malick, 1998
The New World, de Terrence Malick, 2005
Unforgiven, de Clint Eastwood, 1992
Fight Club, de David Fincher, 1999
The Girl with the Dragon Tattoo, de David Fincher, 2011
The Silence of the Lambs, de Jonathan Demme, 1991
Chinatown, de Roman Polanski, 1974
Taxi Driver, de Martin Scorsese, 1976
JFK, de Oliver Stone, 1991
The Thing, de John Carpenter, 1982
Prince of Darkness, de John Carpenter, 1987
They Live, de John Carpenter, 1988
The Master, de Paul Thomas Anderson, 2012
Die Hard, de John McTiernan, 1988
Brokeback Mountain, de Ang Lee, 2005
Robocop, de Paul Verhoven, 1987
The Nightmare Before Christmas, de Henry Selick, 1993
The Assassination of Jesse James by the Coward Robert Ford, de Andrew Dominik, 2007

Y aquí sólo he incluido lo más excelso. Pero hay más, filmes muy notables, o «pequeñas obras maestras», que se han ido sucediendo a lo largo de las décadas:
Ed Wood, de Tim Burton, 1994
The Shawshank Redemption, de Frank Darabont, 1994
Bullets Over Broadway, de Woody Allen, 1994
Manhattan, de Woody Allen, 1979
Hannah and her Sisters, de Woody Allen, 1986
Match Point, de Woody Allen, 2005
Manchester by the Sea, de Kenneth Lonergan, 2016
21 Grams, de Alejandro Glez Iñárritu, 2003
In the Bedroom, de Todd Field, 2001
Dead Man Walking, de Tim Robbins, 1995
Hell or High Water, de David Mackenzie, 2016
Munich, de Steven Spielberg, 2005
Lincoln, de Steven Spielberg, 2012
The Hurt Locker, de Kathryn Bigelow, 2009
Ghost Dog, de Jim Jarmusch, 1999
Elephant, de Gus Van Sant, 2003
Last Days, de Gus Van Sant, 2005
Paranoid Park, de Gus Van Sant, 2007
Paterson, de Jim Jarmusch, 2016
Mud, de Jeff Nichols, 2012
Loving, de Jeff Nichols, 2016
Spider-Man: Into the Spider-Verse, de Bob Persichetti, Peter Ramsey y Rodney Rothman, 2018
Moonlight, de Barry Jenkins, 2016
Winter’s Bone, de Debra Granik, 2010
Así las cosas, se me hace difícil, pero muy difícil, considerar que el cine «clásico» está por encima del cine más contemporáneo, sobre todo el que aquí designaríamos como tal, a partir de los años 70. Y eso que no he puesto muchos títulos excelentes de los grandes directores, ni he puesto documentales, que los hay extraordinarios.
Esto lo lee un purista y me manda a la mierda. Pero es lo que pienso, y para mí está cristalino.