Resulta que a algunos no les gusta que la gente diga lo que piensa cuando es algo negativo acerca de su «trabajo». Y no solamente no les gusta, sino que deciden dar un paso al frente, hacerse los ofendidos, los damnificados, los dignos, y contraatacar dejando claro la clase de personas que son… Cómo es la vida y cómo las gastamos… Vamos a hablar un poco de eso, pero antes, permítanme que me ponga (como Pérez Reverte) un poco «abuelo cebolleta»:
Recuerdo bien cierto evento que tuvo lugar cuando yo tenía diez u once años. En el barrio éramos unos cuantos los chavales que nos conocíamos y nos juntábamos siempre que podíamos, que formábamos «grupúsculos» de tres o cuatro, o de ocho o nueve, siempre los más afines unos de otros, siempre más o menos los mismos. Y luego estaban los malotes, los que hacían lo que les daba la gana, los que nos puteaban cuando les apetecía sin que pudiéramos chistar ni protestar una coma, porque median como el doble que cualquiera de los amigos y quizá hasta dos y tres veces nuestra masa corporal. Esos malotes eran en realidad unos marginados, pero se vengaban a su manera: jodiéndonos, golpeándonos, robándonos o humillándonos a la menor ocasión. Había uno especialmente grandote, estúpido y ruin, Pablo creo que se llamaba. La tenía tomada conmigo y yo nunca he sido de los que se callan. Un día no sé muy bien qué me dijo, o qué me hizo, que respondí de una manera que él no se esperaba. Le solté una patada directa, seca y certera en el estómago. Primero se quedó estupefacto, y luego se abalanzó a por mí. Debí hacerle daño de veras, porque nunca había visto tal expresión en sus ojos, de ira y de fragilidad al mismo tiempo. Me dio tal somanta de hostias que empecé a sangrar por la nariz y la boca y una vecina que pasaba por allí se asustó y le hizo detenerse y por fin me dejo en paz.
Pero ahora que lo pienso, hubo un evento parecido y anterior a ese. Tuvo lugar en el colegio esta vez. Y con uno que era mucho más varas, y mucho más cabrón que se hacía pasar por mi amigo, porque por alguna razón se sentía cómodo a mi lado, y un día comenzó a vacilarme y a comportarse como el imbécil que era. Ese día fue él quien cobró: le solté tantas hostias que se quedó blanco (además de amoratado). Pero claro, estos tipos nunca van solos, y unos cuantos de sus amigotes se abalanzaron contra mí y me las devolvieron multiplicadas por tres. No pasó nada realmente. A las dos semanas estaba como nuevo y enfrentándome a otros listillos y/o malotes, porque yo nunca me callo, nunca me callan. Uno de esos imbéciles, que me sacaba como ocho años (es decir, que era casi un hombre cuando yo todavía era un niño) se acercó por mi espalda como el cobarde que era, me estranguló y me dejó inconsciente en el suelo. De nuevo, no pasó nada. Me desperté y como nuevo. Estas cosas que pasan en los coles cuando eres un crío y estás rodeado de malotes, estúpidos, matones y abusones. Claro, uno piensa que cuando creces y cambias de ambiente e ingresas en el «mundo adulto», las cosas cambian, los malotes, los abusones y los payasos quedan atrás, y te rodea gente adulta, más o menos madura, con sentido común, inteligencia y saber estar. Pero no, nada de eso.
Ya termino con el rollo abuelo cebolleta: me ha pasado más o menos lo mismo, aunque con lógicas variaciones, en el instituto, en la universidad, en la escuela de cine (la infausta ECAM), en mi trabajo como crítico y comentarista de Cine y Literatura. Son siempre los mismos, los que me encontré en mi barrio de crío y en el cole: listillos, astutos, abusones, intransigentes, intolerantes, que no aceptan que llegue alguien y les diga cuatro verdades, que no poseen una preparación mínima para aquello a lo que han decidido dedicarse, y que cuando se lo haces saber reaccionan con violencia, crueldad, fanatismo y mentiras. Los mismos haciendo lo mismo, sólo que con unos cuantos años más, y son miles, millones. Pero claro, el juego ha cambiado, las hostias ya no se dan con la mano abierta sino con palabras, con ideas. Y da la casualidad de que no todas las palabras valen lo mismo, ni todas las ideas están igual de bien armadas, y que algunos ni siquiera tienen palabras ni ideas, sino que lo único que saben utilizar son chascarrillos, exabruptos, insultos, ataques personales, falacias, libelos, calumnias… Es el juego de los que no tienen nada que hacer, de los que como les han robado el patio de recreo, el navajazo en la oscuridad y estrangular por la espalda, tienen que recurrir a malas artes, y ni siquiera saben utilizar esas malas artes sin retratarse a sí mismos.
