¿Qué elementos conforman una buena película?

Nos pasamos la vida pensando en lo mismo, algunos. En las películas, los libros, la música. Algunos lo llamarían obsesión. Puede serlo. Yo prefiero llamarlo chifladura o arrebato, creo que le cuadra más. Sea como fuere, los que nos pasamos la vida dándole vueltas a lo mismo, también, en muchas ocasiones, escribimos sobre ello. Y a veces hasta nos pagan, acorde o no a nuestro esfuerzo. Y siempre con el mismo objetivo oculto en la cabeza: ¿cómo saber que esta o aquella es una buena película? ¿Qué diferencia a una mala de una buena? ¿Es realmente necesario establecer esos elementos? Cuando la gente común va a al cine (o iba, mejor dicho…), lo hace para disfrutar, para pasar un buen rato, o para vivir una experiencia satisfactoria, en cualquier caso. No creo que vaya con la firme intención de decidir si aquello por lo que ha pagado es «bueno», o «malo». Pero cuando se para a pensar si esas cosas por las que paga, o en las que invierte el tiempo, merecen la pena, suelen acudir precisamente a los que estamos siempre arrebatados por lo mismo, y es entonces cuando tenemos que convencerles de lo que es «bueno» o es «malo». ¿Merece la pena? Yo creo que no.

Cuando yo me pregunto qué elementos conforman una buena película, me hago la pregunta a mí, y trato de contestarme a mí. Si le funciona al lector, maravilloso. Si no, pues maravilloso también. Seguro que el lector es mucho más inteligente que yo y tiene muy buenas razones y responde a la cuestión con mayor imaginación. Tampoco estoy seguro de poder responder a la pregunta ni siquiera con solvencia, pero vamos a intentarlo:

Por lo visto, para muchas personas, que algunos llamarían viejunos, una buena película ha de ser algo así como una buena obra de teatro filmada. Tal cosa, y no otra, es gran parte del llamado «cine clásico estadounidense» (que de clásico tiene poco, o nada, pues más bien deberían llamarlo cine académico), y si no lo creen revisen las películas de George Cukor y Leo McCarey, e incluso de gran parte de la filmografía de Alfred Hitchcock. Dos actores o tres, hablando delante de una cámara bastante estática, una escenografía resultona y una historia clara y concisa, canónica en su aspecto literario y muy parecida a una pieza teatral: tres o cinco actos, resolución de los temas, personajes arquetípicos… Eso es lo que estos críticos o comentaristas viejunos llaman «que las cosas sucedan por puesta en escena», no por cámara o por montaje. Quizá valdría la pena, por tanto, definir qué es lo puramente cinematográfico, y de igual manera que sabemos que la literariedad es ese lenguaje puramente literario, comprender también dónde está la cosa cinematográfica, su lenguaje, su núcleo. Y no creo que sea algo teatral ni escenográfico.

Por otra parte, estarían los que rechazan todo ese cine «viejuno» de los años treinta, cuarenta y cincuenta, y se inclina por un cine más espectacular, más de puro entretenimiento, propio de las últimas dos o tres décadas, como el verdadero cine, el que es capaz de epatar cada diez minutos, y que realmente es bastante descerebrado y sobre todo destinado a consumo adolescente. Esos espectadores o incluso comentaristas, desprecian el cine en blanco y negro, un poco más contemplativo, un poco más contador de historias, en favor de un cine más sensorial, que suponga una montaña rusa, un verdadero parque de atracciones en una pantalla. No creo que ni estos flipados del cine de masas, ni los que defiendan un cine teatral, estén más cerca de la verdad.

Un ignorante como Juan Gómez-Jurado (que dijo algo parecido de la literatura) diría que para empezar una buena película tiene que hablar de grandes temas. Es decir, para entendernos, tiene que hablar del Holocausto Judío, o del Muro de Berlín, o del ataque a las Torres Gemelas, o algo parecido. Acorde con él, muchos piensan que las buenas películas son las que tienen ese hálito de prestigio que aporta el ser adaptaciones de una reputada obra literaria, o que aporta pertenecer a un género como el melodrama (que en realidad es un tono, no un género) o el drama histórico. En otras palabras, un filme de acción, de aventuras, no puede ser una buena película, por definición. Será mucho más importante para el espectador ver la historia de un rey tartamudo que ha de hablarle a toda la nación que la historia de un policía de Nueva York que acaba en un rascacielos de Los Ángeles pegando tiros contra una panda de ladrones, ¿no? Pues no, la cosa no es así.

Yo creo que el cine, o la literatura, están ahí por algo, y sobre todo para algo. Son testigos y cronistas de una época, pero también definen esa época, también la modelan. Es un viaje de ida y vuelta. Y por tanto cambia, y evoluciona, al menos en su aspecto interior. Pero en su núcleo interior sigue siendo lo mismo: mostrar una vida, un mundo, paralelo al nuestro, un espejo de nuestra sociedad, un estudio de la naturaleza humana. Y para conseguir tal cosa, ha de hacer uso de todas sus armas, de todas sus herramientas: por supuesto las más obvias, intérpretes, argumento… pero también las que en el «cine clásico» no se usaban o eran meramente funcionales: la cámara y el montaje. El cine es un arte colectivo aunado por un tirano autoimpuesto, el director. De sus múltiples departamentos (cámara, sonido, músicas, montaje, diseño de producción (que incluiría maquillaje, peluquería, escenografía y dirección artística en general), efectos especiales, efectos visuales (que no son lo mismo…), intérpretes, equipo de dirección) el director ha de deducir una sola película, y no siete. Todo ha de ser orgánico, unido, cohesionado, impelido en una misma dirección (de ahí la palabra, dirigir…) con el objetivo de lograr la mejor película posible.

