A veces uno no sabe bien las razones de por qué hace lo que hace. Otras veces sí. Lo sabes de sobra y no tienes ningún reparo en admitirlo. En mi caso, que es uno más entre los miles o puede que millones de casos parecidos, me animan dos hechos: en primer lugar detesto a los abusones, en segundo lugar he leído ciertas cosas que me han deslumbrado y he querido continuar esa estela…

Recuerdo bien (para mi desgracia) aquellos años lejanos de Blogdecine, en los que intentaba dejar por escrito mis argumentos sobre tal o cual película que, por las razones que fuera, me parecía floja, insufrible o directamente detestable. Tardé un tiempo en acostumbrarme a que cualquier crítica negativa mía provocara en los numerosos lectores de esa revista que ya no existe (si es que alguna vez fue una revista digital…) que en lugar de tratar de defender esa película que por otras razones a ellos les parecía magnífica, me atacaban directamente a mí, a mis argumentos y a mí mismo, llegando a importantes descalificaciones personales. Al principio tales ataques me chocaron y me inquietaron seriamente. Luego dejó de sucederme, pero nunca dejé de asombrarme de cuántas personas se tomaban como algo personal el hecho de que alguien que ellos no conocían se tomara las molestias de explicar por qué esa película que ellos adoraban era algo deleznable.

Han pasado los años y la cosas siguen igual o peor, y eso que actualmente no gano ningún dinero por escribir ninguna crítica literaria o cinematográfica en estas páginas mías. Recientemente he publicado un artículo que ha causado bastante revuelo (que supongo mucha gente sabe cuál es…) y que ha provocado lo de siempre: que algunos entren en descalificaciones personales bastante graves en este contexto, que la verdad a mí ni me ponen nervioso ni me ofenden… pero siguen asombrándome. Yo ya he dicho todo lo que tenía que decir sobre dos escritores en ese artículo, y creo sinceramente que me he limitado a cuestiones profesionales. Pero supongo que es mucho pedir que todo el mundo vea las cosas de la misma manera. Si ganara algún dinero por escribir en algún periódico o revista y pasaran estas cosas, supongo que iría en el sueldo. Pero no: todo esto va de gratis. De ahí lo que decía al principio: hay que conocer las razones que le mueven a uno a hacer ciertas, cosas… o por lo menos intentar conocerlas.

La crítica literaria y cinematográfica, seamos claros, nunca ha gozado de un gran amor por parte ni del público menos exigente o lector, ni de los artistas (supuestos o reales…) hacia los que va dirigida esa crítica, sea positiva o negativa. Si un crítico, literario o cinematográfico, que gana un sueldo por escribir sobre libros, o sobre películas, y trata de ofrecer una valoración en ambos entornos, cuestiona seriamente a un escritor o director famoso y popular, se puede ver en serios apuros. Esto es así, y el que no lo vea no entiende este tinglado. Porque a ese escritor literario o cinematográfico le paga una firma que muchas veces forma parte de un conglomerado editorial, o de un negocio empresarial más grande, a la que no le interesa que tal crítica vea la luz. Los casos de críticos (alguno de ellos de gran prestigio…) que han sido despedidos de los medios en los que trabajan sin más explicaciones y de la noche a la mañana, son numerosos. Así las cosas, un crítico que cobre por escribir intentará, muchas veces, no enemistarse con ciertas figuras, no provocar ciertos recelos y no andar desfaciendo entuertos estilísticos, no sea que de pronto se vea en la calle. Y conseguir ganarse la vida con aquello que escribes es muy complicado… como para andar jugándote el puesto.. De modo que chitón.

En otras palabras: no puedes ejercer la crítica literaria ni cinematográfica. Tu puesto es solamente un adorno, casi una extensión del marketing editorial de un sello. Pero, claro, no quieres que esto sea así. Quieres defender un poco la dignidad de tu trabajo. Un callejón sin salida.

Si un crítico literario, pongamos por caso, insiste en que tal autor famoso o de renombre es un escritor realmente malo, que su escritura es deleznable, que no entiende cómo alguien puede publicar novelas con una narrativa tan pobre, no faltará quienes digan que:

es un envidioso
es un escritor frustrado
un resentido
un caradura
un cantamañanas
un triste juntaletras

Y cosas aún peores. Pero al menos ese señor (o señora) cobra por aquello que hace. Lo que ya es algo inconcebible es que alguien que no cobra por lo que dice, que no supone ningún perjuicio personal para ese autor (o autora) porque, como por ejemplo es mi caso, no le leen más de 4.000 o 5.000 personas al mes, es decir que no es lo que se podría llamar un «influencer», cuestione duramente a un autor famoso, y que por ello reciba los mismos ataques, impedimentos y en definitiva presiones, tanto de los que aman fervorosamente a esos autores como de los autores mismos, que como ya he explicado hacen sus intentos de acallarme y de hacerme sentir una basura por pensar como pienso. Y resulta que una vez más, yo soy un

envidioso
un caradura
un resentido
un escritor frustrado
un cantamañanas
un triste juntaletras
puro veneno (me lo han dicho recientemente)
una persona tóxica
un llorica que se hace la víctima…