Bien. En esta página mía hablo de lo que me apetece y cuando me apetece. Es el privilegio de no cobrar un duro por ello (aunque por algunos ensayos y cuentos sí me han pagado aquí) y de que nadie me diga lo que puedo o lo que no puedo decir. Y como da la casualidad de que estoy diplomado en Narrativa Avanzada, de que tengo mucha experiencia, de que he visto mucho y leído mucho, pues tengo ciertas ideas sobre Cine y Literatura. Propias, no robadas a nadie. Verdaderas, porque son cosas que pienso, que he investigado durante muchos años. Y cuando veo una película o una serie, o leo un libro o un relato que me parecen maravillosos, lo digo y explico por qué. Y cuando leo una novela nefasta, lo afirmo y explico por qué. En el caso de Juan Gómez-Jurado he conseguido terminarme alguna novela suya y leer trozos de otras, y en el caso de Arturo Pérez-Reverte me he leído unas cuantas de sus novelas y muchos de sus artículos de Xl Semanal y de otros lugares. Ambos son dos de los escritores con más ventas de este país, aparecen a menudo en los medios de comunicación, se les considera (algo incomprensible para mí y para cualquier con dos dedos de frente) grandes novelistas, son ricos, famosos y respetados…
…ahora bien, ambos son dos escritores NEFASTOS, DEPLORABLES. Su estilo, cuando no es inexistente, resulta ATROZ desde un punto de vista estrictamente literario. De hecho es que no es Literatura lo que hacen. En el caso de Gómez Jurado, del que no tengo claro ni siquiera que escriba prosa mínimamente adulta, se trata de guiones cinematográficos ausentes de toda narrativa literaria. En el caso de Pérez-Reverte, que además es académico de número de la Real Academia Española (ocupando la T mayúscula, cómo no…), se trata de relatos que jamás deberían considerarse novelas, porque están ausentes de toda novelística. Ninguno de los dos ha escrito una novela que pueda considerarse medianamente solvente o sólida. Sin embargo, resulta casi imposible encontrar una crítica negativa sobre su trabajo. Y no me refiero a los plumillas que escriben en blogs o hacen vídeos en Youtube, me refiero a gente seria, de medios de comunicación importantes. Casi parece que estamos ante un maestro clásico (P-R) y ante un genio del thriller comparable a Patricia Highsmith (G-J). Pero resulta que no. Que leyéndolos, si de verdad conoces la Literatura, te encuentras ante dos individuos a los que no les interesa la Literatura y que por tanto no pueden hacerla. Como mucho aspirar a escribir best-seller, productos editoriales diseñados por los grandes sellos para ganar dinero pronto y fácil. Pero nadie, o casi nadie, le advierte a la gente que el rey anda desnudo, es decir muy pocos críticos literarios hacen su trabajo, es decir muy pocos lo son realmente. Y como esto es así, y yo nunca me callo (tal como he advertido en mi breve relato de abuelo cebolleta), les he dedicado a estos individuos, a lo largo de varios años, una serie de artículos. Son los siguientes:
A Arturo Pérez-Reverte:
Don Arturo Pérez-Reverte y el desaforado narcisismo (en el que hago un repaso a su trayectoria)
‘Sidi’, de Arturo Pérez-Reverte (la única crítica seria que se puede encontrar de esta pseudo-novela)
Arturo Pérez-Reverte y su infantil idea de Literatura (donde sigo indagando sobre sus ideas)
¿Quién le ha dado voz a Pérez-Reverte? (sobre las perlas que nos deja en sus entrevistas)
Reescrituras (2): A los falsos humildes que nos toman a todos por idiotas (reescritura de una de sus más vergonzantes entrevistas)
La ignominiosa influencia de Arturo Pérez-Reverte en la Literatura
A Juan Gómez-Jurado:
Juan Gómez-Jurado Vs. La Literatura
Juan Gómez-Jurado nos toma a todos por imbéciles
‘El paciente’, de Juan Gómez-Jurado, o cómo destruir la inteligencia del lector (única crítica seria que se va a encontrar sobre esta novela deleznable)
