Están ahí, en tu ciudad, bajo el cielo nocturno. Por todas partes. Te rodean. Puede ser tu compañero de trabajo, o tu vecino, o tu primo. De hecho son tu vecino o tu primo. Son los críticos de cine, que de un tiempo a esta parte, sobre todo desde que apareció el internet, han proliferado como setas. Bueno… críticos de cine… lo que sean.
Lo diré mil veces y no me cansaré: los críticos de cine son fundamentales, pero no para demostrarte lo listos que son y cuántas películas han visto, y para encontrar conexiones absurdas y estrambóticas entre planos, secuencias, puntos de fuga o filmografías del Nepal y de Indonesia. Nada de eso. Sino para ayudarte a ti y a cualquier otro con un mínimo de interés y curiosidad en construirte tu propio criterio, algo en lo que se tarda años, sino décadas. Los críticos son los intérpretes del material que te entrega el artista, son aquellos que te abren los ojos ante aquello que no eres, por el momento, capaz de ver. Y aún más: son los que tienen como misión en la vida (sí, en la vida; otros tienen como misión en la vida ganar dinero y divertirse los fines de semana) ayudar a salvaguardar lo más hermoso y frágil, y a desechar la mentira, la falacia y lo falsario. Nada más y nada menos.
De modo que…
…por haber visto trece mil películas en diez años no eres un crítico de cine
…por saber juntar palabras de un modo más o menos limpio no eres un crítico de cine
…por ser un perdonavidas en las redes y un flipao capaz de defender las películas de Luc Besson o de Michael Bay, no eres un crítico de cine
Tampoco por sacarte la carrera de periodismo y ponerte a ir de corresponsal (enchufado) a festivales de cine, o a eventos, o a estrenos, eres un crítico de cine. Yo he tenido (lo juro por dios o por el diablo, que me da lo mismo) periodistas con carrera que me han escrito a mí para preguntarme cómo se escribía una crítica de cine. El crítico de cine nace y se hace. El crítico de cine no se limita a ver películas y a tomarse el cubata, sino que se conoce perfectamente la conexión histórica entre la Literatura, el Teatro y el Cine. De hecho, es imposible que un buen crítico de cine no sea también un gran lector, un gran melómano y un conocedor por lo menos solvente de las bellas artes. Un crítico de cine es mucho más que un flipao que va a todos los festivales, porque un verdadero crítico de cine no es el que va a los estrenos y te los comenta, sino que son esos tipos raros, uno entre mil, que te escribe ese ensayo esencial con el que cambiar la perspectiva de cientos de personas, o el que escribe un volumen crucial sobre un tema en concreto que supone una revolución, o el que investiga durante años y da conferencia y clases para ampliar el conocimiento de un aspecto del cine.
Eso es un crítico de cine.
No los que de un tiempo a esta parte, y cada vez más, tienen como único objetivo aumentar las visitas a su sitio, o decir la parida del día para crear polémica, o simplemente llamar la atención para estar en el candelero. Esos son los chiquillos, habitualmente entre veinte y treinta y cinco años, que tienen la enorme suerte de trabajar para un medio que les paga, y que se pasan la vida escribiendo gilipolleces, ya sea en revistas de este país o incluso en la poderosa Variety, escribiendo en Twitter cosas como que ‘Wild at Heart’ fue un gran fallo personal de David Lynch. Se creerán críticos de cine, pero no lo son. Le quitan probablemente el espacio y el trabajo a críticos de cine de verdad…
¿Y antes?
Antes digo hace cincuenta o sesenta años. Pues era parecido y básicamente y a grandes rasgos igual que ahora. Obviamente no viví esa época, pero la conozco bien porque me he molestado en conocerla y en leer absolutamente todo lo que ha caído en mis manos. Antes los críticos de cine, en su mayoría, eran igual de soberbios, ignorantes y sectarios que ahora, sólo que vestían de corbata, fumaban puros y no se juntaban con la chusma… se juntaban con su chusma.
De igual manera que es complicado encontrar a un buen novelista o a un buen cineasta, a uno verdadero, también es complicado encontrar a un verdadero crítico, y da la impresión de que cada generación tiene el suyo. Por eso hay que buscar mucho. Muchísimo, hasta encontrar a gente valiosa, inteligente, sabia, generosa, capaz de mostrarte es capaz de dar de sí.