Argumentos

Más por curiosidad que por verdadera sed de conocimiento, lo leo todo. Cuando preparo una de las siete, u ocho, o nueve críticas diarias, para el Archivo que estoy completando, consulto tanto Filmaffinity como Imdb, y otras webs con las que completo detalles como el reparto, o la nacionalidad o alguna que otra duda que me surge, y aprovecho, casi siempre, para echar un vistazo tanto a las críticas «profesionales» (muchas de ellas lastradas precisamente por una falta de profesionalidad apabullante), como las de los espectadores o usuarios comunes, vertidas acerca de esas obras que estoy consultando, y me suelo topar con el mismo fenómeno una y otra vez, tanto en español como en inglés, pero sobre todo en español: que las «críticas» de los profesionales no se diferencian mucho de las de los aficionados en teoría no cualificados, y viceversa, y que los espectadores que se arrancan a dejar un comentario, casi siempre con un sobrenombre bastante irrisorio, hacen gala muchas veces de una soberbia y una mala uva, de un estilo barriobajero y perdonavidas que te deja estupefacto.

Yo no creo que el crítico que escribe en un medio cualquiera (ni siquiera yo mismo), al que se le presupone que ha visto muchas películas y que es capaz de separar el grano de la paja, sea más listo que el espectador que lee su crítica. No es cuestión de inteligencia, aunque sea un factor que nunca hace daño, sino de ser un espectador cualificado, con una formación artística, audiovisual y humanística, y con una experiencia importante en la escritura de críticas. La misión, si misión se le puede llamar, de ese crítico, no consiste en demostrar que sabe más que los demás y que ha visto más películas que nadie (o leído más libros que nadie…), ni en establecer los criterios artísticos de una generación, ni en cincelar sentencias en piedra. Yo creo que su verdadera labor es la de convertir al lector que le lee con respeto y atención en el mejor crítico que pueda ser ese lector, es despertar en él un espíritu crítico, analítico, y la de proporcionarle una guía con la que ese espectador pueda establecer sus propios gustos.

Y para eso hacen falta verdaderos argumentos. Es decir, razonamientos, tesis, debates internos en el texto del crítico, y son esos los que no encuentro por ninguna parte. Sólo veo a críticos contándome sus gustos (en el caso de grandes medios de comunicación) o a pseudo-críticos de blogs de cine hablando de su experiencia en su juventud, y de sus preferencias más arbitrarias o sus manías, como si a alguien le importaran esos despojos emocionales cuando lo que está buscando son textos sobre cine. Pero no puede sorprender cuando, insisto, los críticos que se ganan la vida escribiendo sobre cine sólo repiten ideas manidas hasta la náusea y son incapaces de ejercer de verdaderos «forenses narrativos», de verter en palabras su experiencia viva con el material con el que se acaban de enfrentar. Por eso cuando leo a un tal Ordell, de Palma, diciendo que tal película tiene una historia «flojísima», o a un tal Sylverveen, de Barcelona, diciendo que un trabajo televisivo está sobrevalorado, y luego me detengo un poco más a leer sus observaciones, no puedo sorprenderme de nada.

Si una pandemia ha puesto a la civilización humana patas arriba, y nadie o casi nadie ha hecho caso, o por lo menos se ha parado a escuchar, a los expertos, a los científicos que saben de esto, a pesar de que podían llegar cientos de miles de muertos… ¿alguien cree que en lo tocante a narrativa, a humanidades, alguien va a escuchar a los que tienen alguna credencial en literatura, cine o música? No digo a contratarles para que cubran eventos, o para que escriban crónicas o críticas, no digo publicarles libros o a valorar lo que ellos valoren, digo simplemente a escucharles. Por supuesto que no. El espectador medio no necesita que nadie le explique ni le enseñe nada, y mucho menos esos gafapastas que se creen más listos que ellos. Es más, si alguien debería escribir comentarios en las redes sociales (cientos, miles, quizá millones de comentarios), clamar a los cuatro vientos que ellos también tienen criterio, son ellos… porque ellos también pueden y deben ser leídos o escuchados, en esa truculenta esquizofrenia narcisista en la que se ataca con furia aquello en lo que a uno le gustaría convertirse, o a lo que aspira igualar, y esto lo he visto incluso en compañeros de blogs de cine, que abjuraban de los críticos mientras luchaban, con más pena que gloria, por ser uno de ellos.

