Llevamos ya cinco capítulos de la adaptación que HBO ha hecho del famoso (con razón, por una vez) videojuego ‘The Last of Us’, cuya primera parte vio la luz en 2013, y tenemos a los aficionados, críticos de videojuegos y algún que otro crítico cinematográfico que se sube por las paredes cantando las loas de la serie y algunos colocando ya (muy temerariamente) algunos episodios, como el tercero, entre los más importantes de la historia… Nada sorprendente todo esto, porque el hype y el fanatismo de los espectadores cada vez es más desaforado y absurdo, pero también porque la masa espectadora siempre se ha caracterizado por una memoria bastante escasa.
Lo cierto es que lo que llevamos visto hasta ahora invita a la esperanza de que esto sea una buena serie. La adaptación es impecable en el doble sentido que se espera siempre: por una parte es fiel al espíritu y a gran parte de la estructura del VJ, y por otra propone cuestiones y aspectos nuevos que no traicionan ese espíritu sino que lo enriquecen. O sea que de momento bien. El casting es perfecto, la producción (como no podía ser de otra manera) es impecable, la dirección es severa y ajustada. Todo en su sitio. Sin embargo sigue teniendo dos losas tremendas sobre sus hombros de las que no tengo muy claro que vaya a ser capaz de librarse. Por un lado ser la adaptación de un videojuego tan famoso que todo el mundo conoce, lo cual desactiva gran parte de su capacidad de sorpresa y de su identidad como narración. Por otro lado tener tan cerca una creación tan colosal, y tan influyente en todos los sentidos como ‘The Walking Dead’. Vamos por partes.
A los videojuegos se les concede mucho, se les da mucha manga ancha y se les permite cosas que a las novelas y a las películas les supone verdaderos problemas. En los videojuegos (y es una de las señas de su naturaleza) el cliché es ley. Cuando hablamos de un videojuego (o ludo-narración, como prefieren decir sus exégetas, para otorgarles un cariz más prestigioso… sin conseguirlo) de terror, o del oeste, o de cyberpunk, se le permite darse un paseo y atiborrarse a tope de todos los lugares comunes de esos marcos genéricos, algo que toda película o novela mínimamente seria no puede permitirse, o en caso de hacerlo es masacrada sin piedad. ¿Nos imaginamos una película de fantasía en la que salgan dragones y magos tal como los hemos visto doscientos millones de veces? Pues eso hacen los videojuegos. ¿Nos imaginamos un western en el que los pistoleros lleven espuelas, entren en el saloon, salven a la chica en apuros y maten al malo con bigote? Pues eso hacen los videojuegos. En el caso del terror, ‘The Last of Us’ no poseía nada realmente original, en lo temático, si bien era uno de esos pocos juegos en los que por lo menos la acción y el suspense era más realista. Los creadores de videojuegos re-descubren el Mediterráneo por decimoquinta vez en cada nuevo trabajo.
‘The Last of Us’ es un gran videojuego no tanto porque lo que allí se cuente o se vea o se experimente sea especialmente novedoso, sino por que una vez lo que allí pasa te lo crees, es decir, es ligeramente o al menos parcialmente plausible (cosa que los VJ casi nunca son…), y porque sus partes cinematográficas, los vídeos, están muy bien integradas, y dan la sensación de un todo narrativo, de un viaje, con potencia dramática. Neil Druckmann, su máximo responsable, es un tipo que quiere contar cosas, que tiene formación cinematográfica y literaria. Y eso se nota, aún más en la sensacional ‘Parte II’. Sus videojuegos, los mejores de ellos, son fácilmente llevados al cine porque en gran parte lo piden. Ahora bien, viendo la serie, y aunque no hayas jugado a ellos, se percibe que no tiene muy claro su sistema narrativo, que no acaba de respirar con toda la libertad expresiva que necesita una gran serie. Su brillantez es inapelable, pero la vida que intenta latir en ella no termina de ser una verdad rotunda en pantalla.
Y en cuanto a ‘The Walking Dead’… Me deja bastante perplejo que todos los que comentan acerca de esta serie, y nombran sus influencias, o sus referencias, no nombren la serie de AMC que concluyó el noviembre pasado. Y me deja perplejo porque viendo la serie es como estar viendo un spin-off de ‘The Walking Dead’. Todo lo que a la gente le está maravillando de ‘The Last of Us’, los momentos de terror, de suspense, la decisión de aislar a dos personajes secundarios para dedicarles un capítulo por entero, el noventa por ciento de las soluciones visuales, sonoras y de montaje, las hemos visto exploradas en todas sus posibilidades durante las once temporadas de ‘The Walking Dead’. Que los espectadores, o supuestos cinéfilos, vean una película de 2020 y no sepan que gran parte de lo que tienen ahí sea de una película de 1995, pues quizá tiene un pase. Pero que los espectadores de TLOU no sepan que lo que están viendo estaba ya en TWD y de manera mucho más potente, yo creo que tiene delito. Cuando uno adapta un videojuego al cine, no se compara con sus influencias en videojuegos o literatura, sino con sus influencias en cine, de la misma manera que cuando se adapta una novela al cine, no se compara con sus influencias literarias, sino cinematográficas.
Claro que hay mucha gente que no ha visto o que abomina de TWD, por la sencilla razón de que no saben qué hacer con ella. Pero fenómenos como TLOU van a hacerla más grande, porque como siempre decimos algunos, las creaciones no existen en un vacío, y con el paso del tiempo van apareciendo las hijas de esas creaciones, aunque sean hijas no reconocidas, o bastardas, vamos viendo narraciones de una misma clase y resulta mucho más nítido observar por qué una creación es brillante, pero por qué otra es sencillamente insuperable. TWD sí fue capaz de deshacerse de la enorme influencia del cómic (bastante sobrevalorado, por cierto), de erigirse en una ficción que trascendía con mucho sus márgenes genéricos. TWD es una creación que ha sido capaz de mezclar terror con western y con el drama, mientras hablaba de cuestiones morales, filosóficas y humanas muy complejas. Y lo ha hecho durante once temporadas, con un buen puñado de capítulos memorables en todas ellas. Veremos si TLOU llega a tener tres. Por lo pronto veremos si obtenemos en esta primera un capítulo realmente grande. Por el momento loables intentos. Quizá llegue pronto. En ‘The Wire’ no hay uno magistral hasta el noveno de la primera, y es hoy una de las más grandes series de todos los tiempos. Ya veremos. Pero entronizar algo tan pronto es una equivocación, igual que subestimar a una de las más grandes creaciones de todos los tiempos.