…todo esto significa, al fin y a la postre, que nadie, ni siquiera un tipo que no cobra por ello (cómo se puede ser tan petulante, tan sinvergüenza, dios mío…) puede decir lo que piensa sobre ciertos autores, porque aún en el caso de que se atreva a hacerlo, ya vendrán las huestes de sus seguidores y esos mismos autores, a hacerle callar la boca, a dejarle bien claro que él no es nadie para «meterse» con según qué grandes creadores. Que si lo hace es un envidioso y un cantamañanas, y que si denuncia que esos mismos autores le escriben para acallarle, pues se sienten indignados por lo que ha dicho un desconocido, el llorica y el dramas y el que se hace la víctima es ese desconocido, y nos los autores «intocables» a los que ningún crítico que cobre por ello puede soplarles el oído, mucho menos un tiparraco anónimo con toda la pinta de ser un resentido.

Pero si yo escribo ciertas cosas sobre algunos autores, que en realidad no tienen la culpa de escribir como escriben, de que les publiquen, de ganar mucho dinero, es precisamente porque la crítica «seria» se ha borrado. Deberíamos ser cientos, miles (porque, por suerte o por desgracia, no soy el único que piensa como pienso yo…) los que dijéramos lo que pensamos, pero no con visceralidad, sino con argumentos, demostrando que esto no son berrinches, ni conductas propias de resentidos, sino que creemos realmente en lo que decimos. Son los críticos que cobran por ello los que deberían estar ahí fuera peleando, los que deberían echarle coraje e insistir e insistir en que tales autores no valen nada y que tales otros, que casi nadie lee, son los que sí que valen. Pero como no lo hacen, tenemos que ser otros los que nos partamos la cara y encima tengamos que aguantar a sus seguidores. Pero insisto, ellos no tienen la culpa. Hacen lo que hacen y consiguen lo que quieren. Muy bien, nada en contra. La culpa es de la crítica que no les pone en su sitio, que no les baja los humos y les sitúa en el lugar de la mesa que realmente les corresponde.

¿Y qué me deslumbró a mí? Pues por ejemplo aquella invectiva de Tolstoi contra Shakespeare… Pero yo me pregunto: ¿Hay que ser un genio de lo tuyo para estar «autorizado» a la hora de derribar a un autor que sabes que no vale la pena? No lo creo, porque incluso el genio de Tolstoi fue ninguneado por este escrito. El propio Harold Bloom, que amaba a Shakespeare por encima de todas las cosas, se atrevió a cuestionar a uno de los más grandes novelistas de todos los tiempos, aludiendo a un absurdo paralelismo entre Tolstoi y el rey Lear de la pieza homónima. Pero nunca dejaré de acordarme de esa línea en la que Tolstoi asegura que Shakespeare «no es que no sea un escritor de genio, es que ni siquiera de la media». Porque resulta, que el ruso tenía razón. En todo lo que dice en ese ensayo está asistido por argumentos de peso. ¿Pero qué importan los argumentos cuando se cuestiona a un ídolo de masas?

6 respuestas a “La maldita, odiosa, insufrible crítica”

  1. Yo soy de los que ha leído el otro artículo y no he comentado, porque me parece bien criticar a quién sea con tus argumentos pero no perder demasiado tiempo y cordura en hacerlo, porque tienes proyectos personales. Cuando Tolstoi hizo su escrito, yo supongo que alguien le contestaría, y el ruso pasaría de él y seguiría escribiendo. ¿Decir lo que piensas de Gómez-Jurado y Pérez-Reverte? Perfecto, para eso eres crítico. ¿Esperar que Twitter se vuelva más amable contigo? Eso no es posible, pero sí que puedes seguir con tus trabajos que quieres publicar y quién siga con sus ideas en Twitter, allá él.

    Le gusta a 2 personas

  2. Los autores engreídos a los que “nos referimos” reciben un exagerado peloteo, las críticas oficiales que puedan recibir son pura pomada, no pertenecen al crítico en concreto que la firma pero que en realidad actúa de masajista por orden del dueño de la imprenta que salvo en contadísimas ocasiones es el Banco o el político de turno. Entonces estos “artistas” pierden el contacto con la realidad y ante la crítica mas sencilla e inocente se estresan y pierden la compostura, son como si dijéramos niños malcriados, una especie de Froilanes pero mas mayorcitos incluso alguno es un cascarrabias ancianito y marinero, de seguir así podría acabar ganando el premio “Abuelo Cebolleta” del Siglo. XXI

    Le gusta a 1 persona

Deja una respuesta

Por favor, inicia sesión con uno de estos métodos para publicar tu comentario:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: