Bueno, voy a intentarlo de nuevo… Ya no sé cuántas listas hay en estas páginas mías, o si sirven para algo, pero aquí va una más, y de nuevo tratando de elegir lo mejor, o lo más memorable, o lo más… algo…
Creo que lo mejor, a la hora de elegir los 15 filmes más importantes –he puesto quince por poner una cifra que no sean los limitadores diez de siempre, pero tampoco los excesivos veinte– es dejarse de intentar estrujarse las neuronas de cuáles serían las mejores desde un punto de vista meramente poético, o estético, incluso estructural. Es mejor, ahora lo creo, elegir 15 que sean los más memorables, los más inolvidables, esos que supongan un herida mayor al espectador. Y sin dejar de albergar una enorme perfección formal, un riesgo absoluto en su concepción y puesta en escena. Y creo que los tengo.
Todo esto sabiendo que toda lista es un brindis al sol, tal como decía Antonio José Navarro, y que mañana por la tarde puedo volver a alterar algún título. Pero creo que empiezo a estar más seguro de algunas cosas. Al menos eso me está dando tanta lista, compendio y reflexión a todas horas.
Vamos a ver la dichosa lista:
Shoah
La primera de la lista tiene que ser la primera de todas. El gran documental histórico de todos los tiempos. En otras palabras: el gran documento del siglo XX. Si el cine se ha creado, es para dar luz a obras monumentales y espeluznantes como esta.

As I Was Moving Ahead Occasionally I Saw Brief Glimpses of Beauty
El único documental que, en lo monumental y en lo íntimo, puede competir con el de Lanzmann. Casi cinco horas de imágenes caseras que se convierten, por la mirada única de Mekas, en el documento de toda una vida.

I Am Not Your Negro
El tercer documental de esta lista es quizá el más lírico, el más literario, y al mismo tiempo el más visual, el más cinematográfico. La mirada de Raoul Peck y la voz y las letras de James Baldwin fusionadas en una única cosa. Sublime.

The Godfather Trilogy
Las considero una única gran obra de más de nueve horas. Inabarcable, inexpugnable y eterna. El cine estadounidense se hace adulto con ellas, y después de ellas, ya no cabe nada más en esa geografía, salvo tal vez la siguiente de la lista.

Apocalypse Now
El cine como viaje alucinante, como pesadilla estroboscópica, como aventura anímica. Jamás nadie filmó nada como esto, y posiblemente jamás nadie volverá a hacerlo. La Divina Comedia del cine.

Ran
Dudando entre ‘Dersu Uzala’, ‘Los siete samuráis’ y esta, pues las tres poseen un nivel arrasador, finalmente me quedo, siguiendo la lógica de esta lista, con la más violenta, sanguinaria y apocalíptica de las tres. Nadie filmó la miseria humana como Kurosawa en este filme.

Sanshô dayû
Y nadie filmó la dignidad humana, lo que queda de ella, como el simpar Mizoguchi en esta obra maestra de todos los tiempos. La desolación convertida en esperanza, la búsqueda de un hombre bueno en la marisma del egoísmo y la crueldad. Sencillamente excelsa.

Viridiana
Y siguiendo con esto, nadie filmó no ya la miseria, sino la crueldad y el cinismo como lo hizo Don Luis Buñuel, maestro de maestros, en su censurado regreso a España. Una última cena como esta es parada obligatoria en estas quince.

Mononoke-hime
Es este el filme más pesimista y violento de Miyazaki, y es también una joya imperecedera de la animación y de la aventura sin límites. Relato apocalíptico, de un extraño y vencedor lirismo, que te golpea en zonas de tu ser que ni siquiera sabías que existían.

Mad Max: Fury Road
La sencillez convertida en aventura y en redención. La representante australiana de esta lista es un prodigio visual, un portento de diseño y de dinamismo. La velocidad, el movimiento, la cinemática en estado puro.

Wo de fu qin mu qin
El relato más desgarrador de esta lista, sin ninguna duda, pues es una construcción perfecta en la que se funden pasado y presente, nostalgia y realismo. Un poema cinematográfico que aún no ha sido magnificado como merece.

Falstaff/Chimes at Midnight
No podía faltar el gran Welles en la cima de su carrera. Otro relato desgarrador, pero también lleno de vida, eléctrico en su puesta en escena, en su secuencia de batalla, en cada frase y cada mirada. Eterna.

Titanic
La eterna vilipendiada y destrozada. La poderosa y portentosa historia de cómo vivir con dignidad y cóm afrontar la muerte. El apocalipsis de un barco-metáfora de este mundo. Obra maestra de todos los tiempos.

La vie d’Adèle
Los celos sexuales, el deseo físico, la mirada, el sexo y el hambre, hechos cine. Jamás nadie filmó el enamoramiento y el desamor como Kechiche en esta pieza única de todos los tiempos.

Melancholia
Von Trier en su momento álgido: el más apocalíptico. El fin del mundo como catarsis personal, como resignación de una vida sin el menor sentido. Justo final de esta lista y posiblemente de la historia del cine.

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