Pues sí, falta solamente un mes para que vea la luz, por lo que desde ahora hasta entonces voy a ir preparando el camino para el que me parece (que para algo lo he escrito) uno de los pocos ensayos con los que el lector (y el crítico) va a toparse con un estudio a fondo del fenómeno de las series, que es mucho más, como allí intento demostrar y argumentar, que una moda, o que algo pasajero, sino que es algo que viene desde muy atrás, casi desde los comienzos del mismo cine, y que como le pasó al cine en los años 70, alcanzó la mayoría de edad hace pocas décadas. Por lo que es el mejor momento para establecer un canon, que es precisamente lo que intento con este volumen.
Una de las razones principales por las que lo he escrito es porque no encuentro nada publicado que sea satisfactorio en lo referente a la narrativa y la poética inherente en las series. Dicen que esa es muchas veces la mejor motivación para escribir algo. Y puede que tengan razón. Porque por mucho que he buscado, y he leído, y puedo asegurar que leo, más temprano que tarde, todo lo que cae en mis manos referente al cine y la literatura. Lo único que leo, me temo, son libros de marketing, o bien guías de episodios, o bien un compendio de capítulos sobre los diferentes aspectos de una serie en concreto. Pero me cuesta mucho encontrar nada que de verdad se sumerja en la que ya es una de las formas esenciales del cine. Porque de cine estamos hablando. Si el relato, la novela, la lírica… incluso el teatro es Literatura, entonces no hay ninguna duda de que los cortometrajes, los mediometrajes, los largos, las series, los documentales y hasta los videoclips son cine.. Y este es el punto de partida que a mí por lo menos, y espero que al potencial lector de las páginas que he escrito, más me ha estimulado a la hora de crear un canon: dejar bien claro que estamos hablando de algo tan importante como las películas, y que merece una consideración crítica, un esfuerzo analítico análogo, o en caso contrario lo más probable no es solamente que nos perdamos muchas cosas que pueden brindarnos las series, sino que las series mismas empiecen a languidecer, al no encontrar una necesaria respuesta crítica, y sufran los vaivenes y las veleidades que ha terminado sufriendo el mundo del largometraje.
Y además esto nace desde la convicción de que las series ya han alcanzado cimas que es complicado que vuelvan a repetirse, al menos dentro de su clase. Son esas cimas, esas creaciones gigantescas, las que yo he querido analizar una a una en mi ensayo, para que sirvan de ejemplo y contextualicen todo aquello que quiero decir, desde la creación del guión, hasta la estrategia de la puesta en escena, el sistema narrativo, su alcance poético, la creación de personajes, su capacidad para tomar la temperatura de los tiempos –sociológica, política, histórica–, sus precursores cinematográficos y literarios, su capacidad para formar una poética propia, para construir una identidad visual y una originalidad absolutas.
En este volumen que ahora va a salir analizo las siguientes obras:
Twin Peaks (1990-1991/2017): Por ser una pieza mítica, realmente el inicio de todo, y aunque no es perfecta ha marcado el camino de todo lo que vino después. Los capítulos dirigidos por Lynch son todos, sin excepción, magistrales. y su tercera temporada es una de las obras maestras de este siglo xxi.
The Sopranos (1999-2006): Que es realmente la primera obra maestra absoluta de la televisión, que coge el testigo del ‘Goodfellas’ scorsesiano (con algunas gotas poéticas, inevitables, de El padrino) y los lleva mucho más allá, hasta conseguir el milagro de ponerse muy por encima de cualquier creación de Scorsese y de armar una narrativa propia, sin parangón en la historia.
