‘El apartamento’, una crítica de ida y vuelta

*Antes de mis merecidas vacaciones, que me llevarán a estar unos días sin publicar, voy a dejar un texto que llevo un tiempo queriendo escribir, aunque sólo sea en su forma, pues llevo un tiempo pensando que este tipo de crítica (que nunca podría incluir en Cinema & Letras) es el que merecen ciertas obras míticas que, al mismo tiempo, son tremendamente discutibles. Hoy empiezo por esta de Billy Wilder, pero en el futuro, si es que este calor del demonio o el maldito Sars-Cov-2 lo permiten, vendrán otras.

El tormento del solitario/Una fábula que quiere ser sórdida y queda moralista

Recuerdo cuando vi esta película por primera vez, y también recuerdo las siguientes tres o cuatro veces que la vi. Me enamoré totalmente de ella. Tendría yo unos diez años, o cosa así, y tanto mi padre como cualquier otro cinéfilo medianamente exigente la ponía por las nubes. Ya incluso en los créditos, con la maravillosa música de Adolf Deutsch, me sentía increíblemente a gusto, y una y otra vez me entusiasmaba la historia de este solitario oficinista, en esa Nueva York en blanco y negro que luego Woody Allen enriquecería con su maravillosa ‘Manhattan’ de 1979, casi veinte años después.

Aunque yo no tenía ni idea de cine (tampoco es que tenga mucha idea ahora…) podía apreciar los valores y la fuerza de este relato, la estrategia de su director y co-guionista, la forma en que, de manera inevitable, la peripecia de este personaje interpretado de manera irresistible por Jack Lemmon terminaba afectándome. Porque te afecta el modo en que un pobre diablo, cuyos jefes se aprovechan de él para llevar a su apartamento a sus ligues (una idea que Wilder sacó de ‘Breve encuentro’, el filme de David Lean) se enamora como un becerro de la guapísima ascensorista a la que da vida una magnífica Shirley MacLaine. No era un apellido fácil de recordar, pero yo lo recordaba. ¿Cómo no hacerlo? Era una de las actrices más guapas que yo hubiera visto, pese a lo inusual de su cortísimo cabello, y su peripecia, la humillación de verse utilizada y despreciada por su propio jefe, del que ella está enamorada, me llegaba hasta los huesos.

Yo no lo sabía entonces, pero lo sé ahora, que me he visto toda la filmografía de Wilder: ‘El apartamento’ es sin ningún género de dudas su mejor película. La más equilibrada, y la mejor escrita, interpretada y dirigida. La que posee una imagen más interesante, firmada por el gran Joseph LaShelle, la que muestra un diseño de producción más interesante, obra de Alexandre Trauner. Wilder nunca lo hizo mejor, y nunca volvería hacerlo. He leído cosas tales como que esta película es la cine lo que ‘Las Meninas’ de Velázquez a la pintura. He leído que esta es una obra maestra, una de las más grandes películas de Billy Wilder. No en vano se llevó el Óscar a la mejor película, entre otros. Realmente la cosa está clara…

¿Lo está? Sí, claro que lo está….

Umm. ¿Seguro?… no. La verdad es que… bien pensado no.

No, no lo está.

Quizá bajo los estándares de 1960 esta película fuera todo eso, pero ahora… No, ni siquiera en 1960. Porque si hago un poco memoria puedo recordar una película estrenada dos años antes: la extraordinaria ‘Sed de mal’ (‘Touch of Evil’, 1958), de Orson Welles. Y si nos vamos casi dos décadas (que se dice pronto en cine) más atrás, tenemos también de Welles ‘Ciudadano Kane’ (‘Citizen Kane’, 1941)…. Esas sí que fueron verdaderamente grandiosas, apabullantes, increíbles. Y si esas lo son…¿’El apartamento’ también lo es? Puede que no. Ni visual ni estéticamente es tan esplendorosa como esas dos, o como, por ejemplo, ‘Gone with the Wind’, de 1939. Eso sí que es impresionante, a todos los niveles. Y si bajamos de grandeza, y nos vamos un par de peldaños más abajo, tenemos por ejemplo ‘Las uvas de la ira’ o ‘Qué verde era mi valle’, ambas de John Ford, inferiores a las de Welles o la gran película épica de O´Selznick, pero mucho más interesantes, mucho más hondas, mucho más bellas, en definitiva, que la de Wilder.

Porque si de verdad me fijo, me quito de encima tanta mítica, tanta cinefilia clasicista, tanta mitomanía (algo nada difícil, porque en realidad yo no he sido nada de eso), y aunque sigo pensando que es la película más equilibrada de Wilder, me doy cuenta de que este solitario encantador es en realidad un trepa que va de víctima, que presta a sus jefes su apartamento para follar aunque eso signifique cogerse una pulmonía en el parque. Le gusta la ascensorista, pero ella tampoco es mucho mejor que él. Si te acuestas con un hombre casado no sé si tienes muchas razones para quejarte cuando él no deje a su mujer o cuando averigües que es un mujeriego. Estos héroes que yo veía en mi infancia en realidad son dos pobres diablos con poco interés. No tienen vida, no sé nada de ellos, y aunque MacLaine está muy bien, noto a Lemmon increíblemente sobreactuado. Joder, parece un dibujo animado, casi un antecedente de Jim Carrey (que a mí tanto me gusta y con el que tanto se meten). ¡No exagero! ¡Vean la película!

Al final este relato es de una candidez, de un buenrollismo, que niega el tono que en un principio intentaba armar. Es decir, que es falsaria, manipuladora y tendenciosa. Y lo que es peor, increíblemente teatral. Muchas escenas son directamente teatro filmado. Sí, luego vendrán Luis Aller y sus discípulos y me analizarán cada plano como si dijera cosas que están ocultas pero que están ahí en una narrativa formidable (que a lo mejor está ahí para el que la quiera ver, no porque esté verdaderamente…a algunos análisis de esta película he asistido yo), pero se me ocurren medio millar de películas cinematográficamente más interesantes que esta, que además me resulta increíblemente previsible e hipócrita. Todos los valores descritos en un principio están ahí…para cierta disposición de ánimo. Pero también están las deficiencias que estoy señalando ahora, y no es necesaria ninguna disposición de ánimo.

No creo que esta película sea al cine lo que ‘Las Meninas’ a la pintura. El que quiera pensarlo así me parece que se quedó en los diez años (físicos o mentales, o cinéfilos), me temo, y nunca se atrevió a pensar por sí mismo.

3 respuestas a “‘El apartamento’, una crítica de ida y vuelta”

  1. Tengo que ver a fondo el Apartamento, solo he visto algún trozo, así que tan solo diré una cosa, creo que es una comedia, comparar una comedia con algo serio es complejo, a mi si una comedia me hace reír como un tonto me parecerá que es una obra maestra en su género, pero claro hay géneros que son menos trascendentes y el de la comedia podría ser uno de ellos, o no, quizás es el mas trascendente ya que vivimos en una auténtica tragicomedia. :-))

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