Entre la carencia de argumentos, los que deciden que deben dejar blanco sobre negro, despreciando a los críticos pero tratando de emularles, hablan mucho de la «originalidad» de la historia, o de lo buena o mala que es la historia de la película o la novela. A mí no me queda claro en qué se diferencia una historia buena de una mala, y esas personas no me lo aclaran. También, cuando se trata de dramas históricos, suelen comentar lo precisa que es la película o la novela en sus detalles históricos, o la falta de precisión, los errores históricos, como si una película o una novela fuera un tratado histórico y ellos historiadores diplomados, o bien te topas con multitud de espectadores que hablan de la calidad del guion con solo ver la película, y argumentos no dan, pero tienen clarísimo que el guion es muy flojo, o pésimo, seguramente porque han ido a varios talleres de guion o de teatro o de cine o de escritura creativa.

Valoro mucho cuando un espectador o lector no cualificado (es decir, que no ha obtenido ninguna formación artística, o audiovisual o humanística) dice lo que opina sobre una obra, del soporte que sea, y lo hace con honestidad, sin recurrir a tópicos, sin sentencias grandilocuentes, sin expresiones barriobajeras, con respeto por la obra y por el que le vaya a leer, a pesar de que no le haya gustado lo que ha visto, sin ir de perdonavidas, escribiendo con claridad, ya que se pone a escribir en un foro, y muchas veces con una expresión verbal más que buena, desarrollando sus ideas y simplemente haciendo un comentario digno. De esos no abundan, desgraciadamente. Y en cuanto a mí… yo sólo puedo hablar con certeza sobre mí mismo…

Llevo escribiendo historias, o guiones u obras de teatro amateur desde los siete u ocho años, cuando le robaba a mi padre la máquina de escribir y me disponía a verter en palabras todas las historias que me rondaban por la cabeza. De adolescente empecé a escribir mis primeras críticas de cine, siempre emulando o directamente plagiando las críticas que leía, porque no disponía de las herramientas ni los conocimientos ni la personalidad necesarias para hacer otra cosa. También escribía pequeños cuentos, poemas. Con veinte años ingresé en la Escuela de cine de Madrid, donde no aprendí absolutamente nada. Algún tiempo después, me matriculé en el Instituto de cine de Madrid, y ya empecé a aprender más cosas. Como soy un lector compulsivo, aunque antes era bastante menos disciplinado, leía todo lo que caía en mis manos, tanto de cine, como literatura, ensayos, revistas, etc. Algo mejoró mi escritura, pero muy poco a poco. Algo se fueron fraguando mis ideas, pero muy lentamente.

Además, tengo estudios de psicología y antropología, no terminados, y he trabajado en varios cortometrajes. He escrito unos cuantos guiones cortos y después de muchos años intentándolo, cuando empecé a creer que no sería posible, terminé mi primera novela. He escrito otras cuatro, y estoy ahora con la sexta, que me llevará meses, pues es un proyecto muy ambicioso. La inmediatamente anterior la pondré a la venta en Amazon en cuanto la situación se normalice y pueda llevar a cabo varias gestiones necesarias. He escrito una veintena de cuentos largos y también un libro sobre una serie. He trabajado en 4 blogs sobre cine, y en dos revistas digitales, y he tenido cinco blogs propios. He colaborado con varios programas de radio y he ido a los festivales de cine de San Sebastián y Berlín. Actualmente tengo dos blogs, en uno ya he dejado 1.225 fichas de críticas y en otro 172 artículos, con unas 122 mil palabras escritas. Tanto en los blogs como en las revistas digitales he sido casi siempre entre lo más leído o lo más controvertido. Yo no sé si esto me cualifica antes que a muchos plumillas, pero es posible que sí.