Juan Gómez-Jurado y la ley de la pasta
A ambos juntos (y a otros como ellos):
El patetismo de algunos triunfadores: Gómez-Jurado y Pérez-Reverte
Arturo Pérez-Reverte y Juan Gómez-Jurado jamás se cansan de hacer el ridículo
Sobre anti-narrativa y narrativa atroz, mezcladas
Bien: en mi ingenuidad, de la que a veces todavía hago gala, yo habría pensado que estos dos escritores (o lo que sean), que ganan millones de euros (P-R más que G-J, obviamente, pero ambos ganan mucho dinero), que son entrevistados por medios de comunicación de todo el mundo, que presentan programas de televisión, hacen conferencias, se codean con las estrellas más rutilantes (y horteras…) de nuestro país, que hacen buenas migas con políticos (la mayoría de derechas…), a los que ningún crítico o casi ninguno se atreve a dejarles una mala crítica, no se leerían lo que escribe un semi-desconocido como yo, que tengo entre dos y tres mil lectores mensuales, que no ha conseguido (por el momento) que le publiquen ninguna de sus novelas o relatos, que por fin va a ver como un ensayo es publicado (por los amigos de Héroes de papel, el próximo 8 de junio), pero que lo que he hecho todos estos años es colaborar en revistas, blogs, podcast, es ir a festivales y decir siempre lo que pienso tratando de argumentar lo que digo. Pero resulta que sí, que me leen. Los dos. Y resulta también que deciden escribirme, los dos. Primero Gómez-Jurado y luego Pérez-Reverte. Lo que son las cosas. Y es que ambos, además, parece que son muy amigos, se intercambian whatsapp y se contestan por twitter con halagos. Y ahora me leen y están muy indignados de aquello que leen.
Gómez-Jurado me escribió hace casi dos años (a fin de cuentas ahí está la página de contacto), diciéndome que le divertían mucho mis artículos y que incluso se reía mucho de mis insultos. Yo le contesté sin tener muy claro si era él realmente (luego pude confirmar que sí era él) que me dijera dónde estaban los insultos en mis artículos, porque no los hay. Finalmente se ofreció, en un acto de generosidad cristiana, ayudarme a publicar debido a que sabe que por el momento no encuentro editorial. Si de verdad hubiera querido ayudarme, por ejemplo con la novela que tengo publicada en amazon, o dando a conocer mi página web, habría sido tan fácil como nombrarlas en su cuenta de Twitter, en la que tiene casi 330.000 seguidores. Pero él en realidad no quería ayudarme, lo que quería ES QUE ME CALLARA. Hace unos meses volvió a escribirme, asegurándome que en los ratos malos de la escritura de ‘Todo arde’ le ayudaban, casi que le estimulaban mis artículos negativos sobre él. También me dijo que le había pedido permiso a Arturo para leer mi artículo (sobre que ambos hacen el ridículo) en Todopoderosos, pero que él se había negado… Es a mí, por cierto, a quien tenías que haber pedido permiso para leer mi artículo en público, Juan…
Pérez-Reverte me escribió un privado por Twitter (no ha sido tu mejor idea Arturo… aunque de malas ideas vas sobrado) llamándome «criatura» y retándome a seguir lanzando «mis escupitajos». Yo le contesté creo que muy cortésmente, alegando que esto es el juego al que se expone un novelista, más aún un novelista famoso, pero cuando parecía que no iba a decirme nada más, me ha vuelto a escribir. Me ha vuelto a retar (supongo que es la única forma que tiene de relacionarse con los que no piensan como él), porque según me dice luego lee mis artículos con sus amigos y se ríen todos juntos. Claro, a él le siguen 2,4 millones, y no va a darme publicidad escribiéndome directamente en su muro. Un privado y gracias. Lo que quiere, Arturo, ES QUE ME CALLE. Que me sienta coartado, fiscalizado, abrumado por su escrutinio y por el hecho de que luego se ríen él y sus amigotes de lo que escribo. Precioso… pero estéril.

