El que mejor vende es el que pone las reglas

Recuerdo a mi profesor de la escuela de cine diciéndonos que al final lo que importa es quién tiene más dinero en la cartera, y que eso era una triste verdad en el mundo que nos ha tocado vivir. Puede que sea cierto, desde un punto de vista muy cínico, pero yo, algunos años después de aquella charla, diría que al final lo que importa es quién se vende mejor. Y esto puede, y debe, aplicarse a las grandes naciones del mundo, las de ahora y las de antes. Las que se han vendido más y mejor son las que lideran el planeta cultural y socio-políticamente hablando, y las que no saben ni han sabido venderse están a la cola. Así de sencillo.

¿Y qué naciones se han vendido mejor que la anglosajona y la francesa, en los últimos doscientos o trescientos años? Ninguna probablemente en todo el globo, no solamente occidente. Por eso Estados Unidos, Inglaterra (no meto en el saco a todo Reino Unido) y Francia, pese a sus gigantescos problemas internos, a su historia lamentable de genocidios, de desastres, de fracasos humanos absolutos, siguen pareciendo, a ojos de todo el mundo, los ejemplos a seguir. De todo el mundo que no haya leído lo suficiente, claro, que no conozca el pasado y carezca por tanto de una perspectiva y de una mentalidad crítica. Sólo un gran ignorante puede considerar ejemplares, a cualquier nivel, la trayectoria de estos tres países en los siglos más recientes. Pero quién quiere leer y enterarse de la verdad cuando tiene a su disposición semejante batería de propaganda, de mentiras, de cuentos muy bonitos y muy heroicos de cómo estas tres naciones se han convertido en lo que son. Nadie mira hacia países decadentes, pobres y atrasados como España o Italia, y mucho menos Portugal o Irlanda. Porque no solamente son los que mandan, sino además los que molan. ¿Qué ciudad puede competir con Londres, París y New York en el imaginario popular? Si es que además mola ser francés, británico o estadounidense (americano, dirían ellos, con su cinismo habitual), y no mola en absoluto ser hispano, portugués, italiano o irlandés. Esto es una realidad, y me parece que es muy difícil rebatirla. Y esta realidad no ha llegado sola, sino con décadas y siglos de trabajo, que han maquillado el pasado de estas tres naciones abominables hasta el día de hoy, convertidas definitivamente en adalid de la cultura, la libertad y el progreso. Patrañas. Uno puede ser un cínico y un hipócrita muchos años de su vida, pero no puedes serlo toda la puta vida.

Tomemos a Francia, por ejemplo. Lo de los franceses es para quitarse el sombrero. Como nación, digo. Me refiero a sus élites. No han hecho absolutamente nada que merezca la pena señalarse, ni siquiera la espantosa Revolución Francesa, que al final fue una carnicería y no un cambio de modelo de convivencia. Poseen, o poseían, un cine interesante e inventaron la Nouvelle Vague, cuyo impacto y grandeza no puede ni compararse al Neorrealismo Italiano, del que en verdad parten. No han pergeñado ningún novelista, autor teatral o ensayista de altura histórica, pues los Victor Hugo, Flaubert y Balzac eran grandes narradores, pero no tienen nada que hacer con los rusos o los españoles. El tan alabado teatro de Molière no le llega a la suela a gente como Calderón, Lope de Vega, Cervantes. Los ensayos de Montaigne, supuesta cumbre del pensamiento humanista europeo, son una colección de obviedades perfecta para no aportar absolutamente nada al lector, pero escritores famosos de todo el mundo, los primeros los españoles, se pasan la vida alabándolos. Y así todo. ¿Qué gran genio ha dado Francia? En cine todavía podemos nombrar a Bresson, pero al lado de un gigante como Buñuel queda empequeñecido, empobrecido. Buñuel está a la altura de Welles, de Mizoguchi. Bresson era un poeta de gran sensibilidad, pero sus capacidades, su aportación, queda muy lejos de las del director español y gente de ese nivel. Y sin embargo… todo lo francés es lo mejor. Su cocina no puede ni compararse con la española e italiana, sin embargo es la mejor del mundo. Su Tour es más o menos lo mismo que el Giro o la Vuelta, pero es el más importante. Su festival de cine no es ni el más antiguo ni el más exigente, sin embargo es el mejor del mundo. ¿Y cómo han logrado todo eso? ¿Cómo un país tan normal, tan mediocre en prácticamente todo, ha logrado esta preeminencia mundial? Vendiéndose de puta madre. Luis XIV fue un rey atroz que hundió el país en la mierda, pero hizo Versalles, el monumento al lujo más impresionante del mundo. Napoleón fue un genocida del que aprendieron modos y estilo los Hitler que estaban por venir, pero construyó un imperio… que no duró apenas nada. Nimiedades como la guerra de Argelia, que produjo entre un millón y dos millones de muertos. Pero los franceses aprendieron muy pronto el poder de la propaganda, y construyeron unas de las ciudades más fastuosas del mundo, su capital. En ella cada monumento, cada edificio de la zona clave, cada detalle, es fastuoso, grandilocuente, épico. ¿Qué es la Torre Eiffel, un monumento feísimo pero gigantesco, salvo una declaración de intenciones y una forma de venderse al mundo? El verdadero símbolo de la ciudad es, o debería ser, Notre Dame, pero desde 1889 la cosa viró de rumbo.