The Wire (2002-2008): Una de las pocas series que puede rivalizar con ‘The Sopranos’ a la hora de crear no solamente una cosmogonía propia, sino de aupar la televisión a la categoría de arte contemporáneo. Un collage de rostros insuperable, con el telón de fondo de la trágica Baltimore, un verdadero agujero negro del «sueño americano»
Deadwood (2004-2006): Truncada serie que quizá sea la más literaria y la más salvaje en varios aspectos de la historia de la televisión, amparándose en tres rasgos insuperables: su capacidad para, por fin, adentrarse en el mito del Oeste Americano y derruirlo; sus pasmosos diálogos, que albergan un lenguaje y una poética difíciles de describir; y su creación de personajes y situaciones, sobre todo en esa genialidad llamada Al Swearengen.
House M.D. (2004-2012): El único «procedimental» del lote, y además el único que realmente merece la pena ver, porque trasciende con mucho las limitaciones del género, si es que género se le puede llamar, para ofrecer un viaje de ingenio e inteligencia deslumbrantes. House es un genio intelectual, por eso los creadores de la serie también lo son, y en ese hospital ofrecen un mosaico de la naturaleza humana como quizá no hemos visto jamás ni en el cine ni en la televisión.
The Walking Dead (2010-2022): No solamente es la mejor ficción survival de la historia del cine, sino que además es la perfecta mezcla de wéstern, sci-fi y terror, con algunas gotas, muchas gotas, de relato existencialista. Que sea una de las ficciones más incomprendidas de las últimas décadas no debería ser óbice para considerar esta monstruosidad como una de las tres o cuatro mejores series de todos los tiempos.
True Detective (2014): En esta ocasión resultaba obligado poner al menos una mini-serie, y la más grande jamás creada podría ser perfectamente la que pergeñaron Pizzolatto y Fukunaga para HBO que es, en sí misma, otra genialidad asentada en tres pilares majestuosos: su fascinante guion, su pasmosa puesta en escena y la excelsa interpetración de Matthew mcConaughey, una de las mejores de todos los tiempos.
Sons of Anarchy (2008-2014): La única tragedia pura de este portentoso ramillete es la creada por Kurt Sutter para la cadena FX, que en un principio quería ser un Hamlet moderno pero que acaba siendo, como casi todas, una respuesta poética a El padrino de Coppola y hasta al Edipo Rey de Sófocles, de las que es mucho más deudora. Vibrante, descarnada, árida, hermosa, vitalista y demoledora.
Euphoria (2019-?): La apuesta personal de este volumen es la serie creada por Sam Levinson –de nuevo para HBO– y que lo es porque todavía no ha concluido, pero que ya con sus dos primeras temporadas se ha convertido en una leyenda de la televisión y la única todavía en activo que puede rivalizar con las más grandes de la historia. Mucho más que eso que llaman un «drama adolescente», se trata de un descenso a los infiernos de la droga, la desesperación y la soledad, y una serie narrativamente revolucionaria.
Si lo que el lector quiere es ver qué puedo desentrañar de estas nueve obras de arte, lo tiene fácil: reservarlo ya en la página web, o esperar a comprarlo el día 8, tanto por la web como en tiendas y grandes superficies. Estoy seguro de que le va a merecer mucho la pena el precio de la compra.
2 respuestas a “Un mes para ‘La genialidad de las series’”
¿Comentas en el libro algo sobre la problemática de las series de televisión cuando los actores no siguen con su rol? Quiero decir, yo por ejemplo ahora estoy viendo The Sopranos por primera vez aunque ya sé algunas cosas, como que un personaje medianamente importante muere en la ficción porque el actor que lo interpreta murió en la vida real (creo que es así, puede que luego llegue al episodio, mire fechas y no me coincidan). Yo creo que en estos casos habría que hacer un recasting para el personaje, no eliminarlo por razones ajenas a la planificación narrativa, pero tú quizás percibas que es más inteligente adaptar el suceso de la vida real a la ficción y se tome otro camino al inicialmente previsto (puede que porque le vean más potencial).
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Creo recordar que algo comento al respecto porque es un suceso importante. Yo jamás haría un recasting. Hay actores, como es el caso, irreemplazables. Es mejor seguir adelante. Ese personaje está muy presente aunque haya muerto.
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