Que me escriba un botarate (tampoco es un insulto Juan) como G-J, pues hasta cierto punto lo puedo entender, por muchos cientos de miles de libros que distribuya en 37 idiomas, y por mucha imagen de chico bueno, huérfano y encantador quiera vender al público. Que un académico de 71 añazos como P-R me mande privados por Twitter, en plan malote de bar, me parece increíble. Directamente deplorable, patético. Que ambos, como dos amiguitos confabulados, se pongan a escribir a un desconocido como yo en plan indignados porque digo que son malos escritores, certifica en gran medida el estado de las cosas. He debido tocar bien la fibra sensible, sobre todo de don Arturo, como le llaman en las redes sus más alborozados seguidores. Vaya, vaya… De pronto me veo transportado a mi infancia, rodeado de matones con menos cerebro que un mosquito… pero hasta hace un momento creía que hablaba de escritores de éxito…
Hace algún tiempo, con motivo de la publicación de la pedestre, inane y gris (como todo lo suyo) ‘Línea de fuego’, el crítico literario de El País Jordi Gracia le dedicó una crítica negativa al que luego, el tarambana de Juan Gómez-Jurado respondió desde su twitter cuestionando el trabajo de ese crítico y escribiendo él mismo una crítica sobre ese libro (si como novelista sencillamente no vales, Juan, no te quiero decir nada como crítico literario…). Jordi Gracia no ha vuelto a escribir sobre ninguna novela de P-R, pero al menos sigue trabajando en El País. Otros no pueden decir lo mismo. Sea como fuere, me pareció bochornoso que el delfín de P-R se dedique a defenderle en Twitter y a atacar el trabajo de un crítico literario, y así lo dije en esta página. Que ataquen a un crítico que cobra por hacer su trabajo es indefendible, pero que ahora escriban directamente a uno al que rara vez pagan y que no trabaja en ningún medio conocido, es decir a mí, me parece absolutamente inconcebible. He debido dar en la llaga, es decir he debido hacer algo bien, cuando todo un académico, que es unas de las personalidades más famosas de este país, me escribe un privado en twitter retándome. Dudo que haga lo mismo con todos los que le ponen a parir en redes. Y dudo que G-J se dedique a escribir mails a los que cuestionan su trabajo. En otras palabras, tengo la sensación de que soy el tipo que más y mejor ha sacudido su enorme ego, que lo ha hecho tambalearse hasta llegar al acto de escribirme, ambos. Me siento halagado, de verdad. Os lo digo a los dos.
Lo que realmente les ENCANTARÍA a G-J y a P-R es que no hubiese crítica literaria. Así de fácil. Para ellos la crítica literaria debería ser una campaña de promoción más. De hecho ya lo es. El inconmensurable ego de estos dos hombrecitos les ciega hasta un punto que resulta difícil de describir. Y su narcisismo patológico les hace caer en errores de bulto, como escribir a un casi-desconocido como yo. En su mente cerril y ensimismada, consecuencia de vivir en una burbuja de halagos, lujo, petulancia y éxito sin fin, no debería existir ni siquiera la figura del crítico disidente desconocido, en este caso Adrián Massanet, yo mismo. Y no podrán evitar hacer algo para acallarle. Obviamente, tontos no son y no van a hacer algo como amenazar o atacar de manera directa. Pero sí van a escribirme y a tratar de amordazarme de manera velada. Juan, Arturo, no vais a conseguirlo… De verdad que lo siento, ¿eh? Pero no. Cuando me atropelle un camión o alguna enfermedad cabrona acabe conmigo, igual podéis conseguir que mis textos desaparezcan de la web, o igual no…
Mi sospecha, cada vez más asentada, es que saben que estoy diciendo la verdad. Lo saben. Por eso no pueden pasarlo por alto. Cuando digo que son escritores ATROCES, que no debería leer nadie, saben que estoy en lo cierto. Lo saben, amigos, lo saben. Y no pueden soportarlo. Su ego, su narcisismo salvaje, se lo impiden. Pero las cosas son las que son, y no como se quiere que sean. Y las cosas son las siguientes:
–Ninguno de los dos ha escrito una novela medianamente solvente que pueda defenderse y pasar a la historia como un ejemplo de narrativa seria.