¿Y qué decir de Inglaterra y de su prima-hermana Estados Unidos? ¿Quién ha empleado el cine, la literatura y la música de un modo más inteligente, más artero, que ellos? A través de esos medios de expresión, los anglosajones se han vendido al mundo entero y todos quieren imitar sus manifestaciones pop. Su suerte radica, sin embargo, en que han tenido, por lo menos en Estados Unidos, grandes genios literarios y novelísticos, pero su historial de atrocidades acaba inclinando la balanza hacia el otro lado. Estados Unidos e Inglaterra son los responsables de genocidios que convierten al Holocausto Judío en un error de cálculo. Hitler ha quedado como el gran villano de la historia, y desde luego era un monstruo y su cohorte de seguidores una panda de psicópatas. Ahora bien, Estados Unidos e Inglaterra han operado, y siguen operando, a lo largo y ancho del globo, creando dictaduras, empobreciendo a países enteros, desangrando los recursos de continentes o sub-continentes, movilizando a millones de personas para huir del hambre y de la guerra. ¿Sabe el lector lo que los ingleses perpetraron en Irlanda, en India, en Filipinas, en muchos lugares? Es imposible que ningún lector de estas líneas sepa o se imagine o sospeche lo que EEUU ha destruido en América del Sur y en el sudeste asiático. Claro que tal como se venden, se diría que los malos son Rusia y China, que desde luego han hecho muchas cosas mal. Según la Leyenda Negra, el malo ha sido siempre España, un país casi monstruoso, pero que en comparación, con tranquilidad, sin tantos aspavientos, es un país mucho mejor en el que vivir que Francia, Inglaterra o Estados Unidos, y al final eso es lo que cuenta. Y no solamente eso, sino que posee auténticos genios en Literatura, Cine, Pintura, Teatro. Pero lo hispano siempre está en el punto de mira, siempre es sospechoso de cutre, inculto e insidioso. ¿Cómo se ha logrado esto? Abracadabra. España y lo hispano siempre se ha vendido fatal, y aquí estamos, siempre en la mierda. Alguno diría que nos lo merecemos.

Una respuesta a “El que mejor vende es el que pone las reglas”

  1. Yo sinceramente, muy probablemente de forma ilusa, no creo ni que lo que más importe sea tener más dinero en la cartera ni saber venderse mejor. Un francés no tiene porqué sentirse orgulloso de su país pero puede vivir perfectamente en él, igual que muchos españoles no se sienten representados con ningún partido político en particular y siguen prefiriendo la comida, la literatura o la tauromaquia de España. Tal vez lo único bueno de la globalización y la pérdida de la identidad nacional sea que cada cual pueda elegir, aunque muchas veces lo hagan a nuestro juicio de forma equivocada e incluso monstruosa. Si no recuerdo mal para ti las dos últimas obras maestras de la literatura están escritas por autores estadounidenses, y William Faulkner es el mejor del siglo XX, y por otro lado ya has hablado de lo que opinas de la literatura española actual (que tampoco es tan diferente a la estadounidense, pero no le has dado tanta relevancia). Créeme que los sudamericanos no han olvidado lo que estados unidos de América les ha hecho, igual que tampoco lo ha olvidado medio oriente o India con gran Bretaña ni muchos países africanos con Francia, y cuando su población crezca y la de las grandes potencias bajen por el descenso de la natalidad, la situación podría verse de otra forma, por mucho que ahora nos parezca imposible.
    No todo el mundo tiene un precio, por mucho que los que sí lo tienen intenten arrastrarte hasta su condición. Y dejo aquí mi pequeña píldora: ¿por qué el inglés sigue siendo el idioma de preferencia en la unión Europea, si ninguno de sus países lo tiene como primera lengua (tengo entendido que Irlanda tiene el gaélico como tal)? En un mundo donde se escribe más que nunca (aunque cada texto también tiene menos atención…), hacer que la lengua internacional de facto sea la anglosajona dejó de tener sentido para la unión cuando gran Bretaña se fue, de hecho hace que todo ciudadano de la unión Europea necesite su idioma y el inglés para entenderse fuera de sus fronteras como primeras opciones. Creo que es importante ahora que todavía se puede combatir, proponer una lenguaje universal artificial, que la mayoría de países acepten (no creo que a grandes potencias como China o Rusia les guste tampoco la posición actual del inglés) y que se vea, por ejemplo, al iniciar un ordenador, y no palabras inglesas hechas en lenguajes de programación ingleses. Nosotros no nos acostumbraríamos en lo que nos queda de vida, pero las futuras generaciones sí.

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