Viajeros de la noche – Capítulo decimonoveno: Debate, ¿cuál es el verdadero alcance de los videojuegos?

Los debates, sobre todo los que albergan un componente teórico, parecen proscritos de todos los medios. En su lugar proliferan las discusiones y los enfrentamientos que se quieren hacer pasar por debate, pero que desde luego son otra cosa, más parecida a constatar quién sabe más, quien tiene peor mala hostia o quién se la coge con papel de fumar.

Pero algunos seguimos creyendo en la pertinencia y el alcance de un buen debate, en el que cada uno de los ponentes disponga de su tiempo para desarrollar sus presupuestos, no con el objetivo de convencer a nadie de la mesa, necesariamente, sino quizá con el de proveer al oyente de las herramientas necesarias para construir su propio criterio, incluso porque los argumentos que le proponen sean lo opuesto a lo que él intuye que es la verdad.

Ese ha sido el objetivo principal de este debate sobre el verdadero alcance de los videojuegos, en el que además de mis buenos amigos Juanjo y Carlos ha participado un viejo conocido mío, que es un especialista en videojuegos, y que ha tenido a bien enriquecerlo con su propia experiencia y su visión de ellos. De tal modo que he quedado, porque yo mismo me lo he buscado, en franca desventaja, ya que yo tengo muy claro –pese a que respeto la posición de Juanjo y Jose María Villalobos- que las cosas son las que son, y no como se quiere que sean.

Esto es:

–Que los videojuegos, por su propia naturaleza, no pueden ser ni narrativa, ni desde luego arte, ya que para ser narrativa deberían poseer un narrador y un estilo, y están a otras cosas, y para ser arte deberían trascender de una forma poética y filosófica, conceptual y estética, y no tienen el menor interés en ello.

–Que ni siquiera son ficción, porque para erigirse en una fábula, deberían construir un mundo con unas reglas cerradas en sí mismas, cosa que los videojuegos tampoco pueden hacer.

–Que o bien son películas interactivas o bien son juegos burdos sin el menor interés.

–Que aunque algunos poseen cualidades narrativas inherentes, y son valiosos en algún sentido, siguen siendo un producto de entretenimiento que jamás podría ponerse al lado de la Literatura o el Cine.

Pero Jose María y Juanjo piensan muy diferente, y logran convencer a Carlos. La próxima vez prepararé mejor el terreno. Hasta entonces aquí dejo este estupendo capítulo nuestro que espero sea el primero de muchos debates interesantes que tendrán lugar en cuanto encontremos un motivo para ello.

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2 Comments

  1. Difícil llegar aquí a un consenso si no lo hubo en qué es literatura, aunque entiendo que no es el objetivo. No me parece justo comparar los 30 primeros años de videojuegos y los 30 primeros años de cine para ver quién ha tenido una progresión más importante porque el contexto es diferente, como no me parecería justo comparar los 30 primeros años de cine con los 30 primeros años de poesía.
    Quiero añadir algo: los videojuegos son, como su nombre indica, juegos en vídeo. En el siglo XX y en lo que llevamos de XXI los juegos han avanzado en muchos aspectos. Esa «libertad dirigida» que se le atribuye a los videojuegos ya existía en los librojuegos. Más aún, en los juegos de rol, que conocéis ya que se tocó en el programa especial de vampiros, esa sensación de que tú eres parte importante de la historia es más real que en los videojuegos, porque aunque el director de juego haya creado una historia de base, puedes ignorarla y hacer lo que te venga en gana, hasta que probablemente tus acciones te lleven a perecer; pero en los videojuegos, por mucho que sean de mundo abierto o procedurales, sigue habiendo muchos más límites, desde físicos hasta de acción (coge el videojuego más abierto que haya e intenta, no sé, comerte objetos que tengas porque te estás muriendo de hambre: ¿hay alguno que te deje hacerlo?). Me da un poco de lástima que surja este debate en los videojuegos pero no pase con los juegos de mesa (que sería el equivalente a los videojuegos sin narración) y los juegos de rol, quizá porque nuestra imaginación individual, ligada a la literatura, está destinada a perder contra la imaginación que se puede plasmar por un artista (o una I. A.).

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