–Ninguno de los dos ha escrito un solo relato, por cierto. Escribir un relato requiere de un verdadero narrador, de un verdadero escritor, cosa que jamás podrán ser.
–Ninguno de los dos posee las más mínimas nociones de Música. De hecho, es que ni siquiera les interesa la música. Para un novelista no tener ni idea de música es como para un arquitecto no saber dibujar.
–Ninguno de los dos posee precursores literarios nítidos. Según G-J sus precursores son Tolkien, King y el propio Reverte. Según P-R (que se jacta de ser muy español…) sus precursores serían Dumas y Conrad. Ninguno de los dos posee el menor rasgo de estilo, formal o conceptual de sus supuestos precursores. No los tienen, porque no son verdaderos novelistas.
–En realidad, la mayor influencia de ambos no es la Literatura, sino el Cine. A G-J le encantaría ser el Spielberg de los libros, y a P-R el John Ford de la literatura española. Así de sencillo.
–Ninguno de los dos posee verdadera formación narrativa de ninguna clase. Ambos son licenciados en periodismo. Es decir, son reporteros venidos a más.
–Ambos se pasan la vida defendiendo los libros, el noble acto de leer, y todo eso, pero ninguno de los dos ha defendido jamás a verdaderos escritores o novelistas como Faulkner, Woolf, Mann, Hesse, Broch, McCarthy, Torrente Ballester… ellos van a lo suyo, a novelistas populares, nunca novelistas intelectuales o artísticos, porque ellos tienen que defender lo suyo.
Esto no son ideas, opiniones o comentarios. Esto son hechos. No hay entrevista o conferencia en la que P-R no repita hasta la saciedad que ha estado en veinte guerras, que se ha movido por ambientes peligrosos y marginales, que él mismo es peligroso, tan duro, o casi, como un clavo oxidado clavado en un ataúd. Basta verle en sus fotos promocionales (como la que he incluido allí arriba) en la que siempre aparece como un caballero de la vieja escuela, con mirada entre Clint Eastwood y Humphrey Bogart, con pose elegante en ambientes de lujo. G-J, por su parte, se cree un hombre guapo y culto, casi un erudito, además de ingenioso y divertido. Escribiendo a un desconocido como yo, sin embargo, y haciéndolo de la manera en que lo hacen (sobre todo P-R) demuestran una falta de clase abrumadora. Se pueden tener muchos millones en la cuenta bancaria, y ser un verdadero mequetrefe en la vida real. La imagen que se han construido de sí mismos, y que se han creído hasta el punto de transformarse en ella, va acorde con sus novelas. Creen, ellos, que son magníficas, poderosas y llenas de ingenio y narrativa audaz. Pero son pobres, bobas y de una falta de recursos literarios y estilísticos abrumadora. En realidad son dignas hijas de este tiempo en el que la Literatura brilla por su ausencia. Pero al menos podrían ser honestos, valientes: decir que bueno, que ellos hacen libros de entretenimiento para lectores poco exigentes. No es el caso, claro.
G-J consideraría natural que le dieran el Planeta, por ejemplo, y P-R no se explica cómo todavía no le han dado el Cervantes. Por ‘Línea de fuego’ le concedieron un vergonzoso premio de la crítica en el que comparaban su novela con Homero y no dijo ni pío. Qué va a decir, el buen hombre, si sabe perfectamente que no lo merece y al que la crítica le trae sin cuidado. Ellos no quieren crítica ni literatura, lo que quieren es pasta, halagos, lujo, fama. Y que los listillos que saben, como ellos, que no son más que unos farsantes profesionales, se callen la puta boca. Pues ya lo siento, Arturo, algunos listillos, las criaturas que lanzamos escupitajos, no nos vamos a callar. Porque resulta que no somos unos chiquillos sin formación, de veinte años de edad, ni unos mataos que no saben de lo que hablan y que solamente quieren derribar a vacas sagradas. Algunos, como yo mismo, hemos leído a la gente correcta, y nos hemos enterado de los conceptos correctos. No somos unos cobardes que escriben privados por twitter, o que sueltan insultos sin más o ataques propios de adolescentes. Has dado con alguien que no es así, que tiene argumentos y que sabe esgrimirlos. Has tenido mala suerte.