Y esa hipotética gran película…. ¿debe tener una buena fotografía? No, debe tener una fotografía acorde con la historia y el tono y en definitiva aquello que la película necesita ser, lo que no necesariamente significa una fotografía bella o espectacular, aunque a veces también ¿debe tener un buen montaje? No, debe tener el montaje que precise para ser mejor narrada, mejor contada, mejor construida, aunque un montaje creativo, imaginativo y sorprendente nunca viene mal, pero que esté conectado con el resto de los elementos, ¿debe tener unos buenos y expresivos actores? Supuestamente sí, pero un actor no es un mono gesticulante, pues esto no es teatro, un actor de cine ha de ser el personaje, es decir, encontrar aquello en lo que se parece a él, y convertirse en él.

Para muchos me temo, una buena película es simplemente aquella dirigida por su director favorito, y no se plantean mucho más. Si la dirige ese director venerado y veterano (tipo Clint Eastwood) esos supuestos comentaristas, que aman hasta más allá de lo razonable cualquier cosita que tenga que ver con él, simplemente dirán que es una buena o gran película, y punto. Pero una buena película, en realidad, ha de albergar vida. Ha de poseer buenos y bien definidos personajes, ha de ofrecer una puesta en escena vibrante llena de planos interesantes, atractivos, ha de gozar de un montaje interesante, narrativo, quizá hasta eléctrico. No importa el tema tanto como la mirada, el punto de vista sobre ese tema. Además, una película es un pedazo de celuloide, es un pedazo de una forma estética concreta, y como tal ha de ser bello (que no hermoso, no confundamos términos disímiles), cerrado en sí mismo. Y ha de suponer una experiencia completa (intelectual, emocional y sensorial) para el espectador. Yo creo que todo eso es lo cinematográfico, y es lo que debería pesar a la hora de valorar una película.

Pero quizá me equivoque. Demasiadas personas creen que el cine ha de ser, ante todo, «entretenido». Yo preferiría que fuera «interesante», que tampoco es lo mismo. Pero existe una gran masa de espectadores que están convencidos de que determinado director va a salir de su casa, y va a pasar dos años de su vida, o más, filmando y montando y sonorizando una película, con el objetivo de distraerle a él, en su casa, o en la sala de cine. No creo que exista mayor desprecio hacia un artista, una idea burguesa más deleznable, que esperar o mejor dicho exigir que ese artista te entretenga. Pero ese es tema de otro artículo.

9 respuestas a “¿Qué elementos conforman una buena película?”

  1. Estoy de acuerdo con tus criterios de medida, que me entretenga y no se me haga larga sería lo mínimo, mínimo que le pediría a una película una vez la he comenzado ver y ya es demasiado tarde para dejar de hacerlo, pero por supuesto que espera uno mucho mas de ellas, en particular si se te hace muy corta es muy buena señal, luego ya vendrá el tiempo de reflexionar porque ha sido así, que desde luego las causas pueden ser varias y normalmente y sin prejuicios todas meritorias.

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  2. Tema jodidamente interesante, de gran debate porque en realidad no tiene solución única. Entiendo por ejemplo que los componentes más técnicos del cine se pueden ajustar en cierto grado a un análisis objetivo, más cercano a la ciencia. En estos casos, la gente formada puede dar un juicio bastante justo. Por eso me atrapan los artículos técnicos que públicas.

    Pero creo que lo oculto tras los números, o lo que nos es todavía lo suficientemente complejo para comprender, es lo que nos lleva en última instancia a catalogar una película como obra maestra.

    Creo, por tanto, que sólo podemos valorar en su justa medida ciertos segmentos de un película, dejando, al menos por ahora, que el resto de elementos escapen a la razón y queden pendientes de lo emocional, de lo meramente subjetivo.

    En todo caso creo que la obra, «mejor» o «peor» ha de estar ligada necesariamente al alma, por así decirlo, del director.

    ¡Gran artículo Adrián!

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    • Gracias, hombre!

      Yo creo que una Obra Maestra es la que consigue absolutamente todo lo que se propone, la que emplea las herramientas de su soporte con magisterio, la que organiza todo eso de forma orgánica para establecer una visión completa del mundo, la que emplea el lenguaje poético del arte para hablar de la naturaleza humana y la que tira de lo mejor y peor de nosotros mismos.

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  3. Para los profanos, entre los que me incluyo, es difícil apreciar esos elementos en una peli. No me sucede como con la literatura, que sí la conozco. Con el cine tiro más de observación, deducción e intuición; con eso y con lo que aprendes aquí y allá, de algo te puedes enterar. Las películas magistrales las intuyes más fácilmente; es difícil no darse cuenta de que «El Padrino» es una obra maestra, creo yo.
    Un abrazo!!

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