Lo que más me gusta es encontrar argumentos, algunos los llamarían argumentos de autoridad, y expresarlos en palabras. Y confrontarlos con los de otros, como si fueran tus creaciones y las pusieras a jugar en el parque con las de los demás. No me gustan los enfrentamientos verbales, ni a ver quién mea más largo o quien ha visto más películas o ha leído más libros. Yo no escribo para eso. La imagen de arriba del todo resume lo que pienso de todas esas personas. Esto va de compartir lo único que nos separa de la barbarie, o de ser poco más que simios, o de la locura, en muchos casos. Va de tener respeto por uno mismo y por los demás, justo lo contrario de lo que sucede en muchos sitios, en varios de los cuales he tenido la desgracia de trabajar.

Pero creo que con todo esto he dejado claro mi punto de vista. Y en caso de no haberlo conseguido, por lo menos lo he intentado lo mejor que he podido.

7 respuestas a “Argumentos”

  1. Te ha quedado muy claro y me parece que esa debe de ser siempre la actitud, colaborar y compartir, pero…..por desgracia suele abundar mas el apártate que me pongo yo, por mi cara o por mi morro y como esas actitudes la sociedad las tolera e incluso las aplaude como muestra de atrevimiento y «listura» y en cierta manera es el producto de una lógica imperante desde hace milenios en que el mundo está dirigido por élites minoritarias que prefieren tener a sus lacayos divididos y peleándose entre si, por aquello de divide y te saldrás con la tuya. Saludos

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  2. Si algo me gusta, tanto de este blog como de los anteriores en los que he podido leerte, es tu honestidad a la hora de analizar una obra, del tipo que sea. Creo que en ese sentido no he leído a otro crítico como tú, en el que además se suma la claridad con la que escribes junto a los argumentos que utilizas. Cómo te dije en otra entrada, aprendo muchísimo con cada uno de tus artículos y críticas y creo que gracias a ti estoy consiguiendo herramientas para poder mejorar mi ojo crítico.

    Por cierto, en cuanto a las novelas que has comentado, ¿están a la venta o es posible leerlas?

    Un saludo.

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    • Vaya, muchísimas gracias! Pocas veces me han comentado tantas cosas positivas, y si además consigues herramientas pues tanto mejor: ese es el objetivo nuclear de estas páginas.

      En cuanto a mis novelas, ya digo que la quinta la voy a poner a la venta en Amazon en cuanto tenga tiempo de corregirla y además pueda registrarla y hacer una serie de gestiones, pero lo anunciaré por aquí, claro, en cuanto esté disponible. Las otras, o están para concursos, o esperando respuesta (que va a ser negativa, me temo) de editoriales… o sea que irán más lento.

      Muchas gracias por tu comentario, un abrazo!

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  3. Todo el mundo cree tener criterio para opinar sobre arte, o cree tener una opinión que valga la pena. La cosa es que con el arte, como es tan fácil de consumir, que no de apreciar, la gente cree que es todo cuestión de gustos y no hace falta un gran trabajo, reflexión, cultura, esfuerzo o técnica detrás de ello para crear o analizar una obra de arte con solvencia.
    No veo a nadie opinando tanto sobre ingeniería aeroespacial…
    Un abrazo!!!

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    • Veo que estamos de acuerdo. Pero más que compararlo con ingeniería aeroespacial en concreto, yo lo haría con cualquier disciplina cientifica en general, o con cualquier cosa que requiera aprendizaje. Si al menos hablaran de su experiencia viva con el material, en lugar de manías o fobias, sería más valioso.

      Abrazos!

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