G-J ha captado al nicho de lectores jóvenes que no leen, y P-R al de hombres heterosexuales de más de sesenta años que tampoco ha leído mucho en su vida. Lo han hecho maravillosamente, ellos y sus equipos editoriales. Me quito el sombrero. Escribir novelas solventes, ya en otra vida. Decir la verdad, ya que lo hagan otros. P-R ni siquiera dice la verdad cuando dice que nadie le recordará cuando esté muerto. Sabe perfectamente que le recordarán. Ese es el problema, Arturo, me vas a permitir que te tutee ya a estas alturas. G-J se engaña a sí mismo diciendo que es como un bardo cuenta-cuentos, y que a fin de cuentas el primer best-seller fue ‘El Quijote’. No dicen la verdad ni a punta de pistola. Por cierto, P-R tuvo la mala idea (una más) de escribir un Quijote adaptado de uso escolar. Él se tiene, además, como un gran defensor de Cervantes y del Siglo de Oro y todo eso, pero por mucho que alardee me temo que no ha entendido nada de nada. Si de verdad tuviese a Cervantes (y no a John Ford) en un altar, dejaría de escribir, porque con sus trabajos no hace sino envilecer y llenar de falacias la literatura española. Por lo menos, podría dejar de nombrarle. Y lo mismo G-J. Podrían empezar a leerle, pero leerle de verdad, entendiendo lo que el gran genio de la Literatura Universal (con permiso de Dante Alighieri) criticó en sus obras maestras, puso en solfa y masacró sin piedad: precisamente a tipos como ellos, a esos españoles fatuos, envanecidos, cegados de soberbia y de poder, que por lo visto nunca se extinguen, y que seguirán avergonzándonos a los que tenemos una pizca de sentido común y una mente crítica y libre.
8 respuestas a “Gómez-Jurado y Pérez-Reverte: dos farsantes literarios profesionales”
Mucho narcisismo y poca literatura, totalmente de acuerdo. Incluido este blog. ¿Te has fijado en la relación entre líneas sobre literatura que escribes y párrafos de ataques personales? Haced la prueba en cualquier entrada. Si justificas por qué un escritor no es bueno, no tienes que redundar diciéndolo una y otra vez, ¿no? Una pena. Decir de un libro que es «una novelilla» o atacar a los lectores tildándonos de bobos e incultos o criticar una foto de un escritor, no se que tiene que ver con una crítica literaria. Un saludo y suerte. Ojalá escribieras con más razón y menos tripas.
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Amigo Huércal Medio Ambiente, ahí he dejado unos cuantos links a críticas, esto no es una crítica sino una enmienda
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Hay narrativa para la venta como aquellos que trabajan para el mercado guiados por sus oráculos que siguen tras lo que consume la máquina de $$$ Y eso vuela. Dostoievski escribía prisionero del editor y persiste en la memoria literaria, no se hacia cual lugar del tiempo llegará este tío. Las sillas de la academia son para algunos, trofeos de su vanidoteca.
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Absolutamente, sólo basta ver el alborozo con el que P-R recibió la noticia de que le habían nombrado académico. Un trofeo más en su vitrina.
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Cuando veo una entrevista de Pérez R. destilando esa suficiencia chulesca, y perdonadora de vidas y quizás de haciendas, me pasa como con Vargas LL. me da vergüencita ajena y me predispone a no leer en el futuro nada de ellos, y me sabe mal, porque igual un día escriben una gran obra y me la pierdo por incompatibilidad con el personaje público, G. J. me parece mas ingenuo y menos dañino que los anteriormente citados que al parecer por ley de vida se han Tamamemizado, los años no perdonan , y cuanto mas marketing, mas tontería.
En cualquier caso saludos a los asiduos al Blog y me permito recordar que como estos famosos, pues hay muchos similares, así que no nos pillan por sorpresa, sino bien armados de mucha resignación cristiana, pero no católica sino de la secta de los testi…… de Jehová.
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Amigo Futbolín, es imposible que personas así escriban una gran obra…
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Desde luego, probable no es, pero imposible…….is nothing, porque quien te asegura que gente con tanto dinerito no encuentra un negrito bueno y servicial al que se le de bien la escritura y……..jajaja
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Eso tb es verdad
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